A raíz de los acontecimientos del 9 de abril de 1948 que condujeron al cierre de la Universidad Nacional, el doctor Patiño Restrepo viajó a los Estados Unidos e ingresó a la Universidad de Yale en New Haven donde se graduó con tesis laureada en 1952 con el Premio Borden. Hizo luego su adiestramiento en cirugía general tórax y cardiovascular en el Hospital Universitario de la misma Universidad bajo la dirección de Gustaf E. Lindskiog quien fuera sucesor en la cátedra y en la jefatura del Departamento de Cirugía de Samuel C. Harvey y del gran maestro de la cirugía que fue Harvey Cushing. Al terminar su residencia, fue instructor de cirugía en el mismo Hospital y el doctor Lindskog lo eligió como el mejor residente del Departamento de Cirugía de la Universidad de Yale. De esa época es su primer gran aporte a la cirugía, en el campo específico de la cirugía endocrina, y fue el primer trasplante exitoso de tejido embrionario humano de glándula suprarrenal a un paciente con enfermedad de Addison.
En 1958 llamado por el profesor Jorge E. Cavalier, director del Hospital de La Samaritana, regresa a Colombia como Jefe de Cirugía donde produjo mucho de su obra científica; al mismo tiempo es nombrado Director de Educación Graduada en la Universidad Nacional y junto con Rafael Casas Morales organizan los programas de residencias o estudios de posgrado médico en Colombia, que fueron ejemplo para toda Latinoamérica. En esa institución inició la nutrición clínica como disciplina especializada e implantó por primera vez en Colombia y en América Latina la técnica de la nutrición parenteral total. Fue el primer Director Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (ASCOFAME), desde donde imprimió a estas Asociaciones gran impulso que ha merecido renombre internacional en el campo de la educación médica. Fundador y propulsor del Centro Médico de los Andes, Fundación Santa Fe de Bogotá, donde ocupó el cargo de Jefe de Departamento de Cirugía por largos años; siguió vinculado a la cirugía académica norteamericana como profesor visitante de la Universidad de Yale.
Perteneció a 10 Sociedades Científicas de Colombia a 18 Internacionales y es Miembro Honorario del Colegio Americano de Cirujanos, como también de la Asociación Americana de Cirugía, exclusiva entidad de excelencia de la cirugía norteamericana; así mismo, Miembro Honorario de la mayor parte de las Sociedades de Cirugía del continente, y claro está de la Sociedad Colombiana de Cirugía. Ha sido Gobernador del Colegio Americano de Cirujanos, Presidente de la Sociedad Internacional de Cirugía, y de la Sociedad Colombiana de Cirugía, y propulsor de su desarrollo y en segundo período la Academia Nacional de Medicina.
El doctor Patiño Restrepo ha enriquecido la literatura médica universal con más de 18 textos, algunos con varias ediciones. “En cuanto a artículos, capítulos de libros, editoriales y algunos artículos periodísticos, -dice el maestro Patiño- Martha Mendoza Fernández, la asistente de la presidencia de la Academia de Medicina, quien hizo la catalogación de mi biblioteca, se ha tomado el trabajo de reunir en más de doce volúmenes las “Obras Completas” de Patiño Restrepo, y me informa que son más de seiscientos.” Comprende pues obras sobre hipertensión, cáncer, bocio, alta cirugía, textos humanistas como María Callas la Divina, la Prima Donna absoluta, la Voz de Oro del Siglo, Humanismo, Medicina y Ciencia, hasta computadores, Cibernética e Información.
Maestro de la perfección clínica
“Todos los días hago el propósito de no cometer errores” solía decir y de aplicar a fondo, de manera total, íntegra, los principios de esa profesión que él califica “como subyugante, el gran motor de su vida, una actividad que da -tal vez como ninguna otra- una inmensa satisfacción intelectual y emocional. Una profesión que va al estudio íntimo de la vida misma” en la cual el médico Patiño aplicó siempre una de sus normas: “el trabajo en equipo: Todos concertados, como una magnífica orquesta.”
