Como bien lo señala el académico José Darío Sáenz en su texto Elites políticas y construcción de ciudad, hay que considerar la teoría de las redes en el análisis de los cambios de actuación de los movimientos y partidos políticos en los territorios, para Seanz “(…) “Esta teoría plantea un distanciamiento de las categorías atributivas para el análisis de lo social, y se centra en los vínculos existentes entre los sujetos. Considera que sólo a partir de los nexos y las redes establecidas entre estos, se puede dar cuenta de las formas estructuradas de relaciones sociales. Se trata de constituir los vínculos que proporcionan a los sujetos o grupos, las formas de poder eficientes en la sociedad como: el parentesco, la amistad, los matrimonios, las relaciones profesionales, los lazos clientelares, etc., que permiten configurar formas de dominación política.” Es decir Las redes políticas nos pueden aproximar a una explicación de lo que viene sucediendo en el régimen electoral colombiano, que se expresa en la desinstitucionalización de los partidos políticos.
Las recientes elecciones del 27 de octubre, mas allá de los resultados exitosos por parte de candidaturas alternativas, que enarbolaron mensajes en contra de la corrupción, las malas prácticas clientelares y las mafias que controlan la contratación para mantener el control de las rentas públicas locales, demostró que cada vez es más difícil competir desde un solo partido o colectividad política en la puja por el poder local. Lo que se impuso en 25 de los 32 departamentos a través de alianzas diversas, fue el alineamiento de proyectos electorales en coaliciones multipartidistas, para lograr el triunfo electoral.
Así mismo en estos comicios que acaban de desarrollarse, se demostró la eficacia de los Movimientos significativos de ciudadanos por firmas, que siendo una conquista de los sectores democráticos minoritarios, independientes y alternativos, ha venido siendo utilizado cada vez más por las elites políticas y los caciques electorales, como una forma de apartarse ficticiamente del desprestigio de los partidos, aprovechando el crecimiento del voto de opinión, que viene castigando sistemáticamente a los candidatos avalados por partidos e incluso por coaliciones.
Es evidente que la dinámica política se está transformando de un escenario en el que se identificaban con anticipación las estrategias y puestas en escena a través de los cuales los movimientos políticos competían en el escenario electoral, a otro escenario menos claro, más líquido o difuso, y en los que las convergencias difuminan las fronteras partidistas comúnmente conocidas.
El multipartidismo sin partidos es la marca de origen de un régimen electoral propio de las sociedades liquidas como la Colombiana, que externaliza la crisis del sistema de representación política en el posconflicto; fenómeno que se ve reflejado en las actuales elecciones regionales para cargos uninominales y corporaciones públicas municipales y departamentales.
Recordemos que el acuerdo de paz y su desenvolvimiento territorial, a pesar de las luces y sombras en materia de implementación, propicio el surgimiento de una nueva agenda política en los territorios, por ejemplo, aparece en primer plano un fenómeno que había quedado oculto por el Conflicto Armado y que ha penetrado profundamente la actividad política que es la corrupción administrativa del Estado en todas las instancias institucionales y niveles territoriales del poder, pero además surgen temas como la preservación del medio ambiente, la seguridad ciudadana, la amenaza del microtrafico, el desempleo juvenil, el impacto de las reformas tributarias en la calidad de vida entre otros.
El signo del momento es la conformación de coaliciones multipartidistas o de grupos significativos de ciudadanos, que toman a mano la herramienta de recolectar firmas para presentar su proyecto electoral; estrategia que difumina la contingencia e identidad de los partidos y militantes que componen dicha plataforma, además que desideologiza el lenguaje partidista, flexibilizando el mensaje ciudadano con arengas y consignas simples, previsibles y retoricas, como “somos el cambio”, “dejaremos huella” “somos el equipo ganador” “todos por Bogotá”, etc.
Si bien, en estas elecciones se presentaron candidaturas de partido único especialmente por parte de los partidos liberales, conservador y el centro democrático, que apelaron al viejo método del bolígrafo o las decisiones de las direcciones nacionales o de los parlamentarios de sus respectivas colectividades, para imponer los nombres a cargos uninominales de alcaldías y gobernaciones, este método resulto cada vez menos efectivo, porque genero disidencias y campañas de rechazo virtuales por parte de las militancias y ciudadanías, que acabaron golpeando la legitimidad de este tipo de candidaturas.
En muchas regiones también se presentaron coaliciones interpartidistas, que amparados en la normatividad electoral por una parte y ante la imposibilidad de competir con posibilidades en la contienda electoral, unieron sus avales alrededor de una figura que garantizara la continuidad de la red política al frente de gobernaciones y alcaldías. De acuerdo con la Misión de Observación Electoral, en las elecciones del pasado 27 de octubre de 2019, en veinticinco (25) departamentos triunfaron coaliciones, siete (7) más que en el año 2015, mientras que en las jurisdicciones municipales, las coaliciones lograron alzarse con la victoria en 507 alcaldías, es decir 251 más que en los comicios del año 2015. Lo que representa un incremento del 98%.
Habrá que profundizar en la investigación, para determinar si las coaliciones fueron una expresión de las redes políticas que dirigen el poder local en los territorios, por lo pronto se puede observar que en los casos de dos (2) departamentos más importantes de Colombia, Antioquia y Valle del Cauca, las coaliciones si fueron coherentes con la estructuración de las redes políticas que las sustentan. Así por ejemplo en el Valle del Cauca, la red política Movimiento Nueva Generación que apoya a la Gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, y que cuenta entre sus aliados a Roy Barreras: Senador del Partido de la U, Juan Carlos Abadía, César Gaviria: el ex presidente y jefe del Partido Liberal; John Arley Murillo: Representante a la Cámara por negritudes y director del Partido Colombia Renaciente; Fabiola Perdomo, del grupo de familiares de los diputados asesinados por las Farc, así como el partido liberal en ese departamento, renovaron los pactos suscritos en el año 2015, para apoyar en las urnas a la candidata de esa convergencia la ex directora de Coldeportes Clara Luz Roldan, quien resultó elegida con casi un millón de votos.
Otro caso claro de este tipo de red es el apoyo que concito la candidatura de Aníbal Gaviria a la gobernación de Antioquia, quien representa al partido liberal, coaligado con el partido de la U y en alianza con Cambio Radical y el partido Alianza Verde, se movieron como una red para confirmar la favorabilidad del líder liberal en su búsqueda de llegar por segunda ocasión a la gobernación de Antioquia. En este departamento la desinstitucionalización de los partidos fue evidente, quince (15) candidatos se inscribieron a la alcaldía de Medellín, mientras que ocho (8) aspirantes lo hicieron para la gobernación de Antioquia, ese numeroso grupo de apuestas electorales generó el fenómeno de migración de apoyos por fuera de las colectividades políticas y disidencias notorias en las franjas de la derecha ideológica que precipitaron la derrota del Uribismo en la región más importante para la colectividad del centro democrático.
Julio Arenas, Analista e investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris.
Foto tomada de: Eltiempo.com
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