Desde el siglo XIX la tierra del libertario José María Córdova fue conservadurizada por Pedro Justo Berrío a sangre y fuego, acto confirmado a mediados del siglo XX en la Violencia, también conservadora. Una vez derrotado Pablo de Antioquia, en el último cuarto del siglo XX se repite la consagración política retardataria, por aprovechamiento de las estructuras del Cartel de Medellín, mediante una estrategia de terror concebida desde el aforismo de Ho Chí Minh “la guerrilla se mueve entre las masas como pez en el agua”, para lo cual procedieron a “quitar el agua al pez”, esto es exterminar al campesinado para que la insurgencia no tuviera donde moverse, que el abastecimiento de las ciudades la globalización lo haría por países como ecuador y Venezuela; y el campo colombiano se repoblaría con vacas, de la mano de Fadegán, o con palma africana, de la mano de Fedepalma. Dos columnas del edificio del parauribismo.
Tal estrategia se ensaya en este departamento al norte de Colombia y se extiende a todo el país. La comandancia de las bandas paramilitares es mayoritariamente antioqueña, así como muchísimos de sus gatilleros; los autores materiales de diversas masacres en varios lugares de Colombia, como Mapiripán, salieron de Antioquia. Mientras que el Cartel de Medellín sigue siendo el mayor exportador de cocaína. Por supuesto, muchos de los propagandistas del terror son periodistas antioqueños.
De ello se desprenden cerca de dos mil masacres, 350.000 campesinos asesinados, casi siete millones de desplazados, ocho millones de víctimas, cinco millones de refugiados, más de seis millones de hectáreas de tierras robadas… dos presidencias de Uribe Vélez, dos elecciones presidenciales para el que diga Uribe; piñata de ministerios, excepciones tributarias, subsidios, y regalo de empresas estatales para los empresarios que apoyen a Uribe; un desmadre de la corrupción como no se había dado en doscientos años; las fuerzas militares envilecidas asesinando colombianos inermes, para presentarlos como enemigos muertos en combate; y los métodos de mafia, “plata o plomo”, elevados a política de Estado.
Pero, Pabloescobar (con P mayúscula) no sólo tenía bandas paramilitares, también una legión de lo que los paisas llamaban “lavaperros”: personajillos serviles a mafiosos, los cuales se tornaron promotores de grupos de derecha. Fue Antioquia quien puso a Uribe y sus sucesores en la presidencia, en Antioquia se perdió el plebiscito por la paz, y los paisas que salieron asustados a votar pusieron a Duque de Presidente. Alias Popeye, sicario del finado Pablo y emblemático militante del Centro Democrático, afirmó refiriéndose a Medellín: “Uribe es el dueño de esta ciudad”.
Acaso por las barras bravas del uribismo en esta tierra, el sacerdote Francisco de Roux declaró: “En Colombia no habrá paz si Antioquia no lo permite”. Y cuando la nación colombiana se enteró de la derrota de la paz en el plebiscito se expresó un sentimiento generalizado de rechazo a los paisas en todo el país.
Justamente, a partir de ese momento los jóvenes de Antioquia empiezan a salir a las calles a reclamar paz, y a gritar “¡Antioquia no es Uribe!”. Al quinto día de perderse el plebiscito por la paz se da una marcha con más de treinta mil manifestantes.
El siete de agosto de 2018, cuando la posesión de Iván Duque en la presidencia, otros tantos jóvenes salieron a manifestar rechazo al gobierno de extrema derecha que iniciaba, algo insólito hasta entonces. Lo que fue seguido de las ocho marchas muy nutridas del movimiento estudiantil de ese año, que alcanzó el triunfo cuando obligó al gobierno, de cuatro meses, a ceder en los puntos del pliego.
En 2019 el resurgimiento del asesinato de líderes sociales, de indígenas, y de excombatientes de las FARC, más el incumplimiento de los acuerdos de paz con esa insurgencia incentivan la realización de otra marcha magna el 26 de abril, que se replica el primero de mayo con más de doscientas mil personas marchando en homenaje a los trabajadores, y contra el plan de desarrollo de Duque; el 26 de julio vuelve y saca un número similar, otra vez en rechazo a los asesinatos, al incumplimiento de acuerdos con maestros, indígenas, estudiantes, educadores… Pero la respuesta gubernamental es ignorar lo popular y seguir gobernando para las clases opulentas.
