La dinámica de la coalición traía un buen curso en Bogotá, en donde se aprendió la lección y se disponía construir un acuerdo programático de todas estas fuerzas políticas alrededor de la candidatura de Claudia López, quien hasta el día de hoy encabeza las encuestas en Bogotá. No obstante, se presentó una diferencia entre Gustavo Petro y Claudia López, en el sentido de que esta última afirmó que no estaría dispuesta a asumir la revocatoria del contrato del metro elevado, que de manera irresponsable, el alcalde Enrique Peñalosa quiere dejar contratado para dejar la ciudad embarcada en una megaobra que impacta de manera negativa el urbanismo de la capital, sumado a que esta mega obra se adelantaría en medio de enormes ilegalidades e irregularidades, tiene carencia de estudios de detalle, y bota a la basura los estudios avanzados del metro subterráneo, adelantados en la administración Petro. Esta diferencia se tornó fundamental, y propició una ruptura de este acuerdo de llevar una candidatura única.
Esta ruptura se presenta, en medio de una debacle de la izquierda en Bogotá, cuyos líderes naturales son Gustavo Petro y Angela Maria Robledo, quienes el año pasado obtuvieron alrededor de 8 millones de votos en la contienda electoral. La imposibilidad de construir el partido político de Colombia Humana, de un lado por el no reconocimiento de las autoridades electorales y judiciales del mismo, pero también por la idea de Gustavo Petro de que estas estructuras de tornan rígidas e innecesarias en la contienda política, derivaron en que las bases se tornaron en una diáspora, muchos de ellos regresaron al partido Verde y al Polo Democrático para hacerse al aval para aspirar a concejos municipales. La decisión tardía de apelar a la personería jurídica de la Unión Patriótica dificultó un proceso organizativo legítimo para participar en las elecciones regionales. Gustavo Petro, no se dio a la tarea de construir un candidato a la alcaldía de la izquierda en Bogotá, que recogiera y posicionara las apuestas programáticas del progresismo en la capital, y pudiera disputar un acuerdo con una consulta con el centro para lograr un candidato único. Dejó avanzar las candidaturas de Morris (Actual Concejal progresista) y Jorge Rojas (Ex secretario de Integración Social), sin abrir alguna discusión democrática sobre el destino y la legitimidad de estas candidaturas, o proponer un proceso de consulta para que la colectividad decidiera.
En el intento de lograr una candidatura para Colombia Humana, tuvo la salida en falso, con el respaldo de Ángela María, de proponerle a Alejandro Gaviria, Ex Ministro de Salud del Gobierno Santos, un legítimo representante del establecimiento económico del sector financiero de este país, y de los centros pensamiento del neoliberalismo, comprometido en cuestionadas decisiones en el caso de Medimas que tiene en riesgo la salud de más de 4 millones y billonarios recursos de la salud, ser el candidato a la alcaldía de esta colectividad. A todas luces una propuesta que rompía con los más elementales principios del proyecto político de Colombia Humana. Por obvias razones, el Ex Ministro no aceptó, si lo hubiera hecho, sería el candidato de la Colombia Humana a la Alcaldía de Bogotá.
En el contexto de la pérdida de curul de Ángela María Robledo, por una demanda ante el Consejo de Estado, que la acusaba de doble militancia, por su renuncia a destiempo del partido Verde, por cierto, curiosa destitución de una curul perteneciente a un Partido, Colombia Humana, no reconocido como tal para gozar de las garantías del estatuto de la oposición y la participación del proceso electoral, pero que se reconoce como partido para justificar una doble militancia y despojar una de las dos curules que tiene en el Congreso de la República. Esta destitución le posibilitó a Gustavo Petro, proponer a Ángela María como candidata a la Alcaldía, la decisión final fue no aceptar dado que ella optó, de manera legítima, por dar la batalla legal por su curul. El tema es que no presentó una contrapropuesta a la colectividad de quien podría ser un candidato o candidata que pudiera participar a nombre de Colombia Humana en la candidatura a la Alcaldía de Bogotá.
Así fue, como en un hecho desafortunado, a portas del cierre de las inscripciones, Claudia López da un portazo al acuerdo programático alrededor del metro subterráneo, Gustavo Petro decide ir con Candidato propio, y en un acto en mi opinión desesperado y autocrático, opta por apoyar a Hollman Morris, precandidato a la alcaldía que había sostenido el debate más argumentado en defensa del metro subterráneo, en medio de una candidatura inviable, dado que enfrentaba una denuncia de su ex esposa por violencia intrafamiliar y económica. A todas luces, un proyecto alternativo, no debería tener un candidato que debe resolver estos cuestionamientos, lo que le resta condiciones para asumir un debate público. Esta decisión de Gustavo Petro, la tomó al costo de romper su propio movimiento político, un distanciamiento con Ángela María, quien expresó su oposición a la candidatura de Hollman, y la renuncia de un conjunto de mujeres que habían rodeado a Gustavo Petro. La diáspora del progresismo en Bogotá demuestra que hace agua la idea impulsada por Gustavo Petro, de que no se requiere una estructura organizativa de partido, para llegar al poder. Se demuestra que sí se requiere construir organización, con liderazgos colectivos como una forma de acumular fuerzas, y evitar la dilapidación de un capital político enorme, como el logrado por la Colombia Humana en las elecciones presidenciales.
