El primer momento, el del Frente Nacional, correspondió al desplazamiento de lo que había sido una élite tradicional modernizadora que había tenido la ciudad desde las primeras décadas del siglo XX (Solano, 1997; Zambrano, 1998) y que había recogido, en términos de réditos políticos, un periodo de cierto auge económico y social de la ciudad. Pero esa élite, ahogada por las circunstancias históricas que frenaron el dinamismo industrial de Barranquilla (Meisel, 1994) fue desplazada del poder por una nueva hegemonía: la de casas políticas clientelistas que hicieron de la apropiación del Estado —mediante el clientelismo, la corrupción, el control burocrático y el control de los recursos de inversión del Estado— su lógica central de actuación. Fue un período de crisis social, económica y política donde las grandes familias representantes del clientelismo —como la casa Name y la casa Gerlein, entre otras—, eran parte de dicha elite clientelista que sumió en una crisis profunda a la ciudad: la quiebra de las empresas públicas municipales con la consecuente debacle en los servicios públicos, el desgreño administrativo, el estancamiento urbano, social y económico de Barranquilla fueron la característica esencial de la incapacidad manifiesta de dicha dirigencia política (Bell y Villalón, 2000; Zubiría, 1997).
Las lentas transformaciones que se dieron a partir de la década de los ochenta, con la descentralización administrativa y sobre todo con la descentralización política gracias al acto legislativo N°01 de 1986 y la elección popular de alcaldes abrieron una posibilidad de renovación del sistema político colombiano que también tuvo su impacto político en la ciudad. Los acuerdos de paz con el M-19, la excelente votación que la AD-M19 obtuvo en Barranquilla durante el proceso de elección de los dignatarios para la Asamblea Nacional Constituyente, la nueva constitución y sus avances en materia política como la elección popular de gobernadores, posibilitó a inicios de la década de los 90, el tránsito hacia una nueva clase política emergente que empezaría a disputarle el poder seriamente a la élite clientelista frentenacionalista.
Es aquí donde se da una segunda circulación de las élites, con el surgimiento del Movimiento Ciudadano, quien va a ganar fuerza política en Barranquilla con la figura carismática y populista del cura Bernardo Hoyos, apoyado —sin él querer reconocerlo— en ese prestigio extendido del M-19 en la ciudad; junto con el movimiento ciudadano, va a darse un paulatino ascenso de la casa Char que inteligentemente se la jugó con una figura decente y fresca en la política para acceder al cargo de gobernador, el en ese entonces profesor universitario Gustavo Bell Lemus. Movimiento ciudadano y charismo, pudieron empezar a disputarle el poder político a la elite clientelista de las casas que habían dominado la política en las tres últimas décadas. Esta elite no desapareció totalmente del control político de la ciudad, pero si redujo considerablemente parte de ese poder. Si bien el discurso populista del alcalde Bernardo Hoyos galopó en su primera campaña a la alcaldía sobre la base de los ataques permanentes a dichas casas clientelistas, la lógica del poder, controlado en la ciudad durante los 10 años siguientes por el Movimiento Ciudadano que alcanzó consecutivamente la alcaldía de Barranquilla imponiendo a sus candidatos hasta el 2004, lo llevó a pactar con dichas casas, que por diversas razones tales como las redes claves de clientela política o capacidad técnica acumulada para ganarse licitaciones de obras de infraestructura les permitió mantenerse vigente, solo que el control ya no era hegemónico pues tanto el poder del Movimiento Ciudadano como del charismo se habían posicionado en la ciudad (Zubiría, 2009)
Pero la corrupción, los escándalos, los malos manejos administrativos, la dirigencia caudillista y polarizadora del cura Bernardo Hoyos Montoya, terminó desgastando dicha opción política que paulatinamente fue desplazada por la nueva elite más posicionada en la gestión de lo público: la casa Char. A partir de las elecciones del 2008 se inició la consolidación de una élite modernizadora que reencauchó algunos nombres tradicionales de la política en Barranquilla y que propuso un proyecto de ciudad con obras de infraestructura ambiciosas que han calado significativamente en la opinión pública. La canalización de arroyos —un proyecto que la elite clientelista del Frente Nacional evadió siempre bajo el falaz argumento que implicaría hacer nueva a la ciudad—, la red vial de gran impacto que se expande por los cuatro costados, la infraestructura deportiva y de recreación, con nuevos escenarios insignias de la ciudad y los parques totalmente intervenidos, han sido parte de ese empuje modernizador que les ha permitido controlar efectivamente la alcaldía de Barranquilla. Con la primera elección de Alejandro Char en el 2008 hasta el presente, la casa Char se ha consolidado en el control político de la ciudad y si algo caracteriza a las elecciones del 2019 es que podrán servir para confirmar la tendencia histórica de la política en Barranquilla que hemos señalado: el charismo se ha convertido en la casa hegemónica del poder político, no sólo porque habrá ganado la alcaldía, sino porque también tendrá el control sobre la gobernación con la candidatura de Elsa Noguera.