Por ello se acumulan motivos, y como la extrema derecha en el poder pretende reversar las reivindicaciones que mediante un siglo de luchas conquistaron los trabajadores, a más de la intención de saquear las empresas oficiales, sumado al mal gobierno que combina todas las formas de ser incompetente, la convocatoria al Paro Nacional en Antioquia tuvo una respuesta especial. Lavaperros del uribismo anunciaron la conformación de estructuras paraestatales para contrarrestar el paro, circularon videos, provenientes del Centro Democrático, anunciando el ataque al metro de Medellín ; el miércoles víspera del paro mientras muchísimos estudiantes de la Universidad de Antioquia preparaban camisetas y pancartas para la marcha, un grupo de encapuchados ajenos a la universidad irrumpieron lanzando explosivos y asaltando un cajero electrónico, pero el estudiantado los confrontó e hizo retirar del campus. No obstante, el Esmad de la policía gaseo inmisericordemente la U de A, y las autoridades terminaron por decretar cierre. Este era un punto de encuentro de las marchas del 21N.
En el lugar alterno de concentración, tras perder mucha de la logística preparada, a las seis de la mañana se congregaron unos diez mil estudiantes, y en tono de carnaval avanzaron, junto con otras siete marchas, al punto de partida general en el sector La Alpujarra de Medellín. Allí queda una estación del metro que lleva ese nombre, hasta la cual llegaban los trenes repletos, y se vaciaban allí: todos los viajeros iban para la marcha. Tanto es que la administración de alias Fico, alcalde ultramontano, ordenó cerrar esa estación. Entonces los viajeros usaron otras y llegaron a su cita con la decencia.
El parque de la luces, la calle San Juan, y los alrededores de la Alpujarra, hervían de entusiasmo y juventud, era difícil desplazarse por la aglomeración de gentes que exhibían camisetas y avisos altamente creativos; porque fueron a denunciar atropellos del poder y a burlarse del gobierno ridículo, cuyo presidente quedó perfectamente representado en el cerdo.
La manifestación se desenrolló y alcanzó ocho con un (8,1) kilómetros de largo, y con una densidad de tres personas por metro cuadrado se calculan 243.519 manifestantes. El gobernador de Antioquia, pretendiendo por encargo minimizar el alcance de la marcha, afirmó que eran cuatro personas por metro cuadrado, pero la militancia de extrema derecha le hizo abjurar de la matemática y sumó treinta y dos mil, cuando serían entonces 304.399 marchantes. Marchó el 12,18% de la población de Medellín.
Dado que uno de los reclamos era el desmonte del cuerpo sicarial llamado Esmad, la policía pretendió justificar su permanencia infiltrando vándalos encapuchados, pero la ciudadanía los detuvo, comprobó que eran miembros de la policía, y se los entregó a sus colegas. Por eso la marcha transcurrió en calma, con ambiente de carnaval.
Al atardecer, en el parque de los deseos, punto de llegada, se presentó la agresión del Esmad, el ingreso violento a la Universidad de Antioquia, y el daño a un ojo de un estudiante a quien ese cuerpo disparó.
En Antioquia se realizaron más de 50 marchas, y al menos dos plantones en ese día. Todas fueron masivas, aun en municipios tradicionalmente conservadores.
Desde ese día los cacerolazos suenan por barrios y unidades residenciales, se multiplican las marchas y los plantones. El miércoles 27 hubo otra marcha monumental, porque el repudio al mal gobierno y a los desmanes de la extrema derecha se ha generalizado en Antioquia que ha estado hipotecada a la godarria recalcitrante, y la juventud antioqueña la quiere deshipotecar.
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José Darío Castrillón Orozco
Foto obtenida de: https://radiomunera.com/newsite/asi-sera-el-recorrido-de-la-marcha-de-este-21-de-noviembre-en-medellin/
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