Desde luego, que un cuestionamiento sobre violencia de género, debe ser un motivo para que un candidato no asuma el debate público de un proyecto político alternativo, hasta tanto no se resuelva y se aclare la situación. No obstante, me llama la atención que no haya habido igual rechazo por parte del movimiento feminista, de la posible candidatura de Alejandro Gaviria, uno de los más enconados ideólogos de una política pública de salud, que como la ley 100, ha llevado al traste la vida de miles de mujeres, niños y niñas. Las políticas públicas excluyentes en el marco del neoliberalismo, es una de las más contundentes manifestaciones de la estructura patriarcal que ha llevado a la inviabilidad vital a millones de seres humanos en el mundo, especialmente mujeres, niños y niñas, que son las poblaciones más vulnerables. Me parece que con la misma contundencia que se rechazan prácticas machistas en un proyecto político alternativo, se deben rechazar las estructuras patriarcales. Cuando el movimiento feminista progresista, pierde sensibilidad para detectar personajes que representan las estructuras patriarcales que se expresan en políticas de Estado que promueven la exclusión de las mujeres, debe reflexionar, porque es posible, que hayan caído en la trampa que ha tendido el feminismo liberal, que sólo considera la variable de género para el debate público, maximiza el sexismo promovido por el “Me Too”, a consta de invisibilizar otras agendas patriarcales, clasistas, racistas, que merecerían igual rechazo. No se puede rechazar a Hollman Morris y al mismo tiempo brindar apoyo o pasar de agache con un ofrecimiento a Alejandro Gaviria. Ambos son la expresión de dos formas del patriarcado que deben examinarse. Este tema del feminismo alternativo y progresista creo, debe ser objeto de un profundo análisis, pero volvamos al debate electoral de Bogotá.
La última encuesta de Datexto, realizada en fechas en las que la opinión pública conocía la decisión de Petro de apoyar a Morris, muestra que por lo pronto este apoyo no se refleja en un aumento de la intención de voto. Morris continúa en el 6.1%. Lo llamativo es el aumento vertiginosos de Carlos Fernando Galán que le acorta distancias a López, con un 22%, frente a un 33.9% de esta. La posterior encuesta, realizada por Guarumo, muestra el estancamiento de Claudia López en un 28%, y se mantiene la tendencia de aumento de Galán con 17,2 %, sorprende el aumento de Miguel Turbay con un 14.4%, y en esta se registra el apoyo de Petro a Morris, quien alcanza un 11.7%. Estas encuestas, demuestran que Claudia no es imbatible, y ha podido llegar a su techo con los acuerdos que ha establecido.
De persistir esta tendencia, se pone en riesgo el triunfo de la alcaldía de Bogotá para un proyecto político alternativo, en ese contexto, un acto de responsabilidad política con la ciudad es reconstruir la coalición alternativa. Gustavo Petro ha manifestado que “las naves no están quemadas con Claudia”, Ángela Robledo ha dicho, que continúa tendiendo puentes. Después de todos los errores cometidos, esta me parece una actitud sensata y responsable con Bogotá. Es además necesario que el progresismo imprima una agenda de trasformación de mayor calado, a la hasta ahora gaseosa, y tímida propuesta de Claudia López, que continúa en un discurso de lugares comunes en temas de importancia social para Bogotá.
Enrique Peñalosa deshizo los avances en materia de política social que había alcanzado Bogotá recortando presupuestos, sumió la ciudad en una crisis ambiental con la tala de árboles, la incorporación de más buses a base de diesel, con el metro elevado que empeñará a Bogotá en enormes negociados de particulares, con un costo urbanístico y en movilidad enorme. El reto es lograr la conducción política de Bogotá para devolvérsela a los Bogotanos, y quitársela a los múltiples intereses particulares financieros, corporativos, inmobiliarios, de unos pocos que representa Enrique Peñalosa y sus propuestas de continuismo. La reconstrucción de la coalición de centro izquierda es una garantía casi inequívoca del triunfo en Bogotá. Una lección aprendida de las derrota de las elecciones Presidenciales. Se requiere humildad, grandeza y responsabilidad política.
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Carolina Corcho Mejía: Médica Psiquiatra y Politóloga.Corporación Latinoamericana Sur.
Fuente obtenida de: Revista Semana.
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