En memoria de Dilan Cruz:
Quien nació como todos sin saber hablar y murió diciendo:
es urgente que nos oigan y nos permitan vivir en la Socieda
Ya no es el fantasma del comunismo quien recorre al mundo. Tampoco es el fantasma de la globalización económica quien agita a las sociedades a nivel global. Asistimos a un proceso de transformación cultural, objeto de las más variadas explicaciones a nivel de las versiones estadísticas cuantitativas y cualitativas, enlazadas a una explosión sin precedentes de las subjetividades individuales y colectivas. Una aceleración sin precedentes en los fenómenos políticos, económicos-jurídicos y sociales, producto de las innovaciones tecnológicas y base nuclear de la sociedad informatico-comunicional en red, haciendo explotar las bases del mundo de la vida; empero, como en los viejos tiempos, de una forma diferente pero repitiendo una y otra vez los ciclos de destrucción creativa, animando y dando forma a las nuevas instituciones de la sociedad.
La historia de este proceso es tan larga como las diferentes visiones ideológicas creadas a través del tiempo y el espacio, a lo largo de la evolución humana guiada por la flecha del tiempo. Entre épocas y periodos, sobresalen los diferentes centros de gravedad creados por el ser humano para articular en su diferenciación radical, lo interior y lo exterior, lo subjetivo y lo objetivo, la psique y la sociedad. El mundo político, intelectual, artístico y académico, es un lugar excepcional para abordar esta problemática y la vieja separación entre la lógica y la filosofía y lo que hoy es moneda corriente, la separación entre la economía política y la filosofía política, base del vacío más profundo entre la POLITICA, las políticas y la dimensión económica-jurídica de las reglas de juego instituidas, por lo que comúnmente se denomina Neoliberalismo.
Para entrar en esta discusión, tratando de comprender la compleja situación de los estallidos sociales en la geopolítica global, enfatizando su particularidad en la sociedad Colombiana, es importante no omitir, aunque lo hacemos de paso, las más variadas contribuciones de la ciencias humanas creadas por el ser humano, independientemente de si estas se ocupan de los asuntos físicos, biológicos, sociales y culturales, tratando de responder a las preguntas esenciales, donde la influencia de la ideología, es más fuerte entre más complejo es el saber que trata de dar cuenta de las mismas.
Lo simple, por lo tanto lo más abstracto, es objeto de las llamadas ciencias duras en las cuales hay una menor influencia ideológica sobre los fenómenos observados. Cuando se gana en complejidad, esto es, cuando el objeto observado se confunde más nítidamente con el observador, como es precisamente el caso del individuo y la sociedad, la investigación se torna más compleja y difícil. Mantener la separación epistemológica entre sujeto y objeto, es una estrategia para hacer ciencia positiva pero no es una buena consejera para la elaboración e implementación de políticas públicas atravesadas vertical y horizontalmente por valores y principios normativos. Quien así lo hace, no lee la sociedad con los diferentes gramos de sal ínsitos en la psicología personal y en la política de masas, naturalizando al mundo físico, al mundo bilógico y al mundo de la vida en sociedad.
Desde nuestra visión, útil para el trabajo concreto, trabajamos con la ideología de la acción política en el mundo glocal. Con esta noción discutimos la organización política y económica a través de los procesos geográficos territoriales, no solamente económico-jurídicos, sino políticos. La geopolítica del mundo contemporáneo se puede seguir a través de la arquitectura global que para nuestros fines es la de la glocalización, apócope de Global y Local. Pero más específicamente y en términos de los hábitats humanos, para discutir sobre seguridad y miedo; lo local, nos acerca a lo que subyace al interior del territorio, su cáscara, en cuyo interior tiene lugar la vida y la acción humana. Con lo glocal, buscamos la forma de entrelazar democráticamente los valores y derechos universales con sus particularidades locales.
En una mirada glocal, todo y partes se observen como el resultado de un proceso en movimiento e interacción, formando lo que llamamos la realidad efectiva; para nuestro caso, la realidad que se empieza a crear con el fin del conflicto armado, o lo que es lo mismo, con la decisión de las partes de sacar las armas de la confrontación política. Muy contrario, al intento del gobierno de decir una cosa y hacer otra muy distinta con sus actos y su fenomenología política existencial: la mentira y su fuerza motriz, el odio a los que piensan diferente, presentándose de día a favor de la paz y en la noche con las pijamas de la seguridad democrática para violentar los acuerdos con formas y procedimientos totalitarios.
El plan de desarrollo del actual gobierno introduce este tipo de confusiones: convierte en una ecuación algebraica las políticas públicas en que se encuentra comprometido; sus líneas básicas, presentadas como fórmula mágica para lograr la participación ciudadana así lo establecen nítidamente: LEGALIDAD + EMPRENDIMIENTO = EQUIDAD; con esta ecuación, se convierten problemas estructurales de alta complejidad, en una forma instrumental y funcional a sus fines nucleares: sostener un estatu-quo que se resquebraja por todos los frentes, negándose a reformarlo y presentando problemáticas histórico-sociales con viejas y nuevas teorías.
