Tampoco indicó cuando será el juicio ni cómo funcionará pero Jesús será el encargado de interrogar a los acusados; un subalterno del papa, el obispo de Quibdó[2], junto con muchos otros analistas, ya aportó las pruebas de que el presidente Duque prefirió, como siempre, defender a los ricos al no tocar las utilidades de las 1.000 empresas más grandes y los bancos, ni la riqueza de los millonarios colombianos y optó por someter a los pobres a limosnas miserables y al hambre. Tampoco dijo el Papa cuál sería la pena a imponer pero esperamos por lo menos que se le impida entrar al reino de los cielos.
El papa utiliza el concepto de pobre o necesitado, un concepto cotidiano que cualquier persona entiende fácilmente. No es necesario haber hecho un doctorado en economía en Harvard o en la Universidad de los Andes para saber que si mi ingreso no me alcanza para alimentarme ni tener un lugar decente para vivir soy pobre o para entender que si tengo US$9.000 millones de dólares en mi bolsillo, como Luis Carlos Sarmiento, soy rico. Un pobre es un “necesitado, que no tiene lo necesario para vivir”, un rico es alguien “adinerado”, dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua[3]. Son conceptos sencillos, al alcance de la mano, fáciles de entender, hasta por un niño de cinco años.
Daniel Coronell escribió hace unos días una emotiva columna[4] titulada el nuevo pobre donde cuenta la historia de un ingeniero civil, Ricardo, de ingresos altos para los estándares colombianos -su hijo estudia en un colegio donde la matrícula vale mensualmente $2 millones, otro hijo estudia en los Estados Unidos, vive en un apartamento de estrato 6 y tiene dos carros, aunque debe todavía una buena parte-, que perdió su empleo como consecuencia de la crisis económica derivada de la pandemia. Ahora, dice la columna, está en una situación muy difícil, aunque manifiesta tener ahorros para sostenerse durante ocho o nueve meses más, pero considera que está en la situación de muchas familias que sufren en silencio pero sin poder izar el trapo rojo ni aplicar a ninguna ayuda del gobierno. Ricardo es un “nuevo pobre”.
El concepto de pobre es aparentemente muy concreto y se explica por sí mismo. Pero si se lo examina con cuidado realmente es una noción que poco explica y, por el contrario, oculta mucho más de lo que dice. Si se entiende simplemente como algo cuantitativo, como una carencia de artículos necesarios para vivir, es un concepto universal. Hubo o hay pobreza en comunidades indígenas, hubo pobreza en Roma, en la Edad Media, en el capitalismo y también en el socialismo. De este modo la pobreza aparece como algo natural, inherente a todas las sociedades humanas. Al clasificar a las personas en pobres y ricas simplemente con base en la magnitud de dinero estamos dejando de lado características esenciales de dichas personas que nos ayudarían a comprender no solo el aspecto cuantitativo sino también el cualitativo. ¿Quiénes son los pobres? ¿Por qué existe la pobreza?
Es comprensible que la gran mayoría de la gente no se haga estas preguntas ni mucho menos tenga respuestas suficientes, así como tampoco nos hacemos preguntas sobre lo que es por ejemplo nuestro cuerpo o nuestra mente y simplemente tenemos nociones muy elementales sobre ellas. Estos conceptos cotidianos nos permiten movernos en el mundo aunque no lo comprendamos; todos somos capaces de mover el interruptor y hacer que se prenda un bombillo e ilumine nuestro cuarto, pero muy pocos seríamos capaces de responder a la pregunta ¿qué es la luz?. Algo similar ocurre con el concepto de pobre. De hecho, los pobres viven la pobreza, la padecen, pero muy seguramente si se les preguntara qué es la pobreza la mayoría no podría dar una respuesta muy profunda. El estudio de la naturaleza y causas de la pobreza, así como el estudio de la naturaleza y causas de la riqueza puede conducir al resultado de que no es el concepto más apropiado para entender la sociedad.
