El Manifiesto consiste en una pequeña introducción y en un conjunto de 13 grandes propuestas organizadas bajo la forma de un credo.
En la primera frase se afirma que “En nuestros doscientos años de vida republicana hemos alcanzado notorios logros, no obstante amenazas y enormes dificultades. Nos corresponde ahora incrementar ese esfuerzo.” Desde el comienzo plantean el asunto como si fuera una sociedad homogénea, hablando en primera persona del plural, posiblemente de los colombianos o de los ciudadanos. Todos somos iguales, todos hemos alcanzado notorios logros, nos corresponde a todos incrementar ese esfuerzo. Se esconden las diferencias existentes entre ese conjunto de “nosotros”: por ejemplo que unos pocos han logrado notoriamente concentrar el ingreso mientras 13 millones no obtiene un ingreso que les permita comprar la canasta básica.
Luego sostienen que: “Todos los colombianos aspiramos a una sociedad más equitativa, más justa y más moderna. Compartimos ese deseo, sabiendo que las soluciones requieren de esfuerzos colectivos, y que hay problemas estructurales que deben ser enfrentados con inteligencia y con disposición para llegar a consensos amplios en la sociedad. De continuar postergando la búsqueda de soluciones, las consecuencias se verán no solo en el aumento de las problemáticas en sí, sino también en las manifestaciones de inconformidad de la población que hoy vemos en las calles.” En este segundo párrafo nos enteramos que “nosotros” son los “colombianos”, una categoría muy general y poco precisa proviniendo de tan connotados académicos. No es claro cómo lograron saber que todos los colombianos “aspiramos a una sociedad más equitativa, más justa y más moderna” pero asumamos que es cierto.
El grupo de académicos plantea que se necesitan soluciones a problemas estructurales, soluciones que no se pueden postergar porque pueden crecer los problemas y porque puede haber protestas en las calles. Ofrecen exponer su visión de algunos de los problemas que enfrenta Colombia
Señalan luego que son ciudadanos con idearios políticos diversos y actividades distintas: docentes, servidores del Estado (actual o anteriormente) y participantes en debates públicos. Advierten que ninguno participa en la actualidad en la actividad proselitista, pero comparten todos, a pesar de sus diferencias, un principio rector: “la responsabilidad ética y política que tenemos todos los ciudadanos de demandar cambios y proponer alternativas basados en sustentos y soportados en la realidad y la posibilidad”. No son ciudadanos comunes y corrientes: hacen o han hecho parte del poder económico, político e ideológico del país o están muy cerca de él.
Un manifiesto basado en creencias
Lo primero que llama la atención en el Manifiesto es que se presenta como un credo. A pesar de que muchos de los firmantes son académicos de universidades muy prestigiosas, de que la gran mayoría tiene un elevado nivel educativo formal y varios han tenido la oportunidad de estudiar en estupendas universidades en el exterior, las propuestas están expuestas como creencias: por ejemplo, “creemos en un Estado que se esfuerza para reducir la desigualdad social” o “creemos en un Estado que lucha contra la corrupción y contra las estructuras criminales que ella genera”, etc.
Según los trece puntos los problemas estructurales que hay que abordar son: 1) el poco compromiso del Estado con la reducción de la desigualdad social; 2) la lucha insuficiente del Estado contra la corrupción y las estructuras criminales; 3) la carencia de políticas o su ineficacia para aumentar el empleo y la formalización laboral; 4) la escasa prioridad dada por el Estado a la educación; 5) la poca atención a la vejez por parte del Estado; 6) la insuficiente presencia del Estado en todo el territorio nacional; 7) la poca responsabilidad del Estado con el cambio climático y el ambiente; 8) el incumplimiento del Estado con la implementación del Acuerdo final con las FARC; 9) la poca protección del Estado a la vida; 10) la escasa o deficiente promoción del Estado al crecimiento económico y la inversión; 11) la carencia de una justicia autónoma e independiente de los intereses políticos; 12) una política exterior que no es producto de un consenso nacional; 13) la existencia de un Estado antiguo o atrasado.
Frente a cada uno de estos problemas los firmantes del Manifiesto manifiestan entonces su creencia en un Estado que es todo lo contrario del Estado existente, o que está lejos de él. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española presenta como primera acepción del verbo creer: “tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado”. Por tanto, los manifestantes apelan principalmente a la fe y no a la razón.
Hasta Moisés Wasserman que critica ácidamente la medicina natural y la homeopatía por su carencia de fundamento científico[3] firma un manifiesto que se fundamenta en hechos que no están comprobados o demostrados.
Los firmantes del manifiesto aspiran a tener un Estado bueno que logre corregir los males que produce el capitalismo. Esto no es algo nuevo, es el propósito de la Constitución de 1991. Los trece puntos del manifiesto se podrían resumir diciendo aspiramos a que se aplique la Constitución de 1991.
