Pero no quiero hablar sobre un documental que habla por sí solo, un documental que no cae en el terreno del amarillismo sino que mantiene una línea de sensibilidad crítica que espanta a los que teman verse en el espejo. Suelo decir que la película La mujer del Animal, de Víctor Gaviria, es algo así, otro espejo donde todos nos tendríamos que mirar.
Quiero referirme y destacar algunas lecciones que nos deja el trabajo de Jesús Abad. Por ejemplo, es claro que no busca captar imágenes para páginas rojas que vendan impresión, al contrario, busca captar la sensibilidad sin recurrir a imágenes degradantes. La crueldad, y esto no lo dice él, lo digo yo, no necesita ser tan explícita. La crueldad y el horror de la guerra son capaces de hablar sin necesidad de retratar un muerto, basta un cristo destrozado o una niña mirando a través del agujero de una ventana impactada por un proyectil.
Se palpa en cada fotografía un respeto por el ser humano, por la persona retratada, con quienes incluso ha entablado amistad. Esto es señal también de que no va tras una impronta oportunista ni una sensibilidad impostada, es al contrario la muestra de que su pasión –la fotografía– es la forma como puede expresar la injusticia, el miedo, la desigualdad, el terror; pero incluso, la esperanza, el optimismo y la ilusión; pues como él mismo dice: casarse tras un atentado era muestra de que había esperanza.
Ver en cada instante una imagen para retratar en su lente requiere de criterios rigurosos para no terminar arrodillado y rendido a la banalidad. Posiblemente muchas imágenes se habrán quedado sin tomar y otras sin publicar justamente porque al pasarlas por el revelador, saltan a la vista en un cuarto oscuro los negativos que contradicen aquellos criterios que tiene Abad para ejercer su profesión; que dicho sea de paso, no es fotógrafo, es un memorialista, un verdadero periodista, un investigador riguroso que tiene mucho que aportar a los grupos de investigación de nuestras universidades, quienes por estar más preocupados por las clasificaciones y posicionamientos en ranking, se les olvida el verdadero sentido de la investigación, el objeto de estudio y en algunos casos hasta tiran por la borda la ética: regla sobre la que trabaja irreductiblemente Jesús Abad.
Confío en que quienes no hayan visto El Testigo puedan hacerlo con la paciencia debida y con los ojos bien abiertos sobre cada imagen y cada relato que allí se proyectan. El Testigo es un insumo más que nos ayuda a entender por qué es necesario superar este estadio de tiempo; es un complemento a muchos otros trabajos semejantes. ¡Gracias Abad por su trabajo!
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Jorge Coronel López: Economista y Profesor universitario.
Foto obtenida de: Semana Rural
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