Comienza su artículo diciendo que “La paz no puede ser vista como mera derrota de unos y victoria de otros”. ¿Cuál paz? No es claro a qué se refiere concretamente aquí, pero parece que a la terminación del conflicto armado con las FARC. En sentido estricto se terminó este conflicto pero continúan otros y no hay paz completa. Pero en ciertos casos la paz es efectivamente la derrota de unos y la victoria de otros. La Unión Soviética y los Estados Unidos derrotan a Alemania y se llega a la paz (situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países[2]), con la victoria de unos y la derrota de otros. Álvaro Uribe quería derrotar a las FARC y llegar de esa manera a una paz con ellos, pero no lo logró. La frase de Mockus es simplemente la manifestación de un buen deseo: no debemos ver el proceso de paz con la FARC como una derrota o victoria.
Pero en términos políticos el establecimiento derrotó a las FARC, qué decidió firmar un Acuerdo con una serie de compromisos a cambio de dejar las armas; dejó las armas y les han ido incumpliendo poco a poco los compromisos. Santos los engañó hábilmente con promesas de diversa índole y logró el resultado que le interesaba, ya no hay de miles de combatientes con armas enfrentados al Estado colombiano; ahora muchos de ellos tratan de ser emprendedores vendiendo tilapia y otros productos. Además, el gobierno actual, bajo la dirección del uribismo, está haciendo todo lo posible por incumplir los acuerdos y por terminar de derrotarlos política, física y moralmente. La paz efectivamente ha sido la victoria de unos y la derrota de otros.
Continúa Mockus: “Una paz anclada en el lenguaje de vencedores y vencidos puede desembocar fácilmente en una repetición del conflicto armado, alimentada por el resentimiento y el anhelo de venganza.” Esto se reduce a decir que si no cambiamos el lenguaje de vencedores y vencidos se puede repetir el conflicto y a pedir a los actores resentidos y con anhelos de venganza, que se comporten bien, que sigan sus recomendaciones. No avanza mucho en el tema, es simplemente la repetición, desde otro punto de vista, de la primera frase y la exposición de sus consecuencias. Si seguimos hablando como vencedores y vencidos, con resentimiento y venganza, no habrá paz, porque la paz no se puede basar en ese lenguaje. Pero ¿se trata solo del lenguaje? Mockus no se pregunta por qué siguen los resentimientos y anhelos de venganza, ¿cuál es el fundamento de todo esto? ¿Cuáles son las condiciones reales en cuanto a la restitución de tierras, por ejemplo, que generan conflictos entre propietarios y no propietarios? ¿Cuáles son los conflictos reales entre empresas capitalistas que explotan la minería legal e ilegal y productores y habitantes afectados por el deterioro de sus propiedades y de las condiciones ambientales? ¿Cuáles son los conflictos entre narco traficantes y otros actores en los territorios? Nada dice sobre todas estas situaciones reales.
Y continua recomendando: “El solo proyecto de exterminar unos a otros, incluso con el lenguaje, vuelve poco estable los acuerdos logrados. La presión social es útil, pero generar vergüenza humillando es peligroso. Debemos aprender a corregir sin humillar.” Este párrafo es ambiguo, no queda claro si cuando se refiere a corregir está incluyendo al exterminio dentro de las formas de corrección. En todo el texto esta es quizá la frase que más se acerca a la realidad pero Mockus menciona el exterminio de pasada; después de lo ocurrido con la Unión Patriótica y lo que está pasando ahora con los centenares de líderes sociales y ex guerrilleros asesinados y amenazados, ¿queda duda alguna de que en este país ha habido y sigue habiendo un proyecto de exterminio? Se quiere exterminar toda idea que critique al capitalismo (ver por ejemplo las campañas contra el socialismo y contra el adoctrinamiento en la educación) y además a los portadores y defensores de dichas ideas, pero no solamente eso, también a quienes pretendan afectar la obtención de ganancias de los capitalistas en distintas ramas de producción (minería, narcotráfico, etc.) y defender derechos básicos. Y frente a esta realidad, que algunos sectores políticos quieren ocultar, comenzando por negarla en el lenguaje, Mockus apela al buen comportamiento: debemos corregir sin humillar.
