En esta oportunidad en su columna del domingo 3 de noviembre de 2019 en El Espectador comienza narrando una anécdota que “ilustra la mediocridad de la izquierda radical”. Otelo Saraiva de Carvalho, artífice de la Revolución de los Claveles en 1974 en Portugal, se entrevistó con Olaf Palme el primer ministro noruego y le dijo que en su país quería acabar con los ricos, a lo que Palme respondió que en Suecia solo aspiraban a “terminar con los pobres”.
Esta anécdota que podemos dar por cierta, aunque Botero no cita fuente alguna, le da pie a Botero para profundas reflexiones. Señala en primer lugar que hay un dicotomía entre los profetas de la igualdad en Escandinavia, “en donde se practica un capitalismo vigoroso y responsable, en los que la envidia y el resentimiento son la excepción y no la regla, la corrupción tiene poca cabida y aspiran es a terminar con los pobres. En segundo lugar está el caso de América Latina “donde impera un capitalismo de instituciones extractivas…reina la corrupción, la envidia y el resentimiento se dan silvestres y el objetivo es acabar con los ricos.”
Y continúa señalando que la izquierda, como en Cuba y en Venezuela, tiene una obsesión patológica de acabar con los ricos, está dispuesta a sacrificar en el altar de la igualdad la casi la totalidad de las libertades individuales; los mamertos insisten en “que las personas son pobres por culpa de los ricos”, lo cual considera una convicción peregrina “como asumir que los Renaults son lentos por culpa de los Ferraris.”.
Seguir hablando de pobres y ricos en pleno siglo XXI es un indicador de pobreza intelectual o de mala fe. Pobreza (escasez de bienes) y riqueza (abundancia de bienes) hay en todo tipo de sociedad; pobres y ricos ha habido en las sociedades esclavistas, feudales, capitalistas y socialistas. La concepción general de pobreza o de riqueza, limitada a la disposición de una determinada cantidad de bienes materiales, oculta lo específico de cada sociedad, donde las clases sociales son diferentes, sus relaciones son distintas y sus mecanismos de explotación particulares. En estas sociedades hay explotación porque la gran masa de los trabajadores (esclavos, siervos, trabajadores asalariados, etc.) elaboran todo el producto nacional pero se quedan con una parte y deben entregar gratuitamente la otra parte a los dueños de los medios de producción (los esclavistas, los señores feudales y los capitalistas).
Todas estas cosas son indiferentes para Botero, no merecen su atención. Como no cita a ningún izquierdista, radical o no, mamerto o no, no sabemos quién dice que quiere acabar con los ricos y que la pobreza es culpa de los ricos.
En la teoría explicativa del capitalismo, elaborada por Marx en El Capital, se expone cómo, en la sociedad capitalista, las clases principales son los capitalistas, los terratenientes y los trabajadores asalariados. Los trabajadores asalariados son personas que no tienen medios de producción propios (tierra, máquinas, herramientas, talleres, etc.) y por tanto para poder conseguir sus medios de vida solo cuentan con su fuerza de trabajo, la cual deben obligatoriamente vender a un capitalista a cambio de un salario. Los capitalistas son personas dueñas del dinero y de los medios de producción y para poder producir y comercializar contratan a los trabajadores asalariados a cambio de un salario; son los dueños del proceso de trabajo y del producto total, que tiene un valor superior al valor de los salarios y de los medios de producción, quedando así un excedente, una ganancia. Los terratenientes son los dueños de la tierra que arriendan a los productores capitalistas a cambio de un arriendo o renta, forma en la cual se apropian de una parte de la ganancia. Los datos de las cuentas nacionales en Colombia muestran en forma agregada como cerca de 11 millones de trabajadores asalariados elaboran todo el producto pero se quedan solo con la mitad, quedando la otra mitad en manos de los capitalistas (menos de 1 millón de personas), terratenientes y el Estado.
De aquí arranca la pobreza de buena parte de los trabajadores asalariados. Botero nunca se pregunta por el origen de estas clases, no le interesa saber por qué unos pocos son los dueños de los medios de producción y la gran mayoría no tiene nada. Lo fundamental en la sociedad capitalista es esta desigualdad cualitativa, esta división de los seres humanos en dos grandes categorías muy diferentes. Puede ocurrir que dentro de cada clase haya diferencias en la riqueza medida en términos de propiedad de diferentes activos y de ingresos, pero esta es una división secundaria.
