A pesar de que el tema de la paz no constituye el eje articulador de las campañas, en el fondo, lo que nos jugamos ese domingo tiene que ver con el futuro del proceso de paz que, recordemos, está en la etapa de la implementación, que corresponde al punto 6 de la Agenda que se negoció en La Habana.
Y es que estratégicamente, los grandes medios masivos de comunicación, afectos al Régimen, borraron de sus acomodadas e interesadas agendas la palabra Paz y todo lo que haga referencia al proceso de implementación del Acuerdo firmado en el teatro Colón de Bogotá.
Como en otras ocasiones, las empresas mediáticas y periodistas les tendieron una trampa a las audiencias. Y estas cayeron. Hoy solo se habla de las campañas, sucias por demás, que se adelantan en Bogotá, Cali y Medellín, para nombrar a tres de las grandes ciudades del país.
Curiosamente, la candidata Claudia López, una defensora del proceso de paz, poco habla del asunto. Y pensarán muchos: es que Bogotá no tiene nada que ver con el proceso de implementación que debe adelantarse en los territorios en los que con mayor rigor se desarrolló el conflicto armado. Todo lo contrario. Bogotá tiene mucho que ver. El solo hecho de seguir atados al viejo centralismo bogotano es suficiente para reconocer la importancia que debería tener el tema de la construcción de la Paz Territorial en el resto del territorio nacional. Y es así, a pesar de lo señalado en la Carta Política, en materia de descentralización.
En un debate sobre el posconflicto en el Congreso, la entonces senadora Claudia López hablaba de la necesidad de construir Estado en las regiones, en las localidades, en los entes territoriales. Y que ello implicaba abandonar la idea “arrogante y fracasada por demás, de que el Estado se lleva, como si fuera una maleta”.
La candidata López cayó en la discusión de los problemas de Bogotá, cuando pudo, desde ya, marcar un derrotero político de su eventual administración, de cara a las elecciones presidenciales de 2022. Y ese derrotero debió ser la construcción del posconflicto en Colombia. No quisiera pensar que su discurso en el ya referido debate solo hacía parte de su trabajo legislativo, dada su condición de congresista, pero poco que ver con su condición de ciudadana que apoyó el proceso de paz y votó Sí en el plebiscito del 2 de octubre de 2016. Sería lamentable que así fuera.
Nadie niega de la importancia de discutir los problemas de movilidad que atormentan a los capitalinos, pero quedarse en la discusión del Metro y de la inseguridad, le resta energía y erosiona el perfil de una mujer que puede, desde Bogotá, liderar cambios sustanciales en las maneras como se relacionan los municipios con el poder central.
Y en el mismo error cayeron los candidatos a las alcaldías de Cali y Medellín. Mirada la capital del Valle como ciudad región, es mucho lo que se puede aportar a la discusión sobre cómo va el proceso de implementación del Acuerdo Final en departamentos como Cauca, Nariño y Putumayo, que de tiempo atrás exhiben relaciones claves con la Sultana del Valle. En el mismo sentido debería mirarse a la capital antioqueña.
Aceptemos que los problemas de esas tres ciudades capitales exigen la completa atención por parte de los candidatos que buscan este 27 resultar electos, razón suficiente para dejar de pensar en la consolidación del proceso de implementación del Tratado de Paz. Ello implica dejar que en las regiones en donde se desarrolló con mayor fuerza el conflicto armado y en las que hoy acogen a los reinsertados de la extinta guerrilla, discurran los debates en torno a los sempiternos problemas locales, sin hacer conexión con el proceso de implementación de lo acordado entre el Estado y las antiguas Farc-Ep.
Hacerlo así, sería apostarle a que el carácter periférico del conflicto armado, se extienda ahora a la construcción de la Paz Territorial. En esa línea, estaríamos ante un seguro fracaso de esos esfuerzos locales, cuando subsisten responsabilidades que se deben asumir en los niveles departamental y nacional (Bogotá). Lamentable sería que desde las ciudades capitales y desde la misma capital del país se consolide la idea de que la Paz Territorial es un asunto de municipios, corregimientos y veredas periféricos en donde fracasaría la Paz si no se consolida una institucionalidad estatal y privada fuerte.
Es posible que la Gran Prensa bogotana no esté registrando las discusiones que sobre la paz y el cumplimiento del acuerdo de paz se estén dando en ciertos municipios. Como también es probable que esas discusiones no se estén dando porque los candidatos a concejos, alcaldías y gobernaciones, siguiendo el ejemplo de la candidata Claudia López, en Bogotá, y de sus similares de Cali y Medellín, hayan decidido quedarse en las eternas discusiones de problemas locales importantes, pero que al no atarse a la necesidad de construir una paz estable y duradera, solo sirven para extender en el tiempo la incapacidad institucional, social, política y económica para asumir la construcción de la paz como un proyecto de Nación. Paz que devendrá diferenciada de acuerdo con las condiciones dadas para cada territorio.
En esa línea, lo que parece dejarse de lado en estas elecciones regionales y locales es la discusión de eso que llamaron en La Habana la Paz Territorial[1]. Y esa discusión es sistémica, por cuanto involucra al Estado en todos sus niveles (Nacional, Regional y Municipal) y a otras variables, actores y factores que no aparecen en los temas de campaña. Y si aparecen, lo hacen de manera desconectada.
Preocupa entonces que la Paz Territorial[2] haya desaparecido de las agendas de los medios masivos. Pero peor resultará si este concepto y categoría deja de estar en el radar de los candidatos a alcaldías, gobernaciones, asambleas y concejos.
Ojalá que lo que registran a diarios las empresas mediáticas de Bogotá, Cali y Medellín no se convierta en un deber ser en los medios locales de municipios que están esperando que el proceso de implementación del acuerdo de paz resulte exitoso.
Y peor resultaría el panorama para la Paz Territorial si los electores en las zonas y territorios que más sufrieron con el conflicto armado, voten y elijan a los candidatos del Centro Democrático, colectividad claramente comprometida con el objetivo planteado por uno de sus máximos ideólogos, el sancionado exministro, Fernando Londoño[3] Hoyos, de “hacer trizas ese maldito papel que llaman el acuerdo final”.
Dejar la construcción de la paz en manos de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales en manos de los candidatos del Centro Democrático es apostarle a que fracasaremos en el intento de edificar escenarios.
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[1] Véase: http://www.observatoriorealidades.arquidiocesiscali.org/realidades-y-presencias/proceso-de-la-habana-y-paz-territorial-en-perspectiva-de-cali-como-ciudad-region.html
[2] Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com/2015/09/apuntes-sobre-la-paz-territorial.html
[3] Véase: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/en-firme-inhabilidad-contra-exministro-fernando-londono-articulo-725542
Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo.
Foto tomada de: Telemedellín
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