Para las elecciones de 2019 se presentan a la Alcaldía 4 candidatos de los cuales 3 por coaliciones y 1 por movimiento social o grupo significativo de ciudadanos. Carlos Fernando Galán intenta mostrarse como un candidato ajeno a los partidos aunque su carrera ha estado siempre dentro de los partidos tradicionales, Miguel Uribe tiene en su coalición el apoyo de los principales partidos tradicionales, Claudia López se fundamenta principalmente en el centro del espectro político y Hollman Morris representa la izquierda dentro del pro capitalismo. Los candidatos al Concejo representan a 16 partidos, movimientos o grupos significativos de ciudadanos y coaliciones, los cuales son casi los mismos que se presentaron y obtuvieron votación en 2015 (los nuevos son el partido Alianza Afrodemocrática Colombiana, el Partido Colombia Renaciente, el Partido de Reivindicación Étnica y el Partido de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común). Muy probablemente se mantenga una distribución de la votación entre estos partidos y movimientos similar a la actual pero el único resultado cierto y seguro es que el partido pro capitalista obtendrá la totalidad o casi totalidad de los votos y las curules
La oferta programática: pluralismo engañoso
La gran cantidad de partidos y movimientos parecería indicar que existe un gran pluralismo y diversidad de opciones para los votantes. Efectivamente hay diferencias en temas religiosos, de género o ambientales, o de alcance de la intervención pública en prestación de servicios, por ejemplo, pero en cuanto al modelo económico y el tipo fundamental de sociedad prácticamente son iguales. Todos los partidos son defensores del sistema capitalista y de políticas reformistas que buscan, aparentemente resolver las consecuencias del sistema haciendo ajustes en algunos aspectos. Todos tienen en común que inscriben dentro de sus estatutos y programas la garantía de los derechos y con mayor o menor énfasis son todos partidarios de la Constitución Política vigente que es claramente una constitución pro capitalista. En muchos casos es difícil encontrar las diferencias entre partidos como el Partido de la U, Cambio Radical o el partido liberal.
Podría decirse que desde la perspectiva del modelo económico estructural solamente existe un partido: se trata de unas elecciones donde solo compite un partido. Además, no es simplemente de una contienda de ideas abstractas sino de la ratificación de una realidad existente y concreta: la sociedad colombiana está regida por el modo de producción capitalista. En ningún momento de la historia electoral colombiana los “ciudadanos” votaron y eligieron el modo de producción capitalista y el asunto tampoco se planteó en la Constitución de 1991. Es algo que está dado, opera en la práctica y no se pone en discusión. La Constitución de 1991 prohíbe la esclavitud y la servidumbre pero mantiene la servidumbre y la esclavitud asalariada, es decir, el fundamento de unas relaciones en las cuales la mayoría de la población elabora todo el producto social pero se queda solamente con una parte y mantiene a la minoría, a los capitalistas.
Por tanto, en lo fundamental, las elecciones son simplemente un evento en el cual cada cuatro años se permite a los oprimidos elegir a quienes los representarán y oprimirán, sea en el gobierno nacional o en los gobiernos territoriales. Las condiciones de fondo que generan consecuencias negativas para la mayoría de los trabajadores: bajos ingresos, deficiente alimentación, vivienda inadecuada, desempleo y subempleo, miseria, prostitución, mendicidad y delincuencia, no cambiarán en nada fundamental. Quizá habrá algunos paños de agua tibia. Todos los partidos en supuesta competencia electoral, con mayor o menor consciencia, realizan un acto de engaño periódico. Incluso movimientos como Colombia Humana a lo más que llegan es a proponer algunos mejoramientos en las condiciones de vida de las clases trabajadores pero ningún cambio de fondo.
Cerca de la mitad de la población no vota nunca y probablemente en las próximas elecciones se repetirá este resultado. Quizá instintivamente saben que nada va a pasar ni nada va a cambiar con las elecciones en sus condiciones de vida cotidianas. Entre quienes votan una parte lo hace motivada por algún beneficio particular o grupal concreto y otra parte vota “libremente”, según su conciencia, usualmente más por las personas que por las ideas y programas concretos.
En general, la gran mayoría de los votantes también está de acuerdo con el sistema capitalista predominante y cree que efectivamente se lograrán algunos cambios de fondo con ciertos candidatos. Se trata de una población no organizada políticamente que eventualmente asiste a algunas marchas o manifestaciones de protesta pero que no hace parte de partidos o movimientos en forma activa. Los votantes de izquierda dentro de este grupo creen todavía posibles algunas reformas en materia rural, de ordenamiento urbano, ambientales, de seguridad social y por tanto se ilusionan con movimientos como el liderado por Gustavo Petro quien también ha manifestado abiertamente su apoyo al sistema capitalista y específicamente a una modalidad de capitalismo progresista.
Lo único cierto es que el capitalismo no tiene contradictor político y que por tanto cualquiera sea el resultado no habrá cambio de fondo. A pesar de afirmaciones frecuentes sobre la crisis de los partidos, el partido único pro capitalista está fuerte y gana todas las elecciones. Además genera la ilusión de pluralismo y diversidad que ofrece a los ciudadanos la posibilidad efectiva de elegir; por ejemplo, el partido liberal todavía en sus estatutos se declara el partido del pueblo y se define como una coalición de matices de izquierda. El partido único es una coalición de matices de capitalismo.
Las ilusiones con la democracia
Escribe en Razón Pública un artículo Esteban Salazar[1] donde se refiere al hecho de que en muchas regiones ya los candidatos están decididos (resultados ciertos), debido al enorme control del aparato público y de los procesos electorales por parte de diversos clanes. Este autor se fija sobre todo en los temas del dominio político y la corrupción electoral, pero salvo alguna referencia marginal no menciona los poderes económicos dominantes que están detrás de ellos.
Pero lo más interesante que quisiera resaltar es la referencia a la democracia colombiana; dice lo siguiente: “Estas dos amenazas (violencia y postulación de candidatos envueltos en escándalos) ponen en entredicho la calidad de nuestra democracia y de nuestro sistema electoral.” “Sin duda alguna, muchos de estos candidatos representan un grave riesgo para la democracia, sobre todo aquellos que aspiran a las gobernaciones y las capitales departamentales”. “Estos ejemplos, y otros, como los de La Guajira, Córdoba, Magdalena, Tolima y Putumayo, muestran que en muchas regiones del país las elecciones ya están cantadas. Eso torpedea nuestro sistema democrático y nos hace preguntarnos sobre la crisis de nuestro sistema político.” “Ponen en entredicho la calidad de nuestra democracia”, “grave riesgo para la democracia”, “torpedea nuestro sistema democrático. En estas expresiones se refleja claramente una concepción sobre el Estado y el sistema de gobierno en Colombia: la aceptación acrítica de que existe una democracia. Parecería que esto no está en cuestión. La democracia puede ser afectada, estar en riesgo, ser torpedeada, pero es democracia, contra todas las evidencias en contrario. Es llamativo que una Fundación que elabora análisis tan serios y críticos de la política colombiana, adopte estas concepciones sin fundamento en la realidad.
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[1] https://www.razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-y-paz-temas-30/12313-elecciones-ya-se-sabe-quienes-van-a-ser-los-elegidos.html?utm_source=MadMimi&utm_medium=email&utm_content=Elecciones%3A+ya+se+sabe+qui%C3%A9nes+van+a+ser+los+elegidos&utm_campaign=20191001_m154347467_; 30 de septiembre
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: RCN Radio.
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