Rehusó la casi totalidad de los ofrecimientos hechos por distintas instituciones científicas, en particular estadounidenses (acepto ser presidente de la Sociedad Mundial de Cirugía). Siempre prefirió trabajar en y por Colombia.
Rector de la Universidad Nacional de Colombia
Como rector de la Universidad Nacional (1964) emprendió una reforma académica y administrativa, la llamada ‘reforma Patiño’ para “impulsar la integración como mecanismo de desarrollo, formular la necesidad de investigar y superar la fase profesional. Fruto de ello se creó el Consejo de Investigación y después surgió el Comité de Investigaciones y Desarrollo Científico (Cindec), autónomo en cada seccional. “Cuando llegué a la rectoría – dice en una larga entrevista- con Isabela López Giraldo , la Nacional era un sitio donde se daban clases y nada más. No había vida universitaria, y yo venía de una universidad en que había teatro, música, ópera, museos… Una vida cultural intensa. La universidad no puede ser solo un sitio donde se cumpla con un currículo, como un derrotero, para llegar a un diploma. Tiene que ser una vivencia en un ambiente de cultura y de creación de conocimiento”. Durante su rectoría construyeron cafeterías, museos, el auditorio León de Greiff, el edificio de la rectoría donde estaba Enfermería y el centro estudiantil, que servía como una especie de club para los estudiantes, con gimnasio en el sótano, salas de música y de lectura, “y un balcón para que echaran sus discursos revolucionarios, con la plaza al frente para aquellos que los oían. También se hicieron residencias -la famosa Gorgona- Se le dio a la universidad vida. Se le dio empuje al bienestar estudiantil”, dice Patiño también aumentó el profesorado y triplicó el presupuesto mediante el apoyo del presidente Valencia, del gobierno estadounidenses e instituciones como la fundación Rockefeller. “Eran otros tiempos. Los tiempos del presidente Kennedy, de la alianza por el progreso. Los tiempos en que se pensaba que lo público era lo más importante, como efectivamente es. Ahora se piensa que lo privado es lo importante”. Todas estas realizaciones comprendían lo que se llamó la “Reforma Patiño” que transformó la UN y educación universitaria del país. En sus propias palabras en que consistió la Reforma Patiño:
“Los Estudios Generales, también denominados Educación Liberal en la nomenclatura anglosajona, tienen como propósito formar a la persona como ciudadano intelectualmente maduro, dueño de una vasta cultura general y con una concepción ética de su existir, de sus derechos, de sus deberes y de sus responsabilidades con la sociedad … La Educación Liberal o los Estudios Generales están destinados a la educación por su mismo valor, es decir, a la formación mental del estudiante recién egresado del bachillerato o educación secundaria, a su enriquecimiento y madurez intelectual mediante la enseñanza de los valores. En el caso de la Medicina, los Estudios Generales son de especial importancia porque todo médico debe ser, ante todo, una persona culta y un humanista. Son estas las cualidades que luego se traducen en la ética, el profesionalismo y el humanitarismo, características fundamentales del ejercicio de la Medicina.”
“Cuando se fundaron las tres primeras universidades en Estados Unidos, Harvard (1636), William and Mary y Yale (1701), había 14 en América Latina funcionando, entonces uno no entiende porqué solamente, de vez en cuando, aparece la UNAM o la de San Pablo o la de Buenos Aires entre las primeras cien, pero entran y luego desaparecen, mientras que las de Estados Unidos están entre las primeras diez o veinte mejores del mundo.”
