En efecto, diversos autores importantes en los estudios de las economías campesinas en Colombia, entre los que se pueden mencionar, por ejemplo, a Jaime Forero, Wilson Vergara o Albert Berry, han mostrado como las economías campesinas pueden llegar a tener mejores condiciones de productividad que las grandes explotaciones, a lo que se debe agregar que incluso son más eficientes ecológicamente ya que logran hacer un uso más eficiente de la energía disponibles en los territorios. Es más, también es sabido que cerca del 67% de la oferta alimentaria agropecuaria que se consume en los hogares colombianos proviene de la producción en economías campesinas.
Al paro, a las ya tres semanas de paro en Colombia, que va reflejando todas las injusticias y las condiciones de inequidad en la sociedad colombiana, los campesinos de diferentes regiones se han venido uniendo no solo a las marchas programadas sino a distintas actividades que ellos mismos han realizado para alzar su voz de descontento, cuando en el pasado y después de diferentes negociaciones, el Estado también les ha incumplido en sus demandas. Así, desde las guerras, las injusticias que soportan y la falta de políticas públicas para apoyarlos, siguen los campesinos en el campo, labrando la tierra, produciendo con sus animales, para procurarse no solamente su existencia sino mantener la débil seguridad alimentaria de nuestro país.
Por esto, observar proyectos alternativos que muestren las bondades de políticas concretas, en cooperación y asociación con los mismos campesinos, no solo gratifica, sino que se constituye en un camino posible. En efecto, hace cuatro años se comenzó a implementar en el país un proyecto de cooperación del gobierno de Nueva Zelanda con Colombia. El propósito de este consistió en desarrollar un sector lechero colombiano rentable y competitivo (en la zona del trópico alto), a través de la amplia adopción de sistemas de gestión integrados, desarrollados y adaptados a partir de las experiencias en el sector lechero de Nueva Zelanda y Colombia. Se trata entonces de adaptar y validar en Colombia el modelo de Nueva Zelanda para el desarrollo de la industria lechera. Es sustancialmente diferente a un proyecto de transferencia de tecnología per se. Fue encontrar formas colaborativas y aprendizajes mutuos a partir de los principios de producción, valores y las experiencias neozelandesas y de las familias campesinas colombianas.
El proyecto Colombia/Nueva Zelanda incluyó tecnologías sencillas y relevantes que se usan en la industria lechera de Nueva Zelanda; como, por ejemplo, manejo eficiente del pasto, sistemas de manipulación de la leche y prácticas de gestión comercial para granjas. Sin embargo, ninguna de ellas se transfirió directamente a las granjas colombianas. Todo fue adaptado y modificado de acuerdo con el entorno colombiano, de trópico alto y particularmente a las condiciones productivas y culturales de las regiones, de los territorios en donde el proyecto se implementó, esto es dos asociaciones de productores en Nariño, una de ellas indígena y otras dos asociaciones, una ubicada en Boyacá y otra en Cundinamarca. Al principio se integraron 40 productores, que terminaron triplicándose debido a la incidencia del trabajo con las asociaciones de productores. En el ámbito Institucional, por Colombia participaron activamente el Ministerio de Agricultura y Agrosavia con aportes de 998.756 dólares, y por el Gobierno de Nueva Zelanda el ejecutor y responsable del proyecto fue Agribusiness Group, quien aportó 4.267.277 dólares. El presupuesto general fue de 5.265.983 dólares neozelandeses (aproximadamente $10.400 millones de pesos colombianos).
Con todo esto en marcha, con los equipos funcionando y las asociaciones de productores mirando con recelo a ver si se trataba de un proyecto más, los y las 40 productoras comenzaron junto a las personas acompañantes de Colombia y Nueva Zelanda recorrer estos cuatro años de aprendizajes, pero sobre todo de logros de demostraciones que el campo, que las economías campesinas, que la producción láctea en pequeña escala si es posible hacerla de forma rentable y de excelente calidad.