El conflicto principal dentro del capitalismo gira en torno a la parte del producto que le corresponde a los trabajadores; el sistema tiende a fijar el valor de la fuerza de trabajo en el monto mínimo necesario para que los trabajadores puedan subsistir y estar en condiciones de ofrecer su fuerza de trabajo. Con la acumulación de capital, con el crecimiento de la economía mediante el desarrollo de la tecnología, el capitalismo tiende a desplazar trabajadores y a conformar un ejército industrial de reserva permanente. Siempre existe en las sociedades capitalistas un número más o menos grande de trabajadores desempleados, subempleados o definitivamente marginados del mercado de trabajo. Esta situación hace que la relación entre oferta y demanda de trabajo sea favorable a los patronos que pueden por tanto presionar los salarios a la baja. En consecuencia, las tendencias generales del capitalismo son : 1) contratar a la mayoría de los trabajadores con salarios que a duras penas alcanzan para garantizar una precaria canasta básica; b) generar desempleo y subempleo, y por tanto, grupos de las clases trabajadoras que caen en la miseria y en la degradación.
Es pues muy simplista decir que los mamertos sostienen que las personas son pobres por culpa de los ricos. Esto no lo dijo realmente Marx ni tampoco ningún texto teórico de esta corriente sobre el capitalismo; lo que existe es una relación de reparto de un producto total y si se reduce la parte de los trabajadores asalariados aumenta la parte de los capitalistas y viceversa. La causa general de la “pobreza” de los trabajadores asalariados es la relación capitalista y la dinámica de la acumulación del capital, no es un tema de culpa de los individuos sino de efectos de las estructuras.
Tampoco dijo Marx que se trataba de acabar con los ricos. La propuesta de Marx es eliminar la relación asalariada, lo cual implica, suprimir la relación entre capital y trabajo para construir una sociedad diferente en la cual no exista dicha división entre clases. Por tanto, la supresión de trabajadores asalariados y capitalistas (de ricos y pobres dentro de la sociedad capitalista) es una supresión simultánea.
La propuesta de “eliminar” a los pobres mejorando sus condiciones de vida es una de las políticas dentro del capitalismo tendientes a incrementar la parte de los trabajadores asalariados en el producto total, lo cual es resultado del conflicto entre capitalistas y trabajadores, mediado por el Estado. El mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores puede lograrse mediante el aumento de los salarios o también mediante el incremento de subsidios monetarios y en especie por parte del Estado que compensan los bajos niveles salariales y de ingresos de la gran masa trabajadora. Esto se ha expresado históricamente mediante el Estado de bienestar, especialmente en Europa, o bajo modalidades similares de organizaciones estatales que distribuyen parte del producto social hacia los sectores de menores ingresos dentro de las clases trabajadoras.
Todas estas medidas no buscan suprimir a los trabajadores asalariados sino mejorar su participación en el producto; son por tanto medidas que buscan mantener la relación asalariada que es básicamente una relación de explotación. No buscan eliminar en sentido categórico a los pobres dentro del capitalismo. Debido a ciertas circunstancias históricas y de acceso a recursos naturales algunos países han logrado tener una redistribución relativamente grande, pero incluso las conquistas alcanzadas por los trabajadores en Estados Unidos, Europa y Japón, se han venido perdiendo en la medida en que se intensifica la competencia global. Se trata de una expresión del conflicto permanente entre las dos grandes clases; el modelo neoliberal es una expresión del contraataque de los capitalistas para reducir la parte correspondiente a los trabajadores, el cual ha tenido resultados exitosos en la medida en que las clases trabajadoras y sus organizaciones se encuentran en condiciones más débiles en el mercado laboral.
Los trabajadores asalariados con base en el incremento de la productividad pueden aumentar su canasta de bienes de consumo, es decir mejorar sus condiciones de vida material, pero al mismo tiempo la concentración del ingreso incrementarse enormemente, como se ve por ejemplo en el caso de los Estados Unidos. En otros países es posible aplicar medidas redistributivas profundas y mejorar por tanto las condiciones materiales de vida. Pero en estos casos los trabajadores asalariados siguen estando subordinados y sometidos al dominio de los capitalistas, sujetos a las crisis periódicas y a los vaivenes de la acumulación que conduce a la generación permanente de un ejército de desempleados y subempleados.
La propuesta del principal teórico de la izquierda anticapitalista no es acabar con los pobres sino con la relación de trabajo asalariado. Dirigiéndose a los trabajadores en 1865 en Salario, precio y ganancia[1], Marx señalaba que la lucha sindical por el aumento de los salarios es absolutamente necesaria pero insuficiente: “No debe olvidar que lucha contra los efectos, pero no contra las causas de estos efectos; que lo que hace es contener el movimiento descendente, pero no cambiar su dirección; que aplica paliativos, pero no cura la enfermedad…En vez del lema conservador de ‘Un salario justo por una jornada de trabajo justa’ deberá inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: ‘¡Abolición del sistema del trabajo asalariado!” (p. 74). Es decir acabar con los pobres, con los trabajadores asalariados, lo cual significa simultáneamente acabar también con los capitalistas.
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Alberto Maldonado Copello
Foto obtenida de: https://proyectopuente.com.mx/
[1] Marx, Carlos, Salario, precio y ganancia, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1976.
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