Sistema I
Los empresarios han dicho que los impuestos en Colombia son muy altos, y que ello afecta de manera negativa el empleo. Desde esta lógica, los menores impuestos permiten aumentar la inversión y crear nuevos puestos de trabajo. Este enfoque se ha popularizado en Colombia, retomando argumentos que también se han propuesto en países como Estados Unidos. La causalidad lógica de este enfoque es inobjetable.
Esta mirada corresponde a una concepción teórica, que se podría llamar “no keynesiana”. El color marca la diferencia entre el “corto” y el “mediano” plazo. El aumento del producto y la recuperación de la tributación se lograrían en el “mediano” plazo. Esta diferencia entre el corto y el mediano plazo siempre es borrosa, y con una cierta arbitrariedad, se podría decir que el corto plazo es un año, y el mediano es 3 años.
A partir de esta mirada, la reducción inicial de los impuestos se terminaría compensando en el mediano plazo. Y, por tanto, no habría un impacto fiscal negativo. Esta forma de justificar los menores impuestos, está acompañada de un discurso en el que la caída de los tributos favorece a los empresarios (mayor ganancia), a los trabajadores (más empleo) y al gobierno (aumento en los impuestos). Todos contentos! En el discurso político esta mirada es atractiva porque no exige ningún sacrificio presente.
Pero, en contra de lo esperado, a los empresarios y al gobierno les ha sorprendido que los menores impuestos no se hayan reflejado en mayor empleo. La tasa de desempleo sigue creciendo a pesar de aumentaron las exenciones y de que los costos asociados a la nómina se han reducido de manera notable.
Puesto que el desempleo continúa subiendo, los empresarios están solicitando una mayor flexibilización laboral, de tal manera que las normas de contratación sean menos exigentes. La lógica argumentativa es muy similar a la anterior.
Y, también, las causalidades se pueden dividir en efectos de corto y de mediano plazo. En el mediano plazo, la reducción salarial favorece el producto, el empleo y termina mejorando el salario.
Estas dos secuencias son el sistema I. Esta mirada “no keynesiana” la ha venido defendiendo el Ministro de Hacienda y los empresarios.
Sistema II
Frente a las dos secuencias anteriores se han propuesto dos visiones alternativas, keynesianas, que desde el punto de vista lógico son igualmente válidas. A
Y por el lado de los salarios
Estas dos últimas secuencias, el sistema II, responde a lógicas analíticas completamente distintas a las del sistema I. Se trata de enfoques keynesianos, en los que la intervención pública es fundamental, y el aumento del salario es un incentivo para mejorar la productividad.
Desde el punto de vista teórico, ambas secuencias son claras e inobjetables. En el terreno lógico no se puede decidir cuál es mejor. El conflicto tampoco se resuelve en la realidad, porque las secuencias no son unicausales, ni lineales, tal y como están descritas en los dos sistemas. La opción por una u otra alternativa se define en el terreno político. Y dependiendo de las fuerzas predominantes, se optará por uno u otro camino.
La opción entre los sistemas I o II es fundamental porque afecta la calidad de vida de las personas. En Colombia los últimos gobiernos han tratado de implementar políticas públicas consistentes con el sistema I. La ley de “desfinanciamiento” es un claro ejemplo. Esta visión se acentúa con el afán de los empresarios por flexibilizar el mercado laboral.
El sistema I no resuelve los problemas sino que los agrava. Es la pretensión de mejorar el empleo y el crecimiento por la vía de la depresión salarial, que lleva a una reducción de la productividad. Cuando el salario baja, los empresarios no tienen ningún interés en mejorar la productividad. Esta vía nos ha llevado a perder competitividad, y nos impidió aprovechar las bonanzas del petróleo y de los minerales. Además, es un enfoque que minimiza el liderazgo que puede ejercer el Estado. Y sin tributación el sector privado no puede contar con buena infraestructura y servicios sociales de calidad.
En países como Alemania los altos salarios han obligado a mejorar la productividad y la competitividad. El discurso a favor de la flexibilidad laboral no resuelve el problema del desempleo y, peor aún, impide que haya avances en productividad y competitividad. Y en medio de este panorama la calidad de vida se deteriora.
Jorge Iván González.
Foto tomada de: RED + Noticias
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