“Si uno analiza -continua Patiño- se da cuenta de cuál fue la razón. En 1804, cuando Napoleón se coronó Emperador del Imperio, y digo se coronó porque el Papa tenía la corona en sus manos y Napoleón se la rapó y él mismo se la colocó, y dijo: “El imperio requiere profesionales que produzcan económicamente”. Y la filosofía, la historia y las artes no producen, entonces se salen de las universidades y se van para las academias, como ocurre con la investigación que también salen de las universidades para crear unos institutos de investigación. Se creó lo que se llamó la universidad ‘profesionalizante’ o ‘profesionalista’ en la que el estudiante, al salir de la secundaria, entra directamente a la carrera, entonces la universidad lo que está formando son tecnócratas en las diferentes carreras, pero no está formando ciudadanos, no está formando gente con cultura general, que es la función que le obliga. Así fue hasta Napoleón … Pero en 1808, Guillermo Von Humboldt, el hermano mayor de Alejandro, dijo que ese no era el papel de la Universidad, sino el de formar ciudadanos, personas cultas, que tengan una conciencia de cuáles son sus derechos pero también cuáles sus deberes con la sociedad y que tengan una concepción ética de su existencia, que sean dueños de una cultura general para que luego, a los 21 años en promedio, sí empiecen una carrera profesional, entonces fundó la Universidad de Berlín que hoy se llama Universidad Humboldt de Berlín. Las universidades de Inglaterra, Cambridge y Oxford, copiaron ese sistema alemán, y Yale y Harvard también y crearon lo que en los Estados Unidos se llama el college, que son cuatro años de estudios generales de educación liberal, humanidades, artes y ciencias, y en vez de entrar a la carrera a los 17 años en promedio, ahora se entra a los 21 en promedio y a esa edad la persona es mucho más madura pero si además ha pasado cuatro años formándose de esta forma, es una persona de una cultura general y ya tiene una idea muy clara de cuál debe ser su plan de vida, entra a la carrera y ya no hay la deserción estudiantil que se presenta entre nosotros cuando el muchacho o la niña entra tan joven para darse cuenta en el segundo año que esa no era su carrera y se sale porque en América Latina nos fuimos y nos quedamos en el modelo Napoleónico.”
Política de diálogo y democracia
Hay que reconocer en el profesor Patiño como el abanderado de introducir la democracia en la vida de la Universidad, al dar participación a estudiantes y profesores en la vida del claustro, oír sus inquietudes y poner en práctica medidas institucionales para satisfacerlas e introducir la modernidad en la educación. Los estudiantes pudieron ser parte del Consejo Superior, posición que ocupó entre otros el estudiante de Ingeniería Eléctrica, Física y Matemáticas José Fernando Isaza. Recuérdese que la UN venía de la reversión de las políticas progresistas del presidente López Pumarejo fundador de la Ciudad Blanca como se llamó en sus inicios, que tuvo la enconada oposición del Conservatismo para quienes la educación liberal anglosajona debía ser desalojada de los claustros por el dogma y la educación confesional. La recaída tuvo su más burda expresión con el nombramiento por el General Rojas Pinilla del Coronel activo Manuel Agudelo como Rector, quien había sido junto al Coronel Diógenes Gil cabecillas de la intentona derechista de golpe de Estado contra el presidente López en la ciudad de Pasto:
“Frente a los fatídicos hechos ocurridos a comienzos del mes de junio de 1954 (muerte Uriel Gutiérrez por la policía en la Ciudad Blanca el 8 de junio y masacre de los estudiantes el día 9 en el centro de Bogotá, la comunidad universitaria sufrió una profunda crisis. Las clases se suspendieron de forma automática y el entonces rector Julio Carrizosa Valenzuela renunció de forma irrevocable la tarde del día 8 de junio. Dos días después la rectoría fue ocupada por Abel Naranjo Villegas. La tensión en los días posteriores se hizo insostenible, los decanos insistían en renunciar para dejar el espacio libre para que Naranjo Villegas nombrara a las personas que debían acompañarlo en su gestión. No obstante, el mismo rector que no solo deseaba que los decanos continuaran en sus cargos sino también que hicieran todo lo posible para reanudar las labores académicas. Este último punto fue el motivo de su retiro, ya que ante la decisión del rector Naranjo de abrir algunas clases y prácticas el día 12 de julio, chocó con la decisión expresa y terminante del Presidente de no abrir la Universidad hasta nueva orden, siguiendo el mejor estilo militar.”
