Tras la actuación del popular cómico Xavi Castillo, cuyos «sketches» son muy incisivos con los políticos, hubo dos intervenciones5 moderadas por el periodista Emili Piera, experto en medio ambiente.
Hablaron los ponentes de la situación climática actual y de la insensibilidad de la clase política. A continuación, mencionaron a FRIDAYS FOR FUTURE6, conocidos también como «Juventud por el Clima», por la energía de sus intervenciones y la semana «climática» que habían lanzado el 20 de septiembre y que culminó en manifestaciones masivas en todo el mundo el 27. Centenares de miles de personas se lanzaron a la calle para decir «¡basta!».
A pesar de que los poderes fácticos y sus «alevines» —los políticos— no tardaron ni 48 horas en decir que no tenían ninguna intención de cambiar sus inversiones por muy contaminantes que fuesen, el miedo ha empezado a cundir entre sus filas. Intuyen que, si la líder juvenil Greta Thunberg sugiriese, por ejemplo, que la gente deje de consumir algo porque contamina, la obedecerían y la empresa afectada vería hundido su negocio. Posiblemente sea ese el motivo por el cual los medios de comunicación afectos al poder han empezado a demonizar a la líder sueca y al FFF.
Afirmaron también que, por primera vez, la ecología ya no es expresión de locos visionarios que protestan en la calle, puesto que ha entrado en los hogares debido a la aceleración del cambio climático, más rápida de lo esperado.
Indudablemente, en el ámbito del medio ambiente la verdad acaba siendo revolucionaria. Sin embargo, cuesta encarar la cuestión desde los ángulos adecuados. El mismo domingo 29 de septiembre, en un programa de televisión de «La Sexta» dirigido por la periodista Ana Pastor, se hizo un diagnóstico basado en datos y no en objetivos, ya que la economía no tiene en cuenta a la ecología: sabemos que el capitalismo se basa en el crecimiento permanente, por lo que no se adapta a los ritmos de la naturaleza y es irrespetuoso con ella. Tanto el poder económico como político lo saben y cuentan con datos concretos. Así, un 10% de los países ricos emiten el 50% del CO2 contaminante y las 100 empresas más importantes del mundo generan el 70% de dicha contaminación, si bien lo más grave es que el capitalismo se está extendiendo hacia el sur. Por tanto, si no contextualizamos esta evolución, estamos abocados al desastre.
Desde ATTAC analizamos las causas y nos planteamos objetivos para avanzar; no obstante, tenemos claro que la tecnología no es la panacea. Ahora bien, consideramos que hay que tomar conciencia colectiva de la gravedad del problema y adaptarnos al cambio climático aunque conlleve enormes sacrificios. Asimismo, apostamos por la solidaridad con quienes sufrirán las consecuencias más graves—inundaciones, sequías…—, ya que son los más desfavorecidos. Por otro lado, sabemos que no hay posibilidad de transformación si no sustituimos el modelo energético basado en combustibles fósiles, que producen el 70% de las emisiones contaminantes, por energías renovables —pese a que no son el remedio universal— y, sobre todo, el autoconsumo energético. Tampoco aceptamos el PIB como indicador de progreso social habiendo hoy medidores más fiables. Finalmente, creemos que el feminismo puede dotar de una enorme potencialidad al movimiento ecologista.
También se habló de la situación en nuestro país, uno de cuyos problemas más grave para el medio ambiente es la desregularización. El «todo vale» que conlleva ha permitido la entrada de proyectos oportunistas que se han enquistado a lo largo de medio siglo y que la clase política ampara.
De igual forma, la custodia de nuestro territorio es desigual, porque solo un 4% de la población (pastores, forestales…) atiende a un 90% de suelo despoblado. Los urbanitas viven desentendidos del problema a pesar de los beneficios que sacan.
También es grave el problema de la gobernanza, puesto que tanto las entidades públicas como privadas comparten las mismas responsabilidades, por lo que ante una catástrofe, no se sabe en quién recae la competencia. La solución pasa por invertir en economía natural, porque se racionalizaría la prevención y los efectos serían menores.
En cuanto al ámbito del conocimiento —aunque sería más exacto hablar de «desconocimiento»—, si echamos una ojeada a los programas de estudios, comprobamos su enorme fraccionamiento y falta de coordinación. Así, hay disciplinas muy favorecidas, como la Economía — incluso se tienen en consideración las teorías de los «terraplanistas»7, que creen que nuestros recursos son inagotables— y otras fundamentales pero no impulsadas, como la cultura del agua o las externalidades.
