1. LLEGARON CISNES NEGROS Y VERDES
Después del libro de Taleb, El Cisne Negro , se ha puesto en evidencia la relevan-cia de los acontecimientos inciertos, que son los que escapan a cualquier predic-ción probabilística. El Cisne Negro es un homenaje a Popper porque, como recuer-da Taleb, es equivocado decir: “todos los cisnes son blancos”. Esta afirmación ca-tegórica fue desvirtuada cuando en Australia se percataron de la existencia de cis-nes negros. En la lógica popperiana lo correcto habría sido decir: “todavía no hay evidencia de la existencia de cisnes que no sean blancos”.
La aproximación de Taleb ha sido retomada recientemente por el Banco de Pagos Internacionales, que utiliza la categoría de Cisne Verde . Y se refiere a la incerti-dumbre que deben enfrentar los bancos centrales frente a problemas tan complejos como el cambio climático.
La primera consecuencia del Coronavirus y de la crisis del petróleo es la aparición de estas dos modalidades de cisne. Han llegado juntos porque la incertidumbre frente a los precios del petróleo agudiza las dudas sobre la forma como se logrará un desarrollo económico que no sea intensivo en carbono. Frente a la expansión del Coronavirus, y a la guerra del petróleo, hay desconcierto. Sencillamente, por-que no sabíamos. Habrá que aceptar, además, que nunca sabremos.
En este mundo incierto, los dos cisnes han puesto en ridículo las proyecciones de los gobiernos y de los bancos centrales. En el caso colombiano, la Regla Fiscal, y el Marco Fiscal de Mediano Plazo han dejado de tener validez, porque sus pre-dicciones no tienen nada que ver con los hechos reales. Así que la primera víctima de estos acontecimientos ha sido la regla fiscal, y el descrédito de las metas fijadas por el Ministerio de Hacienda. El imaginario no se cumplió. Nuevamente queda en evidencia que los modelos sofisticados se quedan cortísimos frente a las dinámicas inciertas derivadas de las interacciones humanas.
2. LA DEPENDENCIA DEL PETRÓLEO HA SIDO FATAL
Colombia no aprovechó las bonanzas del petróleo y de la minería. No consolidó la producción industrial y agropecuaria. La incapacidad de sembrar el petróleo acen-túo la dependencia del país de los hidrocarburos. Con las bonanzas, que revalua-ron el peso, las áreas cultivadas disminuyeron, y las importaciones de alimentos aumentaron de manera dramática.
La caída del precio del petróleo se ha reflejado en una devaluación del peso. El encarecimiento del dólar hará que suba el precio de los productos importados. Sin duda, habrá una mayor inflación. Y como una proporción importante de los ali-mentos son importados, el aumento de los precios será especialmente duro para las familias de ingresos bajos.
La falta de estrategias para modificar la matriz energética sigue atrayendo cisnes verdes. En la medida en que se postergan las decisiones que permitan un creci-miento sostenible, se hace más notoria la incertidumbre sobre las consecuencias de los cambios climáticos.
3. LA DEUDA PÚBLICA SIGUE IMPARABLE
Las cuentas fiscales están en una situación crítica. Primero, porque la reforma tri-butaria de diciembre, o “ley de crecimiento”, va a reducir el recaudo. Segundo, porque el petróleo barato reduce los ingresos de Ecopetrol, y los dividendos que recibe el Estado. Y, tercero, porque la devaluación del peso incrementa el costo de la deuda pública externa.
La deuda es una solución transitoria, que no resuelve los problemas fiscales es-tructurales. Además, es un camino muy costoso porque los intereses que se le paga a los tenedores de títulos del Gobierno (como los TES) son relativamente altos.
4. EL PROBLEMA ES ESTRUCTURAL Y VIENE DE ATRÁS
La debilidad de la economía no es un asunto nuevo. Vienes de años atrás. Las ad-ministraciones de Santos no diseñaron los mecanismos que permitieran aprovechar las bonanzas. Y este desperdicio de recursos fragilizó de manera profunda la es-tructura de la economía colombiana.
5. ¿Y EL SISTEMA DE SALUD?
Actualmente, y antes del Coronavirus, la capacidad utilizada de los hospitales es más del 100%. Si no hay camas para los pacientes usuales, es poco probable que el sistema de salud no pueda responder de manera adecuada al reto logístico que está planteando la expansión del virus.
Jorge Iván González
Foto tomada de: El Tiempo
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