No hace referencia alguna al capitalismo. Los bajos ingresos, la explotación salarial, la desigualdad de la riqueza y los ingresos, el desempleo y el subempleo, la degradación ambiental son consecuencia del modo de producción capitalista y su funcionamiento en la ciudad, pero esto no le merece a Claudia López ni siquiera una mención. En las 20 páginas del discurso no aparece una sola vez la palabra capitalismo o capitalistas (lo más cercano es una mención de los empresarios), no se menciona a los trabajadores asalariados, no hay ninguna referencia a las ganancias, las desigualdades solamente aparecen una vez, el desempleo, el subempleo y el trabajo informal no existen. El capitalismo, fundamento de la sociedad bogotana, no amerita para Claudia López siquiera una mención. Esto implica que las condiciones de vida de los bogotanos se deben entonces a otras causas menos al capitalismo, con lo cual Claudia López se inscribe dentro de una corriente teórica y política que promueve el mantenimiento del capitalismo, pero considera que es posible suprimir algunas de sus consecuencias; parecería que los problemas se deben principalmente al Estado, con lo cual los capitalistas quedan eximidos de toda responsabilidad.
No existen las clases sociales. En coherencia con un enfoque de la sociedad donde no existe el capitalismo, Claudia López concibe una sociedad donde, contra toda evidencia, no existen las clases. En todo su discurso no hay una sola mención a las diferentes clases sociales. Para ella solamente existen ciudadanos, que es la palabra que más utiliza en todo su discurso. Sin embargo, como no es ciega, y la realidad es evidente, se ve forzada en algunos casos a reconocer que hay algunas diferencias entre los ciudadanos y muy eufemísticamente se refiere a ciudadanos sin cuna y sin apellido (y por tanto implícitamente a ciudadanos con cuna y apellido), o a ciudadanos débiles (y por tanto implícitamente a ciudadanos fuertes). Todos sus estudios, incluyendo el doctorado, no le sirvieron a Claudia López para darse cuenta de que hay una división básica entre propietarios del dinero y los medios de producción y expropiados de dichos medios de producción y dinero, que solamente cuentan con su fuerza de trabajo para venderla a los capitalistas; tampoco para observar que hay trabajadores por cuenta propia con medios de producción tan precarios y vinculados a relaciones desiguales con los capitalistas que los conduce a tener un nivel de vida bastante bajo. Claudia López, por tanto, realiza en su discurso un extraordinario ejercicio de ocultamiento.
Evidentemente la alcaldesa es favorable al capitalismo y no hace parte de ninguna izquierda radical pero tampoco plantea una posición clara y firme con respecto al mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores dentro del sistema. Es muy diciente que en todo su discurso no se refiere una sola vez a los trabajadores, y mucho menos a los trabajadores asalariados y cuando se refiere a todos los grupos sociales con los cuales se debe trabajar y concertar no menciona por ningún lado a los sindicatos.
Además, a pesar de que insiste en su compromiso el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, no aborda el tema de las desigualdades ni hace propuesta alguna de fondo para su reducción.
Megalomanía. Claudia López insiste en que su sola elección supone un cambio histórico y la apertura de una nueva era, “donde ahora gobernará…la ciudadanía” y su gobierno preparará los grandes cambios de las futuras generaciones. Sin embargo, detrás de sus delirios de grandeza su propuesta consiste simplemente en la propuesta de una administradora de un aparato municipal al servicio, prioritariamente, de los grandes intereses económicos y políticos, como lo muestra su decisión de continuar con el Transmilenio de la avenida 68 y el metro de Peñalosa, y la entrega de cargos importantes al partido liberal. Básicamente todo su programa se reduce a cumplir con las competencias constitucionales y legales del Distrito, algo que deberían hacer todos los alcaldes.
Poco democrática. Tampoco propone nada de fondo en materia de democracia, ni siquiera al nivel de la democracia formal capitalista. Se declara, en forma oportunista, representante de la protesta social pero no propone nada de fondo para hacer que los movimientos y organizaciones sociales adquieren poder efectivo en los asuntos públicos. No hay una sola palabra en su discurso sobre una apertura y apoyo efectivo a todos los espacios de participación existentes en la ciudad y su propuesta se reduce a un presupuesto participativo sobre el 10% de los recursos de inversión. Es profundamente centralista, no mencionó ni en su programa de gobierno ni en el discurso a la descentralización territorial de la ciudad, con lo cual se inscribe dentro de la tradición de los alcaldes de Bogotá que se quejan del centralismo de la nación pero no están dispuestos a descentralizar políticamente la ciudad.
Dentro su actitud megalómana plantea que va a formular un nuevo contrato social intergeneracional, idea imprecisa y confusa que no desarrolla, pero que parte del supuesto que existe dentro de la sociedad capitalista un contrato social, como si en alguna parte los trabajadores hubieran firmado un acuerdo en el que aceptan ser explotados por los capitalistas.
No se atrevió a decir que es gay. No se atrevió a describirse como una mujer gay o lesbiana: en su discurso se consideró como una mujer “diversa”, término mucho menos preciso para reivindicar los derechos de su comunidad.
Política personalista. Su práctica de hacer política es personalista, caudillista. No hizo referencia en ningún momento de su discurso al programa de su partido, ni siquiera lo mencionó. Claudia está por encima de los partidos. Adicionalmente, destacó, como hizo en campaña, su historia personal, mostrando como es un ejemplo de movilidad social y de superación, intentando engañarnos con la idea de que llegó al poder la ciudadanía que ella supuestamente representa, la ciudadanía de los sin cuna y sin apellido. En realidad, Claudia López es exponente de uno de los fenómenos más interesantes y favorables al capitalismo, el desarrollo de dirigentes políticos y económicos que provienen de las clases trabajadoras, incluso de sus estratos más pobres, que progresan en la medida en que consagran al servicio de los capitalistas y su sistema económico. “Ser pila paga” sobre todo si se presta el gran servicio de convencer a los demás trabajadores que el problema no se encuentra en el capitalismo y que es posible avanzar si se estudia y trabaja con gran esfuerzo. Contribuye a promover entre los trabajadores que lo mejor que pueden hacer es progresar individualmente dejando a un lado los intereses objetivos y colectivos de su clase.
El objetivo de Claudia López es probablemente seguir ascendiendo y llegar a presidente, para lo cual la Alcaldía de Bogotá es un trampolín. Y sabe claramente que para poder ascender tiene que ser muy respetuosa del orden social vigente.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: El Tiempo
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