Para ganar unas elecciones se requiere una personalidad que resulte atractiva, visibilidad frente a los electores, apoyo de los ahora denominados “influenciadores” y aprender algunas lecciones para no echar todo a perder. Por oposición, se requiere que ninguno de sus contrincantes goce de mejores condiciones.
Personalidad atractiva y visibilidad
No hay duda que Claudia tiene una personalidad atractiva. Su elocuencia, su lenguaje frentero y combativo, sus estudios y denuncias sobre parapolítica en la época más uribizada de Colombia, la figuración en la pasada campaña presidencial, la consulta anticorrupción, así como su activismo enmarcado en su condición de parte de la comunidad LGTBI, han hecho de ella un personaje icónico del tipo del que los bogotanos les gusta elegir.
Los demás candidatos no gozan de un posicionamiento comparable. Lucho Garzón ya no tiene la exposición mediática recibida durante la campaña presidencial del 2006 que lo dejó en posición inmejorable para la campaña a la alcaldía. En esa época fue notable que a los dueños y directores de los medios masivos de comunicación no les resultó aborrecible un candidato salido del sindicalismo de izquierda, pues como candidato presidencial era útil para reducir las posibilidades de Horacio Serpa. Así las cosas, luego de recibir de forma gratuita semejante exposición mediática positiva, lo de la alcaldía -a sólo cinco meses de la primera vuelta presidencial- fue un asunto del tipo “vini, vidi, vinci”.
Los demás candidatos no tienen la presencia ante el público que pueda equipararse y para que alguien se eleve a los altares se requiere de un concierto de medios como el que se dio para elegir a Uribe y el que permitió el regreso de Peñalosa.
Rafael Pardo no entró en la contienda. Carlos Fernando Galán, no sólo carga el lastre de haber sido director de Cambio Radical, uno de los partidos más relacionados con la corrupción, sino que no le fue bien con la promoción de Peñalosa. En este caso, si bien ganó la elección, su candidato se convirtió en un fiasco difícil de digerir y se salvó de la revocatoria por la evidente manipulación de sus amigos en el Consejo Nacional Electoral. Ahora Carlos Fernando tendría que presentarse como continuador de la política que deshizo la imagen de Peñalosa, o como su crítico. Ninguna de las dos es fácil. ¿Cómo defender un metro elevado corto, liviano, costoso y simple alimentador de un sistema de buses? ¿Cómo defender los buses movidos por Diesel que expulsan al aire 10 kilos de CO2 por cada galón consumido cuando fue necesario imponer la declaración de emergencia por la contaminación que mata niños y ancianos? Ya hizo unos pinos para definir su estrategia manifestando con ardor que la movilidad tiene que ser eléctrica, que no más Diesel, pero ¿por qué no se lo exigió a Peñalosa? Claudia tendrá lo suficiente para convertirlo en bocatto di cardinale. Será una pelea de gallina con cucaracha.
Los de la cuerda de Petro no cuentan con una buena posición de partida. Hollman -que se ha mantenido en las encuestas- tendrá a su favor su notable actividad en el Concejo denunciando las irregularidades de los proyectos de Peñalosa, pero requiere pasar a las propuestas y le dolerá el golpe duro recibido por su problema familiar. Jorge Rojas no ha tenido la exposición mediática necesaria, aunque sin lugar a dudas crecerá gracias a su personalidad simpática, su elocuencia ilustrada, las propuestas de la Colombia Humana para un desarrollo con equidad, y el efecto demostración por su participación en la alcaldía de Gustavo Petro.
Ángela Garzón -recién seleccionada mediante encuestas internas que no trascendieron ni dejaron huella en el público- tiene una intención de voto a su favor actual por debajo del No sabe/responde.