Naranjo había remplazado a dos eximios rectores Julio Carrizosa Valenzuela y Gerardo Molina. La rectoría de Agudelo no tuvo gobernanza y a los pocos meses se vio obligado a renunciar. Afirma el profesor Patiño que
“la Universidad cargaba con la cruz de la violencia, el desorden y la constante pugna. Se revivieron los carnavales universitarios, con sus despampanantes y curiosos disfraces, reinas de belleza por cada facultad, se abrió el espacio para la práctica del deporte con la remodelación del estadio, se organizaron torneos en los que llegaron a participar estudiantes universitarios provenientes de Perú. De acuerdo con el doctor Patiño todo esto se logró gracias a que él se le ocurrió la idea de compartir el ‘almuerzo de los miércoles’ con los estudiantes en el Consejo Superior Estudiantil, en donde el Doctor Patiño mantenía al tanto de los cambios de los estudiantes, estas reuniones se conocieron como la “política de diálogo”
Recuerdo una anécdota de los años sesenta. Se realizaba en la Universidad Nacional un Congreso de Estudiantes de todo el país y los estudiantes de la Nacional de Medellín, Manizales y Palmira cuyas sedes estaban en ese entonces por fuera de sus respectivas ciudades tenían muchas dificultades en el transporte y en la sede Bogotá habían varios buses subutilizados. Pues tomamos tres buses los llenamos de voluntarios y en la noche partimos con ellos para los respectivos lugares. Recuerdo dos compañeros de viaje muy especialmente: Ivan Saldarriaga de Medellín, fundador de la Editorial la Oveja Negra y el camarada Caycedo, que creo aun dirige el Partido Comunista. Como a las cinco de la mañana en el sector de la Línea cerca a Calarcá fuimos detenidos por el Ejército Nacional. No quisimos abandonar los buses que lo pedían los militares, hasta que no negociáramos con la Universidad las peticiones estudiantiles. A eso de las diez de la mañana estaba el Vicerector negociando con los estudiantes y la solución fue inmediata: los estudiantes de Bogotá deberían regresar de inmediato a su sede y los buses continuarían a sus respectivos lugares, pero con los conductores de la Universidad. Esa es una gran muestra del talante democrático del Maestro Patiño.
Cultura en la Universidad
La escuela de artes que funcionaba en el hoy museo Santa Clara, calle novena con carrera octava, se trasladó al campus universitario, el Conservatorio Nacional también se trasladó al campus y se le construyó la concha acústica para que desde allí se brindará conciertos a la comunidad universitaria. Los Museos de Arte, de Historia Natural y de Arte Moderno se construyeron para el goce y el conocimiento de la comunidad, se restauró el deteriorado estadio, se crearon las cafeterías que fueron indispensables para la alimentación de los estudiantes, se armó un plan masivo para la construcción de las residencias. Por último, en la reintegración de los edificios, el edificio hoy de filosofía había sobrado y allí empezó a funcionar la biblioteca central, biblioteca provisional mientras se construía la biblioteca central. Marta Traba (1923–1983) fue directora de Cultura en la Universidad Nacional de Colombia, nombrada por el rector Patiño, en los años 1966 y 1967,
Un Plan de desarrollo cuyo objetivo triplicar el presupuesto para mejorar la planta física. Pero este novedoso ensayo educativo tuvo oposiciones dentro del mismo profesorado y los estudiantes. ‘Ricardo Sánchez – entonces decano de Derecho en Medellín- ya que este no creía en las supuestas bondades de la Reforma expuestas por el rector de la sede.’ Pero fue continuador Antañas Mockus como vice-rector y luego Rector de la UN y según él “lo que hicimos en líneas gruesas fue desarrollar la Reforma Patiño, pues la Universidad duró harto tiempo en asimilar esa reforma”
Patiño servidor publico
Durante su permanencia como Ministro de Salud, señaló nuevas políticas en el campo de las drogas autorizando la introducción de los medicamentos genéricos para favorecer a los más necesitados que no tienen acceso por su costo a los medicamentos de marca, que ha sido de manera permanente demonizados por los grandes monopolios farmacéuticos; auspició la ampliación de la cobertura sanitaria de nuestro país, a través del sistema público de hospitales.
