Afirma Abad que “el mundo contemporáneo, a nivel local y global se está polarizando radicalmente en una lógica perversa de amigos y enemigos, de repudios y lealtades, de amores y de odios”. La afirmación es categórica, se trata de una situación universal que seguramente refleja el conocimiento global del autor sobre todos los hechos del mundo contemporáneo. Pero, leída con más detalle, se trata de una afirmación tan general e imprecisa que podría aplicarse al mundo antiguo o a la época feudal sin mayor dificultad. Por su carácter tan general no es mucho lo que explica. Cuando habla del mundo contemporáneo, ¿en qué momento se inicia esta época? ¿cuál es la lógica a la que se refiere? ¿quiénes son los sujetos de la polarización? ¿quiénes son los amigos y los enemigos? ¿quiénes sienten amor y odio?
En el siguiente párrafo parecería que Abad intenta responder algunos de estos interrogantes. Se refiere en primer lugar a “épocas históricas no muy lejanas” (No queda claro si hacen parte del mundo contemporáneo o no) en la que líderes irresponsables arrastraron países a la guerra civil y a la guerra mundial. Parece entonces que se refiere ya no a todo el mundo, a un sujeto general, sino a “líderes irresponsables”, probablemente a Franco y los líderes republicanos y a los gobiernos que participaron en la primera y la segunda guerra mundial.
Señala que Carolin Emcke en un artículo publicado el 3 de mayo en El País de España[2] se “refirió a las falsas dicotomías a las que nos quieren someter y defiende la complejidad”. Motivado por este artículo, plantea Abad que “debemos hacer el intento de desmontar las falsas dicotomías en las que nos quieren obligar a tomar partido absoluto los promotores de la discordia”. Y sobre la situación colombiana plantea lo siguiente: “últimamente en la política colombiana se nos ha informado que hay solo dos bandos: quienes están por la vida y quienes van por la muerte. Que de ahí no se sale y tenemos que optar. Se evade en la discusión toda complejidad. Las palabras destilan odio y falsedad, imprecisión: ‘sicario, sicario, sicario’”.
No es fácil seguir la argumentación de Abad porque su lenguaje es impreciso. Pero parecería que lo que está planteando es lo siguiente: 1) Algunas personas u organizaciones nos quieren obligar a tomar partido en forma absoluta en falsas dicotomías; 2) Debemos desmontar esas falsas dicotomías; y 3) Al hacer lo anterior, debemos defender la complejidad. No es posible esperar que una columna con tan poco espacio desarrolle el autor una argumentación sistemática, pero sí que haga un esfuerzo por precisar los términos y las afirmaciones. Veamos.
No queda claro quiénes son los sujetos que promueven dichas falsas dicotomías. Con respecto a las “épocas históricas no muy lejanas” afirma que fueron líderes irresponsables, sin mencionarlos. Con relación a la Colombia actual no cuenta quienes “nos han informado” que hay solo dos bandos; la única alusión, fácilmente deducible, es a Álvaro Uribe, por haber llamado sicario tres veces a Petro. El otro que nos informa ¿será Petro? No lo dice explícitamente.
¿Cuáles son las falsas dicotomías? Esto, que es el eje del artículo, no es planteado claramente en ningún momento. Expresamente se refiere a “quienes están por la vida y quienes van por la muerte”. Se refiere a la dicotomía entre quienes están a favor y en contra del aborto? ¿Se refiere a quienes defienden la vida de los líderes sociales y quienes los están matando? ¿O a las diferencias políticas entre Petro y Uribe? Abad no precisa el asunto. Habla de las falsas dicotomías, lo que implica que hay dicotomías verdaderas. Pero, ¿cómo determina Abad cuándo son falsas y cuándo verdaderas? Tampoco precisa esto. Finalmente sobre la complejidad se limita a decir que hay que defenderla pero no dice nada más sobre el asunto.
Abad considera que las dicotomías son producto solamente de la voluntad, el deseo, las intenciones de los individuos: amigos y enemigos, amores y odios, líderes irresponsables, palabras que destilan odio y falsedad, etc. No cabe dentro de su discurso que los sentimientos, voluntades, intenciones de los individuos se enmarcan dentro de contextos concretos que establecen dicotomías reales: si devuelvo tierras a los campesinos se las quito a quienes se las apropiaron indebidamente; si aumento los salarios al doble se bajan las utilidades, etc.
Pero además, por el título de su columna, parecería que la crítica no es solo contra las falsas dicotomías sino contra uno de los elementos de una de ellas: el odio. ¡Abad está en contra del odio.! Pero no examina por qué se genera el odio y específicamente en qué circunstancias. Si me desplazan de mi terreno, me quitan mi propiedad y mi vivienda, me asesinan a un familiar, etc., etc., ¿no es apenas comprensible que pueda sentir odio.? El odio hace parte de la complejidad de la vida, la crítica no es contra el odio en abstracto sino contra las situaciones concretas que generan odio en determinadas personas y grupos.
Si las posiciones de Héctor Abad fueran expuestas en una conversación de cafetería o en un almuerzo domingo con la familia, podría aceptarse la superficialidad. Todos somos libres de dar opiniones sin sustento en nuestro ámbito privado pero Abad tiene el privilegio de escribir en un periódico de circulación nacional, como el mismo lo dice “quienes tenemos el privilegio y la responsabilidad de opinar en público con más audiencia que aquellos apenas cuentan con 30 segundos en Tweeter…” Su texto más que aclarar confunde, oculta, enmascara.
Me parece que lo más preciso que afirma en su artículo es que cree que “…nunca se acaba de aprender”. Apelando a su sentido de la responsabilidad no sería una mala idea que estudiara no solo como escribir mejor, aceptando la oferta de Carolina Sanín[3], sino que aprendiera más economía, política y sociología.
____________________________________________________________________________
[1] https://www.elespectador.com/opinion/contra-el-odio-columna-853770
[2] https://elpais.com/elpais/219/04/30/opinion/1556637867_752017.html
[3] Carolina Sanín “…una vez me invitó a asistir a su taller de escritura para enseñarme a escribir…creo que aprendería mucho en su taller y, si me queda tiempo, pienso asistir.”
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Héctor Abad Faciolince
Deja un comentario