Somos un grupo plural de organizaciones de la sociedad civil y de centros de investigación adscritos a universidades, que tuvimos distintas posiciones frente al plebiscito. Algunos promovimos el voto por el SÍ, otros por el NO y otros adoptaron otras posturas. A pesar de nuestras diferencias, apoyamos firmemente una solución negociada al conflicto armado con las FARC-‐EP. Creemos que el resultado del plebiscito debe ser respetado y, por ello, el Acuerdo Final requiere modificaciones que sean capaces de enfrentar las principales objeciones y preocupaciones de quienes votaron NO. Pero igualmente consideramos que la base de esta renegociación debe ser el Acuerdo Final ya firmado, que fue logrado después de largos años de difíciles conversaciones y recibió el apoyo de casi la mitad de los votantes y gran parte de la comunidad internacional.
Consideramos que los siguientes principios orientadores del Acuerdo Final deben ser respetados en la renegociación: la centralidad de las víctimas y sus derechos a la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición; el enfoque territorial; el fortalecimiento del Estado de Derecho; la reforma rural integral; y la participación ciudadana. Todos estos elementos se encuentran garantizados en la Constitución de 1991 y, por ello, deben ser promovidos en la etapa de renegociación e implementación.
Con esos propósitos, presentamos los siguientes planteamientos jurídicos y políticos que pretenden conciliar el Acuerdo Final y las propuestas de los voceros del NO:
1. Ante la actual coyuntura política, estamos convencidos de que resulta necesario mantener un proceso célere, pero incluyente, que asegure un diálogo de calidad entre los líderes políticos de todos los sectores sociales del país y el Gobierno. Destacamos las conversaciones que, en los últimos días, el Gobierno Nacional y los líderes políticos del NO han realizado en ese sentido. Invitamos a que el diálogo se extienda de igual forma a los demás estamentos del país que deben ser representados por el Jefe de Estado. Resaltamos la importancia de continuar con esa metodología de forma permanente, continua y como vehículo de comunicación entre la Mesa de conversaciones y los voceros del NO. Con genuina voluntad política de todos los sectores involucrados, esto permitirá acercar posiciones, generar diálogos reposados, construir confianza y, en últimas, acercarnos al llamado “consenso nacional por la paz”.
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