Otra de las publicaciones de Patiño se titula La informática y la medicina. “Se mantiene actualizado”, cuenta María Isabel, asistente suya: “Hace sus propias presentaciones en Power Point, tiene varios computadores, dos celulares y usa WhatsApp”. Entre otras, la información médica computarizada se hizo posible en Colombia gracias a este cirujano mediante un convenio firmado entre la Biblioteca Nacional de Medicina (EE.UU.) y el gobierno colombiano.
“Ay, mis viejos amigos los libros. Qué rico volver a ver a mis viejos amigos. Yo veo esto y siento que viví entre estos libros toda mi vida. Cuando tú llegues a mi edad te preguntarás: ¿Qué hice yo en esta vida? Pues una de las cosas que yo hice fue una buena biblioteca” con más de quince mil volúmenes la donó a la Universidad Nacional y otra parte de libros médicos a la Academia de Medicina.
“Pasaron los años y Virgilio Barco, de quien yo fui muy amigo, -cuenta una de sus hijas- hizo una comida en su casa, invitó a Alberto Lleras y a doña Bertha Puga. Alberto era muy frío, muy distante y primo segundo de mi papá (Lleras Camargo y mi papá Patiño Camargo, las mamás eran primas hermanas). Una vez cuando yo era rector de la Universidad Nacional y quería que los estudiantes más revoltosos conocieran lo que era una universidad pública norteamericana, y como yo tenía tan buenas relaciones con el gobierno de los Estados Unidos, fui a la embajada y le dije al embajador, muy amigo, que me consiguiera una cita en el Departamento de Estado porque quería pedirle que invitara a 14 de los más revoltosos, de los más comunistas, de los más anti gringos de mis estudiantes para que conocieran universidades americanas. A el embajador le pareció fantástico y me dijo que ya tenía la cita, viajé, les eché el cuento, les pareció buenísimo, se hizo la invitación, salí al aeropuerto a despedirlos y se fueron. Tres o cuatro días después apareció una columna en El Tiempo de Alberto Lleras diciendo: — Es el colmo del rector de la Universidad Nacional, que mandó a sus estudiantes para Cuba en la época de Fidel Castro y encima de esto salió a despedirlos al aeropuerto.
De todas maneras, como la gente sabía que se habían ido para Estados Unidos, pasaron los años de los años y viene esta comida que te menciono. Yo le decía a Alberto doctor Lleras pero Blanca -mi esposa- sí lo llamaba por su nombre. Estaban en el sofá diagonal al nuestro, la sala llena y de repente se voltea Blanca y le dice:
— Alberto, ¿por qué escribiste tú que mi marido había enviado los estudiantes para Cuba cuando los envió para Estados Unidos?
Se volteó, la miró tan fríamente como solo él era capaz. Él le decía Blanquita pero aquí le dijo:
— Señora, yo no contesto pendejadas.