El proceso de escogencia y el aval que la respalda así lo demuestra. Desplazó a dos candidatos que representaban fuerzas políticas en la ciudad. Oscar David Galán, concejal de las entrañas del partido liberal y a Alfredo Varela quien aspiró a la gobernación en la campaña pasada, alcanzando la segunda votación después de Eduardo Verano por una diferencia realmente cerrada de 6823 votos. Aquí es importante no olvidar el proceso histórico que señala el peso de la dependencia y recordar que una de las transformaciones más importantes del sistema político colombiano ha sido precisamente el desmonte del sistema bipartidista y el surgimiento de un multipartidismo no consolidado, donde la dispersión al interior de los dos partidos tradicionales, pero también el surgimiento de sectores progresistas de izquierda, así como de otras fuerzas del espectro político como las minorías religiosas organizadas, han logrado ampliar el abanico de posibilidades en el juego democrático electoral. La lógica de este multipartidismo no consolidado llevó a que surgieran nuevos movimientos que provenían del seno de los partidos tradicionales con diversas casas políticas nacionales y locales (Losada y Liendo, 2015), que para las elecciones de este 2019 dejan ver, en los avales entregados a los dos candidatos más opcionados para ganar alcaldía de Barranquilla y Gobernación del Atlántico, un amplio acuerdo político entre estos sectores tradicionales con el control efectivo del Charismo.
Por tanto, la tarea a la que se enfrentan los otros candidatos es titánica y el logro de la misma dependerá en parte de la capacidad y el acumulado histórico organizativo que tengan, de las estrategias de articulación con sus electorados, de la originalidad de la campaña para encontrar eco suficiente en los medios de comunicación y poder ampliar así la divulgación de sus propuestas electorales entre la ciudadanía, además de todo ese conjunto de variables independientes difíciles de superar y que obedecen a las lógicas corruptas e ilegales que siempre ponen en riesgo la transparencia de las elecciones en nuestro país.
Sobre el papel, lo que muestra la coyuntura en la lucha por la gobernación del Atlántico es que ni los candidatos Rodney Darío Castro, con el aval del partido Colombia Renaciente, ni el pastor de varias congregaciones de las iglesias cristianas Carlos Julio Dennis Vega avalado por Colombia Justa y Libres, ni Diana Macías, avalada por el partido Alianza Social Independiente (ASI), representan en términos de fuerza electoral —que se constata según las tendencias que señalan las encuestas hechas para medir opción de voto (Zona Cero, 2019)— una verdadera rivalidad para la candidata exalcaldesa de Barranquilla y exministra de Vivienda Elsa Noguera, quien cuenta con el respaldo de Cambio Radical, Partido Conservador, Partido Liberal, Centro Democrático y la casa Name del partido de la U, pero que políticamente es la candidata del charismo, pues fue gracias a las gestiones del ex senador Fuad Char con el director del Partido Liberal, Cesar Gaviria, que se concretó el apoyo de dicho partido a la aspiración de Noguera de la Espriella y el desmonte de la candidatura de Óscar David Galán.
La única pregunta que queda y que será resuelta el 27 de octubre gira alrededor de la candidatura de Nicolás Petro, avalado por el partido Colombia Humana- UP, pero que en realidad se mueve en su aspiración bajo la premisa falsa de que el prestigio político se pueda endosar; en este sentido, la aspiración para la gobernación de Nicolás Petro descansa sobre el poder electoral obtenido por su padre, Gustavo Petro, quien consiguió en el Atlántico en las pasadas elecciones presidenciales, el respaldo mayoritario de los electores, hasta el punto de consolidarse como el movimiento político más fuerte en el departamento. Pero una cosa es una segunda vuelta presidencial entre dos opciones y otra muy distinta es una contienda por la gobernación; como lo señaló el analista político Horacio Brieva (2019), Gustavo Petro, “presa de su autismo y su caudillismo narcisista”, está a las puertas de “despilfarrar” la “gran fortuna electoral” forjada en Barranquilla.
