Biocivilización destaca la esencia del floreciente paradigma de convivencia planetaria, en el “cuidado” de la RED DE LA VIDA, de la que hacen parte de manera interrelacionada e interdependiente, todos los seres vivos: humanos, animales, naturaleza, al igual que la TIERRA, como ente igualmente vivo y única casa de todas las especies, incluida la humana.
La humanidad con su modelo de vida y consumo, mayoritariamente aceptado y practicado por cada uno de nosotros, ha venido agotando los recursos naturales del planeta Tierra, nuestra única CASA COMÚN, como la llamó el Papa Francisco en su “Encíclica Laudato Si”[i]. Esto lo estamos haciendo de una manera irresponsable e inconsciente, por el afán de satisfacer, las que creemos nuestras necesidades, y los intereses de quienes nos las crean. La Pandemia por la que estamos atravesando, es una maestra en este sentido y nos está enseñando a ser conscientes de los efectos inmediatos de nuestros actos personales y colectivos.
Con la anterior manera de vivir en este planeta, dejamos de darle el tiempo necesario a la Tierra para recuperarse de la huella ecológica que los humanos vamos dejando en ella, “La huella ecológica es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos”. Como bien lo explicaba Leonardo Boff, desde hace años (Boff 2015):
“…En agosto del 2015, fue el “Día de la Sobrecarga de la Tierra” (Earth Overshooting Day). En lo que nos informó la Red de la Huella Mundial (Global Footprint Network) que, junto con otras instituciones como WWF y Living Planet, siguen sistemáticamente el estado de la Tierra. La huella ecológica humana (la cantidad de bienes y servicios que necesitamos para vivir) ha sido sobrepasada. Las reservas de la Tierra se han agotado, y necesitamos en el 2020[ii] 1,6 planetas para atender nuestras necesidades, sin considerar aquellas muy importantes de la gran comunidad de vida: fauna, flora, micro-organismos…. En palabras de nuestro diario vivir: nuestra tarjeta de crédito está en números rojos… Hasta 1961 necesitábamos solamente del 63% de la Tierra para atender nuestras demandas. Con el aumento de la población y del consumo, en 1975 necesitábamos ya el 97% de la Tierra. En 1980, el 100,6%, la primera Sobrecarga de la Huella Ecológica Planetaria. En 2005 alcanzábamos ya la cifra de 1,4 planetas. Y, en agosto de 2020, 1,6 planetas… Sin un cambio de consciencia que nazca de la reflexión profunda por el cuidado de este hogar NUESTRA CASA COMUN, en cada persona del planeta, las probabilidades de un escenario apocalíptico se incrementan para un futuro no muy lejano.”[iii]
Biocivilización se articula al “Espíritu de cambio de la Época en que nos encontramos”, como estrategia de búsqueda, diálogo, articulación, conexión, interrelación y construcción colectiva a nivel planetario, desde lo local, personal, cotidiano, de un camino común, que nos ayude a salir de la actual crisis sistémica que estamos viviendo, de una manera benéfica para la red de la vida, de la cual también hace parte el planeta, sin pretender ser una guía política o académica, mucho menos un decálogo de pasos a seguir; pero sí una respetuosa invitación a avanzar por el camino del cambio esencial, es decir el camino del cambio de conciencia: radical (de raíz) y pacífico.
Inspirada en las reflexiones que hizo Leonardo Boff en el Foro Social Mundial, FSM de Belén – Brasil (2009) y Cándido Grzybowski (Brasil-2011), Biocivilización se ha ido alimentando en el corto plazo por miles de mujeres y hombres que, de forma individual o colectiva, han estado y están haciendo el cambio de manera concreta en sus prácticas cotidianas y en sus vidas colectivas. Este cambio implica varios escenarios que de manera simultánea debemos trabajar, tal como se planteó en el 4to Seminario de Convivencia Planetaria: Construimos Biocivilización[iv], hacia un nuevo paradigma de convivencia planetaria, celebrado en la ciudad de Barcelona en abril de 2016: “Desde adentro hacia afuera y desde abajo hacia arriba.”[v] Como lo reflexionó igualmente en su momento el economista, ambientalista y político chileno Manfred Max Neef:
“Fascinante saber que si yo cambio puede ocurrir algo en consecuencia que conduzca a un cambio en el mundo. Pero tenemos miedo de cambiar. Siempre es más fácil intentar cambiar a los otros… espero que llegue el día en que cada uno de nosotros sea lo suficientemente valiente para poder decir, con toda honestidad: “Soy, y porque soy me volví parte de… Me parece que este es el camino a seguir si queremos poner fin a una manera estúpida de vivir”.