Por lo que respecta a la clase política, a pesar de que sabe la verdad, no hace nada, por lo que deberíamos considerarlos auténticos delincuentes.
Un ámbito en el que la naturaleza se enfrenta a la depredación son las burbujas inmobiliarias, que precisan de infraestructuras aportadas y sostenidas por el Estado, el cual ya se encarga de cobrarnos a la ciudadanía su coste por medio de impuestos. Con demasiada frecuencia dichas burbujas no tienen en cuenta los impactos ambientales que provocan ni nuestros gobernantes prevén sus consecuencias, que derivan en catástrofes medioambientales.
En síntesis, la actitud de los poderes públicos ante el cambio climático es taponar en vez de reparar. Como ejemplo, la regularización de miles de viviendas ilegales en vez de ordenar su derribo o la elaboración de programas medioambientales que en muchos casos se contradicen con los económicos e infraestructurales. La solución consistiría en tratar el problema desde una perspectiva medioambiental teniendo en cuenta que la sostenibilidad ecológica será incompleta si no se acompaña de una sostenibilidad social.
Valencia se ha convertido en un caso emblemático de depredación. Nuestro problema más acuciante es la ampliación del puerto debido a las presiones de la empresa china MSC y otra naviera dedicada al turismo, las cuales rechazan los estudios técnicos, económicos y ecológicos presentados por quienes quieren impedir dicha ampliación y amenazan con marcharse si se frena su crecimiento. Los medios de comunicación han dicho, incluso, que la ecología impide el crecimiento económico de nuestra región. Mientras tanto, el PSOE está facilitando dicha ampliación y manifiesta una falta de tacto ante las demandas de la ciudadanía, una parte importante de la cual presenta una elevada desinformación.
Tampoco son menores la vigencia de modelos desarrollistas de los 1960 y los informes de impacto ambiental que maquillan la realidad, ya que de ellos se encargan expertos «independientes» que dependen de quienes les contratan…
Finalmente, no se tienen en consideración los informes de los Tribunales de Cuentas, una de cuyas funciones es evaluar el impacto económico de los proyectos que el Estado plantea. En el caso de Francia, por ejemplo, donde sí que se tienen en cuenta, evalúan primero las necesidades y actúan en función de los bienes disponibles. Aquí, los proyectos se deciden a priori. De ese modo, el costo es siempre mayor del previsto y, por supuesto, pagado con nuestros impuestos. A lo anterior, habría que añadir el precio de la escandalosa corrupción por proyectos urbanísticos, de la cual no se han librado ni el PP ni el PSOE ni Convergència Demodràtica de Catalunya cuando tuvo el poder. En el caso de Jordi Pujol, más de 23 años. Muchos de ellos en vía judicial.
Una política medioambiental eficaz debería gestionar temas como el capitalismo verde, la financiarización de los bancos de hábitat, los problemas de tratamiento de residuos y urbanísticos, los Tratados de Libre Comercio Internacional, los Tribunales Internacionales de Arbitraje que pasan por encima de los Estados, los planes urbanísticos obsoletos, el lucro cesante, las centrales nucleares, las autopistas innecesarias, el AVE8, el papel de la ONU y de movimientos como FFF, la necesidad de coordinarnos las OSC frente a la fragmentación a que nos ha abocado el capitalismo…
Aunque no lo parezca, hemos avanzado, pero continuamos en la peor de las situaciones ecológicas posibles, porque las leyes están hechas por quien manda. Así pues, quizás sea la estructura económica lo primero que tendríamos que cambiar…
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Pepa Úbeda
1 Movimiento internacional altermundista que promueve el control democrático de los mercados financieros y de las instituciones encargadas de su supervisión mediante la reflexión política y la movilización social. Nació en Francia en 1998 y forman parte 35 países. Es esencialmente europea, pero también está implantada en MERCOSUR, Asia, África y América del Norte.
En cuanto a sus siglas, significan «Asociación para la Tributación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana».
2 Me refiero a una región española llamada «Valencia» y cuyo nombre coincide con el de la capital de dicha región o departamento.
3 OSC. Organizaciones de la Sociedad Civil.
4Aquí me refiero a la capital de la región.
5 Alberto Fraguas y Joan Olmos, expertos medioambientales muy respetados. Mi artículo se ha basado en sus interesantes y bien documentadas aportaciones.
6 FFF. Fridays for future.
7 Quienes creen que la Tierra es plana.
8 Trenes de Alta Velocidad.
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