El apoyo de los influenciadores y las lecciones aprendidas
El escenario está dominado por Petro, Sergio Fajardo, Uribe y Germán Vargas Lleras. Este último como la cabeza más visible de la troika formada por los partidos Cambio Radical, Liberal y el de la U. La confrontación en proceso entre el uribismo y la troika por los acuerdos de paz hace muy difícil que se pongan de acuerdo para promover un candidato común, así es que se irán cada por su propio camino, incluso dentro de la troika. El liberalismo de Gaviria ya tomó su decisión apoyando a Miguel Uribe. No habrá, entonces, el concierto mediático para sacar del cubilete un candidato de postín. Además, luego del retiro y apoyo de Rafael Pardo a Claudia -exceptuando a Carlos Fernando Galán- no aparece en el horizonte otro candidato con suficiente exposición mediática.
Ángela Garzón sólo tiene a su favor (o en contra) que es del Centro Democrático, un partido que ni es de centro ni es democrático, que vive del miedo y de la confrontación fanática, que no tiene a Bogotá como una de sus plazas fuertes, y que es dirigido por un líder a la baja.
Petro, de acuerdo con su sempiterna propuesta de convergencia, apoyará al candidato que surja ganador en un proceso de selección entre los movimientos y partidos alternativos. Y ahora sí hay un compromiso de realizar lo que debió hacerse en la campaña presidencial: apoyar un candidato de convergencia. Ahí en esa lid están el Partido Verde, el Polo, MAIS, los herederos de la Colombia Humana, el Movimiento Activista (una disidencia del Partid Liberal) y el nuevo FARC (el partido surgido de los acuerdos de paz). Sergio Fajardo, como era de esperarse, ya anunció su apoyo a Claudia, lo que implica que también entra en esta convergencia a pesar de sus reticencias. Claudia se dispone a ganar en franca lid la candidatura de esa convergencia de “centro izquierda”, como ella misma ahora lo define.
Queda atrás y para olvidar la imposición de Fajardo de no hacer convergencias con Petro, además de la -en su momento- inexplicable madrugada de Fajardo a inscribirse en solitario dejando de lado una larga noche de discusiones y principios de acuerdo con Jorge Robledo y Claudia López. Ahora se sabe que no se trataba de preocupaciones por el bienestar del país, que no había una razón académica que hiciera inviable un mínimo acuerdo con sus aliados. De lo que se trataba era de no hacer nada que debilitara a Uribe. Según revelación reciente, el motivo real radicaba en la filiación de Fajardo con Uribe, lo que lo ubicó de inmediato en el contexto del rumor de siempre respecto de su filiación con ese personaje. Esa cercanía lo indujo a despreciar la posibilidad de ser el seguro candidato de la convergencia más democrática en la historia de Colombia y a dejar el espacio a Petro como la única alternativa presidencial a las políticas del atraso y la desigualdad.
Petro -aislado, al que sólo le faltaba el cencerro que en la edad media le imponían a los leprosos, con los medios de comunicación abrumadoramente en contra- creció en intención de voto no solo a punta de llenar plazas en grandes ciudades y en pueblos que nadie recordaba para hablarles sobre la necesidad de construir una paz con base en el desarrollo económico sostenible social y ambientalmente, sino por su disposición a someter su candidatura a una consulta popular de convergencia. Al final se demostró que sólo los que se convirtieron en candidatos mediante consultas populares lograron la suficiente exposición mediática para lograr los votos necesarios para pasar a la segunda vuelta.
Lo que expone Claudia indica que aprendió la lección de que es mejor apostar a un acuerdo con agenda anticorrupción y por el desarrollo con equidad.
Así, Claudia tiene la personalidad, los vientos a su favor y las lecciones aprendidas necesarias para apropiarse de la alcaldía de Bogotá. Si no hay una acción extraordinaria de parte las élites, eso es lo que puede esperarse.
Guardemos la esperanza de que logre diseñar y ejecutar un plan para hacer de Bogotá una ciudad moderna, incluyente, activamente consciente del cambio climático y la misteriosa clave del desarrollo económico equitativo en una ciudad dentro de un país cuyas élites usufructúan la apertura económica. La cuadratura del círculo.
Yanod Márquez Aldana, Graduado en Ciencias Políticas y Administrativas Magister y Doctor en Ciencias Económicas.
Foto tomada de: Kienyke
Deja un comentario