Con motivo de la gran movilización del 1º de Mayo en Paris, Francia, los Chalecos Amarillos han humillado a las grandes centrales sindicales, tal como la Confederación General del Trabajo (CGT).
En el terreno, los Chalecos Amarillos han expresado con mayor precisión y fuerza los reclamos de la Francia “de abajo”. Asimismo, en el desfile, ellos han sido más numerosos que los grupos “sindicales”. Y, para coronar, el secretario general de la CGT, la central sindical más numerosa de Francia, tuvo que retirarse luego de ser abucheado e impedido de tomar la palabra. Lo mismo ha sucedido en provincias.
Este hecho, aparentemente insólito, merece una explicación. Para los Chalecos Amarillos, el 1º de Mayo no es un día de fiesta ni de discursos vacíos, como nos han tenido acostumbrados las grandes centrales sindicales. Para los Chalecos Amarillos se realiza una manifestación pública porque la población “de abajo” sufre, económicamente y socialmente. Sufre de desprecio, de desempleo masivo, de trabajo precario, de salarios que no permiten, por lo menos, realizar las compras de bienes y servicios básicos de la semana o el mes, a pesar de que son ellos quienes producen la riqueza del país.
Por otro lado, es bien sabido que las centrales sindicales “solamente se ocupan de sus afiliados” y, en algunos temas, solamente de los trabajadores. Las centrales sindicales no se ocupan, en lo absoluto, de las familias “de abajo”, de los jubilados, de los inválidos, de los sin trabajo, de la pérdida de servicios públicos como escuelas, correos, transporte, etc. Las grandes centrales sindicales, en su plan reivindicativo, solamente se preocupan en la reforma del sistema Capitalista y, en ningún caso, de superarlo; a fin de eliminar los problemas de fondo de la sociedad y de la economía. En ningún caso se orientan hacia una lucha de transformación.
Aparte de ello, es de conocimiento general que las grandes centrales sindicales no son leales con sus propios afiliados. Es bien sabido que ellos obtienen sobornos (subvenciones) gubernamentales en función de los arreglos bajo la mesa en cuanto a la solución del Pliego de Reclamos sobre los niveles salariales o, simplemente, el inicio y cierre de las huelgas.
Este comportamiento malsano de las grandes centrales sindicales ha sido facilitado, esencialmente, por dos factores. Primero, porque el sindicalismo es reivindicativo, reformista. No pone en cuestión al modelo socio-económico imperante, a nivel mundial; el mismo que crea desempleo, sub-empleo, precariedad del trabajo, y salarios de hambre. Es decir, su posición reformista le facilita llegar rápidamente a entendimientos con el “patrón”.
Segundo, los objetivos incluso reformistas, reivindicativos, de las grandes centrales sindicales, son fácilmente negociables dado que su estructura organizativa es vertical y totalitaria. Todas las decisiones las toma el secretario general o, a lo sumo, con sus allegados. Esto hace que el sindicato sea presa fácil de los “arreglos” con la dirigencia empresarial y gubernamental. Los Chalecos Amarillos; es decir la Francia “de abajo”, conoce este estado de situación del sindicalismo oficial.
Y los efectos perversos del “sindicalismo” oficialista lo sufren, y lo han sufrido en carne propia por decenios enteros, dado que la mayoría de ellos pertenecen a la Francia “de abajo”, de los sin trabajo, de los marginados, de la “Francia periférica”. Con la gran movilización del 1º de Mayo 2019, los Chalecos Amarillos han marcado claramente un quiebre entre la lucha reivindicativa y la lucha por la transformación de la sociedad y de la economía.
Foto tomada de: Euronews
Deja un comentario