Y la Política sigue presente como expresión clara de que la especie humana está signada para que el péndulo de la vida de millones de ciudadanos en la Tierra, oscile entre ordenar- mandar- y obedecer.
Se ordena el confinamiento y en general la gente obedece. Claro, no faltan quienes por la necesidad de salir a “rebuscarse”, se vean obligados a incumplir la orden; u otros, que guiados por un ethos mafioso, decidan hacer parte del cortejo fúnebre, como ocurrió en Bello, Antioquia.
La prensa, otra expresión de la Política, en tanto que el periodismo es una forma de poder, coadyuva a que la orden se cumpla, eso sí, aportando una gran dosis de miedo y terror. Estos agentes políticos que llamamos empresas mediáticas, concentran la información y la atención de millones de seres humanos; y además, inoculan miedo a sus audiencias para que cumplan la orden de encierro y, claro, para recuperar el rating perdido, como es el caso de los noticieros colombianos RCN y Caracol.
No hay nada que evite el consumo masivo de noticias, que la vida que llevaban millones de seres en el mundo antes de la declaratoria de pandemia. Ahora consumir noticias es, para muchos, una necesidad de estar informados sobre la evolución de la pandemia, ignorando quizás que esa información tiene el propósito político de generar simpatías en los mandatarios y en los gobiernos que están haciendo frente a la coyuntura. Y para el caso del presidente Duque, ya millones sabemos que reaccionó tardíamente, como los también presidentes Donald Trump, de los Estados Unidos y Bolsonaro, de Brasil.
Resulta curioso que de esos millones de habitantes en el mundo y en Colombia, por supuesto, cientos de miles se declaran, sin titubeos, como apolíticos; o proclives a “odiar a la política, porque no les interesa, o no la entienden”. Odiada o no, la Política está ahí para que las decisiones de los distintos gobiernos se tomen con criterios de universalidad, en el marco de un amplio sentido de lo colectivo.
Y en lo que respecta al manejo político que el presidente Iván Duque ha hecho de la compleja coyuntura que nos impuso la Organización Mundial de la Salud con su declaratoria de pandemia, hay que decir varias cosas:
La primera, que en la medida en que entendió él y su equipo de gobierno la rapidez con la que el virus y la enfermedad se propagaban por el mundo, tomó decisiones claramente tardías. Mantener abiertos los aeropuertos, en particular el de Bogotá, es una medida que expertos le critican porque por esa vía llegaron extranjeros y colombianos que tuvieron contactos con personas contagiadas, tanto en Europa, Asia y los Estados Unidos. A lo que se suman los precarios controles y medidas de bioseguridad adoptadas por las autoridades de los terminales aeroportuarios. Y las actitudes irresponsables de aquellos que no cumplieron con la orden y recomendación de auto aislarse.
La segunda, las medidas de protección a la Banca, y en particular a la red de bancos de Sarmiento Angulo, el mecenas que lo llevó a la presidencia en virtud al aporte millonario que hiciera a la campaña Duque Presidente. Decisiones que son la prueba fehaciente de que la política está engrillada, amarrada, sujeta y presa de la economía. Es claro que en esas circunstancias, la solidaridad y el humanismo prosperarán en la medida en que como valores y virtudes, puedan funcionar en el mundo de la especulación de las Bolsas.
Amarrada sus manos, Duque parece no entender que se requiere de la adopción de decisiones audaces, como la expropiación por vía administrativa o por lo menos, el control de todos los bienes privados que coadyuven a mitigar y a aplanar la curva de contagios por el SARS-CoV-2. La excepcionalidad de esta coyuntura exige liberar a la Política de las cadenas del mercado y de la especulación financiera y por esa vía, de la mezquindad y la ruindad de aquellos grupos humanos que solo aprendieron a acumular riqueza, y se olvidaron de la fragilidad de sus vidas y de lo inútil que resulta tener posesiones cuando la vida está en riesgo.
La tercera, insistir en operar sin el control político del Congreso. Este hecho no solo constituye una afrenta contra el equilibrio democrático, sino que, en sí mismo, afianza el presidencialismo que, para el caso, resulta peligroso en la medida en que detrás de Duque están individuos y agentes de poder económico y político que hacen parte del sector más conservador y retardatario del Régimen de poder. A lo que hay que sumar el carácter obediente de un Presidente que se “encontró la Presidencia”. Sin mayor experiencia en el manejo de asuntos públicos y de Estado, Duque es presa fácil de esas hienas hambrientas que lo rodean.
Y así, mientras la “madre de los asuntos humanos siga engrillada a la economía”, aumenta la posibilidad de que la crisis sanitaria y médica haga fracasar el ya deplorable sistema de salud pública del país. Cualquiera sea el resultado, la Política siempre estará ahí, acompañando la siempre compleja y aviesa condición humana.
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[1] La expresión es del hoy expresidente uruguayo, Pepe Mujica. Hace parte del discurso que leyó siendo presidente de la República del Uruguay, en el marco de la cumbre Río +20.
Germán Ayala Osorio
Foto tomada de: Semana.com
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