Eso sì, hay que señalar que el poder elector de Uribe ha necesitado del músculo económico del banquero Sarmiento Angulo quien financió en un 66%[1] la campaña electoral del entonces candidato presidencial. Ese hecho, ya normal en Colombia, pone en entredicho no solo la independencia del presidente Duque, sino la dignidad del cargo más importante del país. Es decir, esas dos circunstancias contextuales sirven para explicar muy bien el porqué del atraso sistémico del país, al estar sometido a los caprichos del banquero y del ladino latifundista.
Así entonces, los resultados que arroja la reciente medición hecha por Invamer hay que entenderlos en el marco de esas circunstancias contextuales, sin que ello signifique que los ciudadanos consultados por la firma demoscópica se hayan expresado a partir del reconocimiento de aquellas.
Pero antes de entrar a examinar las impresiones de varios colombianos recogidas en la señalada encuesta de Invamer, vale la pena caracterizar al presidente de Colombia, a partir de lo que proyecta y a las lecturas críticas expuestas por otros columnistas.
En primer lugar, Duque Márquez transmite una imagen de un hombre obediente y sometido a los designios del Centro Democrático (CD) y al pensamiento del líder espiritual y político que orienta a esa micro empresa electoral, hoy elevada a la condición de “Partido de Gobierno”, lo que sin duda es una exageración por cuanto no tiene la historia para ser reconocido como Partido Político y el comportamiento y las actuaciones políticas de sus cuadros no obedecen a principios democráticos, sino mas bien a prácticas propias de sectas religiosas que siguen a pie juntillas y con reconocida ceguera a su máximo líder.
En segundo lugar, Duque Márquez, a diferencia de políticos como Juan Manuel Santos, Gustavo Petro Urrego, Horacio Serpa Uribe, Andrés Pastrana Arango y el propio Álvaro Uribe, deseaban ser presidentes[2] y para ello, previamente cada uno de estos hizo una carrera política que incluyó el paso por cargos públicos como gobernador, alcalde de Bogotá, ministerios y por supuesto, el de congresista. Por el contrario, Duque Márquez jamás buscó o deseó llegar al Solio de Bolívar. Mas bien, Iván Duque se “encontró” con la Presidencia de Colombia.
En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, Duque no tiene un proyecto político propio, una idea o una consigna que permita pensar en que, equivocado o no, sus decisiones como jefe de Estado las toma y las adopta porque están ética y políticamente ancladas a ese proyecto o a esa idea que siempre quiso ejecutar. Por ejemplo, Juan Manuel Santos se la jugó por ponerle fin al conflicto armado interno con las Farc y con el ELN. Todos sabemos que logró negociar con las Farc-Ep. Ese era su proyecto político. Mientras que Duque llegó a la Casa de Nariño a ejecutar las ideas y proyectos de quien lo instaló en la presidencia. Y esa circunstancia lo pone en desventaja en términos de autonomía, reconocimiento y respeto por cuanto en su “partido” no le reconocen proyecto o idea alguna, madurada a través del paso del tiempo como servidor público.
Y, en cuarto lugar, en sus discursos y en sus ademanes Duque transmite inseguridad, falta de experiencia, convicción y compromiso. Por ello, hay quienes lo califican como un “presidente delicuescente”[3].
La fotografía
La foto que acaba de tomar Invamer recoge y expone con relativa fidelidad lo que se dice y se comenta en escenarios públicos y privados alrededor de quién realmente manda[4] en Colombia. Sabemos que Sarmiento Angulo y otros agentes del establecimiento son quienes tienen el control de las decisiones que en materia de política económica adoptan y deben adoptar los presidentes que ayudan económicamente para que se instalen en la Casa de Nariño.
Aunque en la encuesta no se pregunta sobre este asunto, es posible que en las interpretaciones que los lectores hacen de los resultados de la encuesta e incluso, las propias disquisiciones de los encuestados confluyan en una realidad inocultable: las decisiones que adoptan los presidentes en Colombia están sujetas a los intereses de agentes específicos del régimen de poder.
Sobre el pesimismo de muchos colombianos por el futuro del país, hay que decir que este no obedece exclusivamente al “perfil quejoso” del colombiano promedio, sino a una realidad económica: la economía se desaceleró y se contrajo por factores internos y externos. Y es peor la imagen para los encuestados cuando estos escuchan al ministro Carrasquilla decir que no saben cómo frenar el desempleo[5], a lo que se suma el débil discurso económico que exhibe el presidente Duque.