Es comprensible que la mayoría de la gente utilice el concepto de pobreza, dado que no son estudiosos ni les interesa serlo o no tienen ciertas condiciones básicas para serlo. Es comprensible que el papa Francisco no profundice en el asunto, al fin y al cabo su marco conceptual es la Biblia, un texto que no pretende aportar ningún fundamento científico. Es comprensible que Daniel Coronell utilice el concepto de pobre, al fin y al cabo él es simplemente un periodista, como él mismo se ha calificado[5]. Pero, aparentemente no es tan comprensible que los mejores economistas del país, el Departamento Nacional de Planeación, el DANE, el Banco Mundial, el BID, OXFAM, etc., también usen el mismo concepto, que les permite medir la pobreza y la riqueza. ¿Dedicaron años de riguroso estudio en Harvard y demás universidades de élite en el exterior para seguir utilizando el concepto de pobre que cualquier lego entiende y maneja?
Con base en estos conceptos de pobreza/riqueza según magnitud de ingresos dividen a los colombianos en cuatro “clases sociales”: clase pobre, clase vulnerable, clase media y clase alta. La primera tiene ingresos menores a 4 dólares diarios, la segunda entre 4 y 10 dólares, la tercera entre 10 y 50 dólares y la cuarta más de 50 dólares. Según los datos del DNP[6] solamente el 2,3% de los colombianos es rico, es decir, se encuentra en la clase alta. El ingeniero Ricardo hasta hace unas semanas era rico, se encontraba en ese selecto grupo de colombianos, pero de un momento a otro, según ese criterio, pasó a ser pobre, nuevo pobre. Si alguien en Colombia que gana 1millón 50 mil pesos pasa a ganar 1 millón cien mil, dejó de ser pobre y se convirtió en vulnerable.
Los pobres en Colombia son fundamentalmente trabajadores asalariados y trabajadores por cuenta propia (campesinos, artesanos, pequeños productores, pequeños comerciantes). Los trabajadores asalariados y los trabajadores por cuenta propia elaboran todo el producto nacional y se quedan solamente con una parte de dicho producto mientras que los capitalistas que son los dueños del dinero y los medios de producción se quedan con otra parte. Si miramos solamente la producción capitalista, cada año menos de 1 millón de capitalistas se queda con la mitad de la torta dejando la otra mitad a sus productores, cerca de 11 millones de trabajadores asalariados. Al dividir la mitad del producto entre 11 millones da como resultado que el ingreso promedio es muy bajo y que una parte grande de los trabajadores no logra siquiera obtener ingresos para comprar la canasta básica (el 27% de la población colombiana, cerca de 14 millones de personas).
Pero además, dentro del capitalismo siempre hay población sobrante para las necesidades de las empresas, los desempleados y subempleados. Por tanto, dentro del capitalismo la pobreza no es un accidente de la naturaleza ni un destino fatal, es un resultado de una relación de explotación, donde unos pocos se las han ingeniado para poner a trabajar a su servicio a la gran mayoría. El objetivo de los capitalistas es obtener las mayores ganancias posibles y reducir el salario al mínimo para subsistir, a lo cual les ayuda el tener tanto desocupado que hace que el mercado de fuerza de trabajo sea siempre favorable a los patronos.
El ingeniero Ricardo ha sido siempre un “pobre” en el sentido de que es también un trabajador asalariado explotado por sus patronos, que contribuye a crear todo el producto de la empresa donde ha trabajado y a generar a los dueños enormes ganancias, año tras año. Dentro del capitalismo el producto lo hace un trabajador colectivo, que incluye desde el gerente general, los gerentes de área, los jefes de divisiones, los profesionales y técnicos, hasta llegar a los operarios y administrativos, siendo estos últimos cuantitativamente la gran mayoría. Todos estos son trabajadores asalariados, quizá con la excepción del gerente general, que de todas formas es necesario para el funcionamiento de la organización. El capitalismo puede pagar mejor a unos trabajadores asalariados para que cumplan en su nombre las funciones productivas y de explotación; de hecho el ingeniero Ricardo confiesa que él entiende lo duro que es despedir a alguien porque él también lo ha hecho en el pasado.