El plan de desarrollo piensa la acción humana como un proceso lineal y acumulativo, una especie de universo físico gobernado por sus leyes, las cuales asimila en una anarquía teórica al ser humano como una maquinaria de relojería, donde el todo y la partes están organizadas para un fin: hacer funcionar el mercado como un sistema autorregulado en sí mismo, como lo profetizaron en su momento los padres del neoliberalismo político, alcanzando su máxima expresión en boca de la primera ministra Margaret Thatcher, que con libro en mano de su mecías preferido, Friedrich August Von Hayek, pronunció la base de su ideología política: “la sociedad no existe, lo que existen son los individuos”; hoy atomizados, para el gusto de los anarquistas neoliberales en el poder de muchas sociedades, como las partículas elementales de la física cuántica.
Detrás de estas ideologías se encuentra la base de los nuevos poderes en movimiento, confundiendo, como lo sostuvo recientemente Manuel Castells, los movimientos políticos con los movimientos sociales; los que buscan transformar el Estado con los que con su acción, producen la emergencia de la alteridad y dan cuenta de una realidad nueva: la irrupción de nuevas formas de sociedad que demandan políticas públicas, articulando en un mismo movimiento glocal, la seguridad ciudadana y la confianza en las instituciones de la sociedad.
A nivel económico la dificultad es nítida. De tiempo atrás, los premios nobel de economía son una muestra fehaciente de las falacias, aporías y tensiones ideológicas a nivel de esta ciencia social creada como premio por la Banca Sueca para honrar a pensadores de orientación política tan diversos, como Friedman-Hayek y Stiglitz–Krugman, unos partidarios del libre mercado y otros de la intervención estatal para regulación y manejo del ciclo económico y de los negocios en la sociedad. La Banca Sueca, al meter en el mismo saco a neoliberales y reguladores, lleva a confundir medios con fines, teorías con prácticas y políticas en favor de la desregulación de los mercados con el manejo civilizado de los mismos, estableciendo nítidamente la diferencia entre mercado y sociedad, precios y valores políticos, Neoliberalismo político y economía de mercado.
El anarquismo neoliberal en boga, al reducir las patologías de la sociedad a un simple algoritmo matemático, lleva a confundir el crecimiento con el desarrollo humano y las métricas de la contabilidad nacional con el bien-estar político y económico de la sociedad. Como lo ha enfatizado en muchos de sus escritos Joseph Stiglitz, lo que medimos no es neutral, afecta lo que hacemos, y si medimos la cosa equivocada hacemos las cosas equivocadamente, como ocurre con mucha frecuencia, cuando nos concentramos en el bien-estar material, omitiendo la subjetividad humana.
Las visiones distorsionadas de la realidad, confunden las teorías con las prácticas, los modelos con la realidad y si los modelos fallan por ser la base de nuestras creencias y dogmas científicos, debemos cambiar la realidad para garantizar el buen funcionamiento de los modelos. Para no caer en estas falacias y aporías es pertinente la reflexión filosófica-política de la complejidad, donde ciencia y política, técnica y bellas artes, siendo irreductibles en sus teorías y prácticas, son inseparables en la realidad social.
Confundir las personas con las sociedades, lleva a indistinciones políticas base del anarquismo neoliberal filosófico, que confunde la propiedad económica individual, producto del ingreso y el esfuerzo personal, base de la vida civilizada en los territorios, con la riqueza colectiva base de la confianza glocal de las sociedades, en sus diferencias instituidas a lo largo de la historia. A nivel estético-político esta confusión puede llevar a patologías del odio y la desconfianza, fuentes de violencia que se resisten objetiva y subjetivamente a la creación de políticas de seguridad ciudadana y confianza en la políticas públicas.
Confianza y Seguridad, son la base para mediciones complejas de nuestra vida que deben ayudar a complementar las medidas económicas convencionales de sostenibilidad y desigualdad y así poder sopesar adecuadamente costos económicos y patologías psicológicas colectivas, seguridad ciudadana y confianza en las instituciones democráticas de la sociedad.
En sociedades en transición como la colombiana, estas falacias económicas y políticas llevan a patologías y distorsiones utilizadas políticamente en la era de la mentira y la confusión, haciendo uso ideológico de los intangibles inmanentes de la vida material y subjetiva de la sociedad. Estas sociedades, cuando hay emergencias culturales, atienden procesos de modernización más complejos dado que sus mecanismos básicos de reproducción están basados esencialmente en las rentas del suelo y sus plusvalías, donde es común, confundir la propiedad individual de una vaca, con la ganadería extensiva, base del precapitalismo que obtiene riquezas de la propiedad colectiva y la explotación indiscriminada de los territorios.
El odio es más viejo que el amor; amor y odio se incardinan complejamente a través del tiempo creando teorías y prácticas, esto es, nuevas realidades, donde lo subjetivo y lo objetivo se mezclan como lo hacen en los territorios la seguridad y la confianza. En la era digital, las sociedades con sus movilizaciones pueden hacer emerger la confianza en la ley y así vivir con seguridad y paz en un proceso complejo de creación de ciudadanía, donde libertad y justicia, son animadas por un proyecto en busca de crear procesos democráticos de vida ciudadana, donde las falsas oposiciones no impidan el despliegue de las diferencias efectivas.
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Fabio Giraldo Isaza
Foto obtenida de: https://papagayonews.com/
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