Con una aprobación del 37% de los colombianos encuestados, guarismo que los medios universalizan, a Duque Márquez difícilmente se le endilgan problemas de gobernabilidad por cuanto esta reposa en las manos del “partido de Gobierno” y en las bancadas de los otros partidos que más que acompañar al Gobierno, actúan con el claro objetivo de servir a específicos agentes económicos del establecimiento.
Las negativas percepciones recogidas en torno a la paz bien pueden tener asidero y explicarse por lo mostrado por Duque durante este primer año de gobierno: la clara intención de no reconocer las obligaciones que el Estado colombiano asumió al momento de firmarse el Acuerdo Final II. A lo que se suman los esfuerzos legislativos del CD con los que buscan impedir el desarrollo de la institucionalidad que debe crearse y ponerse en marcha de acuerdo con el contenido del Acuerdo Final II. El hecho de que el 60% de los encuestados crea que el Gobierno no cumplirá los acuerdos obedece claramente al reconocimiento que esos colombianos hacen de la actitud asumida por el gobierno de Duque de torpedear el proceso de implementación del Acuerdo Final.
En cuanto al guarismo que indica que el 78% de los mismos ciudadanos encuestados cree que los exFarc no cumplirán, esta percepción claramente obedece al manejo irresponsable que la gran prensa hizo del caso Santrich. Ese caso contrasta con el empeño de miles de excombatientes comprometidos con los proyectos productivos que se adelantan en varias zonas del país, con el apoyo de varios países europeos.
Eso sì, no se puede desconocer que hay preocupaciones muy serias en el grueso de los excombatientes por el futuro del proceso de implementación porque no reconocen a Duque como un aliado de la paz, sino a un camuflado enemigo de la paz, que expone en sus viajes al exterior su “compromiso con la paz de Colombia”, mientras que internamente su “partido” y él mismo, hacen todo para torpedear fiscal, institucional y políticamente la implementación del Acuerdo de Paz.
De otro lado, vienen las elecciones regionales y el panorama de la implementación de lo acordado en La Habana se podría oscurecer aún más si el “partido” de Gobierno logra hacerse con gobernaciones, asambleas, concejos y alcaldías en cuyos territorios se desarrollan los proyectos productivos en los que vienen trabajando los miembros del partido político Farc (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Comùn). Después de esta jornada electoral el país podrá tener con mayor claridad qué va a pasar con la consolidación de la paz en Colombia.
Frente al tema del desempleo, mientras se mantenga el débil aparato productivo en el país y se insista en exportar materias primas, en el modelo de la gran plantación y en la ganadería extensiva y poco competitiva, es posible no solo que siga creciendo, sino que las condiciones laborales se paupericen aún más. Y en ello está trabajando fuertemente el Centro Democrático con la propuesta de Uribe de trabajar por horas y cotizar en consecuencia.
Con todo, la encuesta hay que asumirla como una fotografía instantánea que dice mucho, pero que también impide conocer más de lo que realmente piensan y sienten los colombianos. Es una fotografía de un primer año de (des) gobierno de un presidente que fue elegido-puesto para beneficiar a sectores específicos de la sociedad civil y del otro lado, para golpear a la clase media, para que finalmente se logre el cometido de tener una sociedad con unos pocos muy ricos y millones empobrecidos económica, cultural y políticamente. De lo primero se encargará el gobierno de Duque y el CD; y de la precariedad cultural y política se encargan los medios masivos y la oferta cultural de los dos canales privados, RCN y Caracol. Hasta la próxima encuesta.
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[1] Véase: https://www.elespectador.com/noticias/politica/banco-del-grupo-aval-financio-mas-del-66-de-la-campana-presidencial-de-duque-articulo-828947
[2] Para el caso de Petro, èste conserva esa aspiración; para el caso de Serpa Uribe, ya él sabe que no podrá aspirar más a la presidencia de Colombia.
[3] Véase: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0646/articulo03.html
[4] Véase: https://www.sur.org.co/quien-manda-en-colombia-uribe-o-duque/
[5] Véase: https://www.rcnradio.com/economia/no-sabemos-las-causas-del-desempleo-ni-que-hacer-para-disminuirlo-minhacienda
Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo.
Foto tomada de: Revista Semana
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