Propuestas sin sustento en la realidad y la posibilidad
A pesar de la oferta de sustentar las propuestas, el Manifiesto no hace ningún análisis de las razones por las cuales no tenemos actualmente un Estado con todas las características en las cuales ellos creen. Por la experiencia y el conocimiento de este grupo de ciudadanos se esperaría que explicaran cuáles son las causas que explican que tengamos un Estado tan alejado del ideal por el cual propugnan: ¿Por qué el Estado no protege la vida de los líderes sociales? ¿Por qué el Estado no genera más empleo? ¿Por qué el Estado no reduce la desigualdad? Presentar aspiraciones es fácil, todos quisiéramos un mundo mejor, más equitativo, más justo. No hay que ser un gran académico, un estupendo polemista, un ex director del Departamento Nacional de Planeación o un ex embajador, para tener estas creencias.
Se esperaría que un grupo tan selecto de ciudadanos explicara e identificara las causas de todas esas situaciones y además que presentaran análisis sustentados en la realidad y en la posibilidad efectiva de los cambios, tal como explícitamente lo ofrecen. Por ejemplo, alguno de los firmantes cercano a los grandes grupos económicos, podría decirnos si los grandes capitalistas están dispuestos a reducir su participación en el valor agregado a favor de los trabajadores. Pero no: el manifiesto no cumple lo que ofrece y se queda entonces en un nivel extraordinario de superficialidad y de aparente ingenuidad.
En algunos temas como la reducción de la desigualdad, la generación de empleo, la formalización laboral, la promoción del crecimiento económico, el control de la corrupción, es innegable que quizá habrá consenso en los objetivos: todos quisiéramos más empleo, más ingresos, menor corrupción, etc. Pero todos los gobiernos han fracasado o han obtenido resultados ínfimos.
Buena parte de estos problemas no tienen solución dentro del capitalismo porque son rasgos inherentes del sistema. El desempleo es por ejemplo un resultado inherente de la dinámica de la acumulación de capital que conduce a que siempre exista una población excedente con respecto las necesidades de contratación del capital; el crecimiento económico depende principalmente de las decisiones de los capitalistas basados en las perspectivas de ganancias y no en el objetivo de ofrecer bienes y servicios a la población. El aumento de la participación de las ganancias en el valor agregado es el objetivo de los capitalistas, lo cual se ha reforzado con el modelo neoliberal y esto se basa en deprimir los salarios, impedir su incremento y reducir el gasto social complementario de los ingresos de los trabajadores más pobres. Para los capitalistas los trabajadores son un costo que deben reducir, por tanto la tendencia es siempre a la reducción de los salarios reales o de los salarios relativos.
Los firmantes no van al fondo en ninguno de los problemas y se enfocan exclusivamente en las deficiencias y las responsabilidades del Estado. Por omisión, exoneran de toda responsabilidad al sistema capitalista de la situación de las clases trabajadoras en Colombia. Los firmantes le prestan al sistema capitalista y a sus beneficiarios un extraordinario favor al desviar la atención sobre la causa fundamental de los problemas. Pero al mismo tiempo ocultan la naturaleza del Estado, pretenden hacer creer que una sociedad capitalista puede haber un Estado que esté por fuera de su dominio y que pueda resolver los problemas inherentes al capitalismo. Aunque lo niegan están haciendo proselitismo: defienden al capitalismo y quieren ganar prosélitos para esta defensa.
El aparato estatal está fundamentalmente al servicio de los capitalistas; el ejemplo del primer gabinete del presidente Duque, conformado por una elevada proporción de empresarios o representantes de empresarios es muy diciente, pero esto es la situación tradicional aunque se haga de una forma menos abierta. Pero también lo están los medios de comunicación y la gran mayoría de periodistas, que son a veces implacables en su crítica con un alcalde en un municipio pequeño o con un congresista de poco vuelo intelectual que confunde la universidad de Iowa con la Universidad de Lowa o un funcionario, pero entrevistan con sumisión y admiración a don Arturo Calle o a don Luis Carlos Sarmiento.
Esperar que un Estado cuyo objetivo principal es mantener el sistema capitalista y servir a los capitalistas más poderosos no tiene ningún fundamento serio. Es apenas una creencia.
Refiriéndose a las políticas propuestas por académicos de alto perfil y periodistas como Paul Krugman, Thomas Piketty, Robert Reich, Joseph Stiglitz y Martin Wolf, dice en un reciente artículo Murray Smith[4]: “Cabe señalar que las políticas apoyadas por este “frente popular” de progresistas liberales y marxistas (poco ortodoxos) han encontrado escaso apoyo en los círculos de la clase dominante y las élites políticas. Parece que su función principal ha sido mantener viva la esperanza de que el “capitalismo con rostro humano” sea al menos una posibilidad teórica, la mejor para desalentar el interés en el socialismo como alternativa entre los trabajadores, los jóvenes y los intelectuales de izquierda.”
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[1] https://www.larepublica.co/economia/grupo-de-ciudadanos-presentan-manifiesto-por-colombia-y-expresan-opinion-frente-a-la-agenda-nacional-2963999
[2] https://www.elespectador.com/noticias/politica/ciudadanos-divulgan-manifiesto-para-superar-la-crisis-social-estos-son-sus-13-puntos-articulo-904218
[3] https://www.elespectador.com/noticias/salud/homeopatia-debe-ser-expulsada-de-la-nacho-articulo-697746
[4] http://www.sinpermiso.info/textos/la-ley-del-valor-de-karl-marx-en-el-ocaso-del-capitalismo
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: La FM
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