Existe por tanto un grupo de trabajadores asalariados que dirige, controla, vigila, contrata, despide, a otros trabajadores asalariados que hace, por así decirlo, el trabajo sucio en nombre de los patronos; además, existe una capa de trabajadores asalariados con mayores conocimientos científicos y técnicos necesarios para la producción. Este conjunto de trabajadores es mejor pagado, sus salarios son más altos y por tanto aparecen en las estadísticas como clase media e incluso clase alta. Pero en cualquier momento su fuente de ingresos puede desaparecer, como le acaba de ocurrir al ingeniero Ricardo al ser despedido.
El ingeniero Ricardo no se había considerado “pobre”. Esto ocurre con buena parte de los trabajadores asalariados de mayores ingresos que no solo cumplen con frecuencia funciones de explotación al servicio de los capitalistas, sino que además se sienten diferentes, distintos, por encima de la masa de pobres y vulnerables, a los que a veces compadecen, a veces desprecian. Pero objetivamente son hermanos de sangre, son trabajadores asalariados, venden su fuerza de trabajo por un salario (más alto) y les producen ganancias a sus patronos.
El papa Francisco concibe la defensa de los pobres como un conjunto de ayudas: darles de comer y de beber, visitarlos en la cárcel, acompañarlos en el hospital, asistir a la viuda y al huérfano. Pero no se le pasa por la cabeza proponer que deberíamos construir una sociedad donde no hay pobres y ricos, es decir, trabajadores asalariados y capitalistas; al fin y al cabo es el jefe del Estado Vaticano, una monarquía favorable al capitalismo. El papa propone mantener a los pobres, la mayoría de la gente debe continuar siendo pobre. Es lo mismo que proponen famosos economistas, ganadores de premios nobel, políticos, altos funcionarios: deben mantenerse los trabajadores asalariados pero hay que darles limosnas públicas, es decir, programas estatales, Estados de bienestar, etc. Estos grandes economistas dicen lo mismo que el papa pero en una terminología técnica: no hay que acabar con los pobres, hay que consentirlos un poco para que sigan engordando a los ricos y no se les ocurra rebelarse. En el caso de los economistas y directores del DNP y de Fedesarrollo el asunto no es de ignorancia es de interés, no quieren que se sepa por qué hay trabajadores asalariados y por qué la gran mayoría está sometida a ingresos precarios y al desempleo. La economía es una ciencia cuyo objetivo es impedir qué se entienda la realidad.
Defender al pobre no es ser comunista dice el papa; pero, ser comunista no es defender al pobre. Ser comunista es trabajar para construir una sociedad donde no haya ni ricos ni pobres, es suprimir el trabajo asalariado, es eliminar la relación social entre capitalistas y asalariados. Para avanzar en este camino un par de comunistas iniciaron hace 170 años un trabajo de investigación y educación para explicarles a los trabajadores asalariados la necesidad de estudiar y comprender el capitalismo, de no quedarse en los conceptos cotidianos que en lugar de explicar ocultan la realidad. No les ha ido muy bien dado que la mayoría de trabajadores asalariados continúa pensando que son simplemente pobres o nuevos pobres.
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[1] https://www.infobae.com/america/mundo/2020/04/06/el-papa-francisco-defender-al-pobre-no-es-ser-comunista-es-el-centro-del-evangelio/
[2] https://www.elespectador.com/colombia2020/opinion/no-es-un-asunto-de-limosnas-columna-910983
[4] https://losdanieles.digital/el-nuevo-pobre/
[5] https://twitter.com/dcoronell/status/1251539078165794819
[6] Departamento Nacional de Planeación, Dirección de Desarrollo Social, Pobreza monetaria y pobreza multidimensional, Análisis 2010-2017, gráfico 41, Evolución de las clases sociales. https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Desarrollo%20Social/Pobreza%20Monetaria%20y%20Multidimensional%20en%20Colombia%202010-2017.pdf
Alberto Maldonado Copello
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