De los aprendizajes, pero también de los logros, es importante llamar la atención en los siguientes temas.
a. Se generaron procesos de confianza, de consolidación de la asociatividad, y ante todo de aprendizajes productivos y administrativos, que se fueron pasando entre los distintos productores. Un conocimiento que se volvió colectivo, donde los días de campo y los grupos de discusión se constituyeron en escenarios de innovación, de acuerdos y de intercambios de experiencias.
b. La construcción de un nuevo modelo productivo pasó por el diseño de escenarios de futuro, de los sueños que las familias tenían frente a su finca, al bienestar, a la vida futura de los y las hijas, también al de sus animales, a la tierra e incluso a sus vidas en y con la comunidad.
c. En el proceso de aprendizajes y de implementación de los procesos productivos aprendidos e incorporados en los diferentes contextos, el papel y la acción de las mujeres tuvo una connotación extraordinaria. La agencia de las mujeres en el proyecto logró que se consideraran no solo como excelentes administradoras de las fincas, sino que se resaltó su capacidad de nuclear las comunidades y fortalecer la asociación. Los hombres no solo comprendieron esto en el proceso, sino que de manera serena consolidaron las dinámicas virtuosas que desde las mujeres se generaron para los logros obtenidos.
d. A partir de las necesidades de infraestructura y dotación tecnológica detectadas, las y los productores asumieron responsabilidades económicas para su adquisición, que tuvieron contraprestaciones por el proyecto. Es decir, no se trató se regalar nada, sino de apoyar adquisiciones que se hicieron con base en el mayor esfuerzo por parte de productores y como una experiencia para fortalecer la capacidad de definir inversiones rentables.
e. El proyecto se constituyó en una plataforma de innovación, que, gracias al sistema de extensión, hoy planteado por la Ley 1873 de 2017 (Sistema Nacional de Innovación Agropecuaria, SNIA) les permitió a los productores definir la forma de implementar los diferentes aspectos técnicos, administrativos y estratégicos del proyecto.
f. Los cambios en el modelo productivo, fundamentado en asociatividad, cooperación y mejoramiento de procesos soportados en pasturas de mejor calidad, generaron incrementos significativos en la producción, es decir, el proyecto logró incrementos en la productividad de un orden importante entre los años 2016 y 2018.
- La producción de leche por vaca creció en promedio el 15%. Así mismo, la producción de leche (promedio litros mes/ha) por asociación tuvo un crecimiento del 85.7%
- La mejora en la calidad de la leche conllevó a un aumento del precio que se le reconoce a cada productor. Estos precios tuvieron una variación promedio del 8.5%.
- El incremento conjunto, es decir, el valor en dinero, resultante del incremento en la productividad más el incremento en el precio vía mayor calidad, tuvo un crecimiento del 50.7%
- Esto condujo a que las ganancias mensuales de las fincas tuvieran un crecimiento en el periodo de implementación del 155.1%, con el caso superior en Nariño, donde el crecimiento llegó al 227%.
g. Esto conllevó a cambiar todos los referentes que desde los mismos productores se tienen sobre las fincas. La unidad productiva siendo rentable se constituye en una nueva oportunidad para que la familia, incluidos los hijos jóvenes que no veían en ellas posibilidades de vida digna, hayan cambiado y hoy encuentran en la producción láctea una alternativa mejor que solo irse a buscar un empleo informal o un salario mínimo en los centros poblados o en las ciudades.
h. La modificación de los modos de producción y el incremento de la productividad también generaron otros hechos importantes. El primero tiene que ver con la mayor utilización de pasturas reemplazando el consumo de alimento concentrado. La segunda, es la optimización y el mejoramiento de las condiciones del trabajo humano. La tercera es la mejor utilización de la tierra disponible, llegando a optimizar las extensiones, lo que quiere decir que se dejan porciones de tierra para otros usos, en los que no se ha optado necesariamente por tener más cabezas de ganado sino para otros cultivos, para el arrendamiento o incluso para el paisaje o el dejar descansar la tierra, en una clara concepción frente al desarrollo ecológico.
Los resultados, entonces, defienden solos la idea de hacer de las fincas, de las pequeñas unidades productivas campesinas del sector lácteo, unidades rentables, que viabilizan el crecimiento y desarrollo de las producciones de familias campesinas, de la región, de los territorios. Se demuestra así la necesidad de una política rural campesina que, desde el nivel nacional y municipal, pasando por el departamental, contribuya con el hacer del campo una opción viable para la vida digna. Resultados a partir de los acuerdos y de los esfuerzos entre el Estado y las familias. Los logros en el sector lácteo, no solo son multiplicables en el mismo sector sino replicables en otros sectores, formas organizativas, tecnológicas y productivas que se convierten en la alternativa viable y posible para hacer de las economías campesinas en Colombia las vías expeditas para lograr la paz territorial que tanto se anhela en el país. Los resultados están demostrados, el convertirlos en políticas públicas, en propósitos de país, debe ser una prioridad gubernamental.
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Jaime Alberto Rendón y Juan Fernando Vela: Universidad de La Salle
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