Al gobierno y sus defensores les parece que es una gran noticia crecer a tasas alrededor de 3,2%, y todo porque otros países en Latinoamérica lo están haciendo por debajo de esta cifra. Vengo diciendo que esto significa que en el país de los ciegos el tuerto es rey. Tasas de 3,2% son pésimas para un país como Colombia, que necesita crecer a tasas superiores a 5,0% para disminuir el desempleo y mejorar el bienestar de los colombianos.
Entiendo que esto es parte de la campaña para enfrentar el levantamiento colombiano que hizo su aparición el 21 de noviembre de 2019. La idea es, para que molestan si estamos bien, sus peticiones no tienen sentido, son irrealistas, o ya estamos arreglando las cargas. Que por supuesto es una gran mentira.
Pues bien, de acuerdo con el modelo de la economía colombiano que desarrollamos con el economista Juan Gustavo Villamarín, que lo llamamos modelo Avanzar, y cuyos resultados hemos ofrecidos en varias oportunidades en los últimos tres años, previsiones que hemos hecho del crecimiento, que han sido muy acertados, ahora vamos a presentar las nuevas proyecciones de 2020 Y 2021.
Recordamos que nuestra proyección para 2019 estaba en una banda de 2,9% a 3,3%, con un promedio de 3,1%, proyecciones que no van a estar lejos de la realidad, sino muy cerca del promedio (Ver cuadro 1)
Nuestros resultados para los próximos dos años siguen siendo pesimistas. En el cuadro se presentan las previsiones con tres escenarios, uno bajo, uno alto y uno como más probable.
Para 2020 se proyecta un escenario casi igual al de 2019, con un valor bajo de 2,7%, alto de 3,2% y un estimado promedio de 2,95%.
Para 2021, las proyecciones son también pesimistas, con proyecciones para los tres escenarios de 2,43%, 3,1% y 2,78%.
¿Qué indican estas proyecciones? Que como van las cosas, la situación de la economía Colombia seguirá muy regular, a menos que se cambien las políticas para impulsar el crecimiento. Para esto, el Estado debe establecer una política tributaria muy diferente a la que se viene siguiendo. Esto significa buscar ingresos para el Estado con impuestos progresivos, eliminar subvenciones, acelerar la reforma catastral para colocar impuestos prediales rurales justos, incrementar el impuesto de herencia y a las utilidades distribuidas, es decir, una reforma tributaria completamente distinta a lo que ha sido tradicional en Colombia.
Igualmente, fortalecer una política de exportaciones, para lo cual es necesario restablecer las relaciones con Venezuela, país al que podríamos llegar a exportarle bienes por 10 000 millones de dólares, por lo menos, pero esto implica abandonar la política de alinderamiento con Estados Unidos y dejar esa estupidez de apoyar a un payaso como Guiadó y no interferir en los asuntos internos de Venezuela ni de ningún país. Nuestro interés nacional no está con defender a Guaidó.
Todos los estudios sobre los factores para aumentar el crecimiento mencionan dos factores: la oferta de trabajo y la productividad. Normalmente la oferta laboral crece en el país 1,0%, por lo cual debemos tener aumentos en la productividad de más de tres por ciento anual. Y esto se logra con aumentos en la inversión de capital, mejores técnicas administrativas e inversión en conocimiento e investigación.
Pero en un país como Colombia, que solamente invierte 0,2% en investigación, cuando en los países desarrollados y las nuevas potencias se llega a cifras de más de 2,0%, no hay nada que hacer. Hoy se invierte en guerra 4,0% del PIB y todavía hay gente que quiere guerra, y en educación estamos por los lados de 3,5%, muy por debajo de muchos países. Es decir, no hay posibilidades si continúan estas políticas en crecer por encima de 4,0%, estamos condenados a tasas entre 3,0% y 4,0%, con las cuales no se podrá alcanzar rápidamente mejores niveles de bienestar para los colombianos.
Tampoco hay que confiar en las rebajas de impuestos a los empresarios para que inviertan más. Teórica y empíricamente esto es falso. Para Estados Unidos se han realizado varios estudios de las reformas tributarias de Ronald Reagan y George Busch en que se aprobaron rebajas de impuestos para las empresas y esto no dio lugar a mayor inversión y crecimiento económico, sino a mayores dividendos para los accionistas, salarios más altos para los directivos, desviación de recursos para inversión en bienes inmobiliarios y en papeles financieros. En cuanto a la última reforma de Donald Trump, es muy temprano para evaluarla.
Diego Otero Prada
Foto tomada de: Revista Semana
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