Y plantea una visión ideal de la Constitución Política: “La Constitución es, precisamente, un sistema de compromisos previos que protegen a los ciudadanos de comportamientos dañinos propios y ajenos. Y hacen posible la confianza entre ciudadanos y la confianza en el Estado.” Mockus ve en la Constitución algo todopoderoso, como el lenguaje. Las palabras consignadas en la Constitución ¡protegen a los ciudadanos de comportamientos dañinos propios y ajenos! ¿Qué pensarán los millones de desplazados y los miles de asesinados desde la expedición de la Constitución de 1991? La distancia con la realidad se muestra aquí en su máximo esplendor. Además Mockus habla de ciudadanos con lo cual da un ejemplo sobre cómo el lenguaje pretende borrar las diferencias reales; para él no existen clases, ni grupos sociales, ni capitalistas, trabajadores asalariados y campesinos, etc. Una Constitución que se fundamenta en las relaciones sociales capitalistas donde el 10% vive a costa del 90% restante es para Mockus un sistema de compromisos previos que protege a los ciudadanos de comportamientos dañinos.
Y termina repitiendo su eslogan eterno “La vida es sagrada’, o aún mejor ‘tu vida es sagrada’, debe convertirse en el mantra de nuestras colectividades y de la JEP”. Seguir diciendo que la vida es sagrada en un país donde se asesina y maltrata permanentemente a los seres humanos parece un chiste de mal gusto. En un país donde se somete a buena parte de la gente a la miseria, a la pobreza, al hambre, a la desnutrición, al desempleo, a la humillación, a jornadas laborales extensas, a la carencia de condiciones y de tiempo para filosofar y escribir eufemismos, donde es claro que no se considera para nada sagrada la vida, donde la vida no vale nada (apenas 1 millón de pesos mensuales para una familia de 4 personas), es vergonzoso continuar diciendo que la vida es sagrada. Debería ser sagrada pero el asunto de fondo es entender por qué el ideal mockusiano no se concreta en la realidad, algo que parece no interesarle mucho.
La forma de pensar de Mockus consiste en evaluar o juzgar la realidad a partir de ideales, de normas generales (la vida es sagrada), encontrar que el ideal no se materializa y proponer que se concrete. No es realmente un pensamiento muy profundo. Un profesor quizá debería ser más riguroso y enseñarle a sus estudiantes a comprender dicha realidad y a entender por qué en Colombia la vida no es sagrada; a estudiar por qué a pesar de que la Constitución supuestamente tiene tan grandes virtudes muchos colombianos siguen haciendo tanto daño, a explorar los conflictos que generan enfrentamientos y violencia entre tantas personas.
“¿Qué opinaríamos de un químico que, en vez de investigar las leyes que efectivamente rigen la asociación y disociación de la materia, y en lugar de resolver sobre la base de las mismas determinados problemas, explicara esa composición y descomposición por las “ideas eternas” de la naturalidad y la afinidad”, se preguntaba Marx refiriéndose a los planteamientos utópicos de Joseph Proudhon ¿Qué opinaríamos de un analista social que en lugar de investigar los factores que rigen los conflictos sociales y políticos de los seres humanos en el capitalismo explique dichas situaciones por las ideas eternas sobre el carácter sagrado de la vida?
________________________________________________________________________________
Alberto Maldonado Copello
Foto obtenida de: La FM
[1] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/antanas-mockus/para-la-paz-el-lenguaje-es-todopoderoso-columna-de-antanas-mockus-346618.
[2] https://dle.rae.es/?id=SEelFDw
Deja un comentario