Se quedó todo el mundo en silencio. Se voltea Blanca y le contesta:
— Y entonces por qué las escribes
Otra hija Lucía, nacida en New Haven el 18 de noviembre de 1957, estudiaba derecho en la Universidad de los Andes cuando tuvo un absurdo accidente automovilístico, y después de un mes de cuidado intensivo en Bogotá y en Miami, murió en esa ciudad el día 5 de julio de 1979, a los 21 años de su bella juventud. Es indescriptible el dolor de un médico al ver morir a su hija, dolor que ha perdurado durante toda mi vida A nuestra llegada a Eldorado, al pie de la escalerilla del avión estaban el doctor Carlos Lleras y doña Cecilia, quienes habían sufrido la muerte de su hija Clemencia unos meses antes. Bien recuerdo que el doctor Lleras me tomó del brazo y me dijo: “El único paliativo, José Félix, es trabajar y trabajar intensamente.” Y así procedí: me dediqué a escribir un libro en su honor, escogiendo un tema que no estaba ampliamente tratado. Y salió Gases Sanguíneos, Fisiología de la Respiración e Insuficiencia Respiratoria Aguda, cuyas regalías fueron todas a la ya extinta Fundación Lucía Patiño Osorio, destinada a becar a estudiantes de Derecho y de bajos recursos en los Andes, Fundación que operó muy bien por varios años. Este libro va en su octava edición, año 2015, ahora por la editorial Médica Panamericana de Buenos Aires. Y propio para la pandemia que atravesamos.
Patiño enfrenta el neoliberalismo
Infortunadamente murió cuando apenas comenzaba a desatarse la pandemia de coronavirus que puso al desnudo a escala mundial el descalabro de unos sistemas médicos por completo ineficientes que solo estaban preparados por aumentar la chequera de los propietarios, pero nunca para garantizar la salud de la población. Es muy diciente que tres países cuna del capitalismo, Inglaterra, Francia, Estados Unidos e Italia presenten los mayores índices de infección y muertes y países llamados socialistas de -manera despectiva- como China tiene controlada la pandemia; Corea del Norte, con cero infecciones o Vietnam -con cero muertes- países relativamente pobres pero comunistas, que no tienen el dilema entre la economía y la vida y por medio de una movilización colectiva sin antecedentes, donde la misma población, ciudad por ciudad, manzana por manzana, edificio por edificio, casa por casa, son los encargados de garantizar hasta el más mínimo riesgo de contaminación entre la población rural y urbana y no unos burócratas frente al televisor dando órdenes.
Ley Estatutaria de la Salud
Hay que recordar, explica el profesor Patiño, que las leyes estatutarias tienen como función regular los derechos humanos fundamentales; con esa base orientan el sentido y contenido de las leyes ordinarias. Además, trazan el rumbo de las políticas públicas. “Con ese alcance, la estatutaria sancionada en 2015, declaró que la salud es un derecho humano fundamental y estipuló el alcance de dicho derecho. Esa sentencia hace que sea totalmente incompatible con la Ley 100. Lo más absurdo es que después de tres años de aprobada la Ley, no se ha tocado la matriz de la intermediación financiera, es decir, a las EPS y se conserva el modelo de aseguramiento, que es el elemento que ha llevado a la comercialización de la salud como si fuera una mercancía y no un derecho …”Se les puede pagar una suma fija para que funcionen como una rueda de engranaje. El Estado colombiano es el que se debe encargar de garantizar la salud y no las EPS. Estas últimas pueden gestionar las bases de datos, la parte contable y pasar a ser aliadas de los pacientes, en lugar de mantenerles el incentivo perverso que tienen hoy en día para contener costos e incrementar sus ganancias a costa del sufrimiento de los colombianos.”
Del ideario del ´profesor Patiño entresacamos estos aforismos:
• Considero que uno debe estar políticamente ubicado donde se haga bien a la gente por lo mismo soy liberal.
• La salud es un derecho humano fundamental.
• En un Estado Social de Derecho la atención de la salud es un servicio público con propósito de beneficio social manejado por el Estado.
• Los principios de la economía neoliberal no deben convertir la educación superior en un bien de mercado, como ha ocurrido con la atención de la salud.
• La ley 100 de 1993 implantó un Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) que acabó con la red pública, privatizó los servicios y convirtió la salud en una mercancía y la atención de la salud en un vil negocio.
Final
“En efecto, hice de la medicina mi plan de vida, y la ejercí en el estricto marco ético, deontológico y moral que señaló Hipócrates de Cos hace 2500 años, lo cual me ha significado felicidad, en el sentido aristotélico, como virtud del alma ante hacer bien lo que te propones.”
Alfonso Cuéllar Solano
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