Por su parte los tres candidatos que compiten para la alcaldía de Barranquilla en contra de Jaime Pumarejo, el candidato charista que lidera las encuestas (CMI, 2019), tendrán una tarea todavía mucho más titánica para alcanzar sus aspiraciones. Con un respaldo en la gestión del alcalde que no ha caído en las últimas mediciones de popularidad (El Heraldo, 2019), con una debilidad organizativa propio de nuestras colectividades políticas detrás de los nombres de Diógenes Rosero, quien con el aval del Partido Verde representa realmente una opción nueva y fresca de la política local, Rafael Sánchez Anillo, avalado por el partido ASI y quien en las pasadas elecciones, obtuvo 86790 votos para la alcaldía que ganó Alex Char con 355844 votos, diferencia demasiado amplia como para hacerse esperanzas reales; y Antonio Bohórquez, avalado por la coalición entre Colombia Humana – UP, Mais y el Polo Democrático y quien históricamente también ha participado en las toldas del Movimiento Ciudadano durante la época de control político del mismo, el triunfo y por tanto el control hegemónico sobre la ciudad parece estar prácticamente garantizado. No porque Jaime Pumarejo represente una opción política de mayor peso que la de sus contendores en el plano personal, sino porque el control hegemónico de la casa Char, con el prestigio político ganado en la ciudadanía barranquillera, ha logrado aglutinar bajo un mismo paraguas el respaldo de Cambio Radical, el Partido Liberal, el Centro Democrático, el Partido Conservador y la Casa Name de la U. Son, en el terreno duro de las realidades matemáticas electorales, demasiados votos cautivos como para no obtener la victoria.
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Referencias
Bell Lemus, C. y Villalón Donoso, J. (2000). El período del Frente Nacional y la crisis de los años sesenta (1957-58, 1974-75). En J. Villalón Donoso (comp.), Historia de Barranquilla (pp. 251-277). Barranquilla: Universidad del Norte.
Brieva, H. (2019). El tenso y espinoso camino entre la izquierda y grupos alternativos para unirse en Atlántico. Entrevista a Horacio Brieva, lunes 27 de mayo de 2019. Zona Cero. Ver: http://zonacero.com/generales/el-tenso-y-espinoso-camino-entre-la-izquierda-y-grupos-alternativos-para-unirse-en
CMI, 16 de agosto de 2019. “Jaime Alberto Pumajero de Cambio Radical, avalado por el Centro Democrático, el Partido Liberal y otros: 80 %.”
EL Heraldo, 8 de marzo de 2019. “Según la reciente encuesta realizada por Gallup Colombia S.A.S., el alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, registra un nivel de aprobación del 92%. Con este sondeo de opinión, el alcalde Alejandro Char se mantiene, por tercer año consecutivo, con el mayor índice de aprobación de su gestión”. Tomado de: https://www.elheraldo.co/barranquilla/alex-char-el-mas-valorado-barranquilla-la-mas-optimista-605238
Losada, R. & Liendo, N. (2015) Un sistema de partidos que se transforma. En: Barrero, F. & Battle, M. (Ed.) Elecciones en Colombia 2014: ¿Representaciones fragmentadas? Bogotá, Colombia: Konrad Adenauer Stiftung.
Meisel Roca, A. (1994). ¿Por qué se disipó el dinamismo industrial de Barranquilla?. Barranquilla: Gobernación del Atlántico.
Solano de las Aguas, S. P. (1997). La modernización de Barranquilla, 1905-1930. En Historia General de Barranquilla: sucesos (pp. 85-99). Barranquilla: Academia de la Historia de Barranquilla.
Zambrano Pérez, M. (1998). El desarrollo del empresariado en Barranquilla 1880-1945. Barranquilla: Universidad del Atlántico.
Zona Cero, 9 de mayo de 2019. “La exalcaldesa le gana lejos a sus eventuales contendores políticos. Con un 54%, Elsa Noguera encabeza la intención de voto a la Gobernación del Atlántico, según la más reciente encuesta de la firma Datanálisis para Emisora Atlántico, CV Noticias y Zona Cero”. Tomado de: http://zonacero.com/politica/elsa-noguera-lidera-encuesta-la-gobernacion-del-atlantico-con-un-54-127216
Zubiría Mutis, B. (1997). Poder político en Barranquilla durante el Frente Nacional, 1958-1974. (Tesis de Maestría, Universidad Nacional de Colombia, Universidad del Atlántico, Barranquilla).
Zubiría Mutis, B (2009). Barranquilla, de la esperanza al desencanto: dos décadas de gobierno local. Revista Foro, 68, 91-104.
Blas Zubiría Mutis, Sociólogo, Magister en Historia. Docente de tiempo completo de la Universidad del Atlántico. Miembro del grupo de Investigación Goffman, Universidad del Atlántico.
Foto tomada de: La FM
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