Esto quiere decir que efectivamente, todos podemos y debemos contribuir al cambio de convivencia planetaria, comenzando por el escenario interior de cada uno de nosotros/tras, que tiene que ver con la toma de consciencia de lo que está pasando fuera y dentro, que implica aceptar nuestra parte de responsabilidad e igualmente retomar nuestro poder para cambiar las cosas en el mundo que nos rodea de una manera más próxima, aportando mínimamente con ello a los cambios que, se necesitan a nivel planetario. Esto lo conseguiremos en la medida en que sumemos y multipliquemos esfuerzos en el sentido propuesto. En resumen, como dijo Gandhi: “Se tú el cambio que quieres ver en el mundo”; evidentemente, esto no será suficiente, tendremos que caminar juntos mucho más lejos y esta tarea será posible a través de la realización concreta y cotidiana de acciones individuales y colectivas, de prácticas e incidencias privadas y públicas… todas ellas permeadas por virtudes éticas como la solidaridad, la responsabilidad, la fraternidad, el respeto, el cuidado, la colaboración… esto hará que cada uno de nosotros afectemos nuestro entorno de una manera diferente en lo interior, lo privado y lo local, espacios donde se desarrolla nuestra vida cotidiana, para desde allí aportar unos “mínimos”, al escenario del cambio global de paradigma, es decir de la forma que la humanidad tiene de ver, construir y habitar el mundo.
Ahora bien, estos “mínimos” son muy importantes, porque de la articulación, interconexión y comunicación de todos estos cambios mínimos, de prácticas, consumos, incidencia política, tanto a nivel individual como colectivo, esos mínimos, se irán volviendo más fuertes a nivel local y planetario en la medida en que se sumen y se multipliquen, mediante intercambios, mutuos aprendizajes, articulaciones… de todo lo que ya está en marcha, aprovechando para ello, diferentes canales tanto físicos como virtuales, en los que el diálogo, el intercambio, la reconfiguración… sean posibles. Estoy hablando, por ejemplo, de los movimientos sociales, las conversaciones familiares, los cafés, las plazas públicas, las redes sociales, Internet, las escuelas, universidades, espacios de formación, de contemplación…
La reflexión en torno de Biocivilización fue estimulada a nivel planetario, desde IBASE (Instituto Brasilero de análisis sociales y económicos), dentro del marco del Taller Internacional: Una Biocivilización para la sostenibilidad de la vida y del planeta, del que salió un documento con reflexiones de cara a la Cumbre de Rio + 20 que se celebró en ese país en el año 2012. Ese Taller giró sobre la base de tres preguntas: ¿Con qué ética? ¿Con qué economía? y ¿Con qué estructura de poder? Las cuales siguen siendo las preguntas referentes para el desarrollo de la reflexión.
Biocivilización también es un planteamiento estratégico que invita a realizar el cambio ahora que todavía estamos a tiempo de girar la historia, evitando caer en el abismo que ya se ha abierto ante nosotros y que Leonardo Boff describe acertadamente de la siguiente manera:
“No hay más recursos en Nuestra Casa Común… Para completar el análisis debemos tener en cuenta la investigación sobre “Los límites planetarios: una guía para el desarrollo humano en un planeta en mutación”, hecha por 18 científicos y publicada en la prestigiosa revista Science de enero de 2015. En ella se enumeran 9 fronteras que no pueden ser violadas, en caso contrario, ponemos en peligro las bases de la vida en el planeta: cambios climáticos, extinción de especies, disminución de la capa de ozono, acidificación de los océanos, erosión de los ciclos de fósforo y nitrógeno, abusos en el uso de la tierra como deforestaciones, escasez de agua dulce, concentración de partículas microscópicas en la atmósfera que afectan al clima y a los organismos vivos, y la introducción de nuevos elementos radioactivos (nano-materiales, micro plásticos). 4 de las 9 fronteras ya han sido sobre pasadas, pero dos de ellas –el cambio climático y la extinción de las especies que son fronteras fundamentales, pueden llevar a nuestra civilización a un colapso. Fue lo que concluyeron los 18 científicos.”
El planteamiento desde Biocivilización y de todos aquellos con quienes se siente afín, es contundente: el cambio global depende de la decisión que cada ser humano tome ahora y de cómo cambie de manera radical sus prácticas, sus valores, su consumo y su participación ciudadana en el ejercicio del poder.
Así que los invito a que fortalezcamos entre todos un reflejo colectivo potente que contribuya a fortalecer y visibilizar un paradigma de convivencia planetaria en perspectiva de Biocivilización ahora que todavía tenemos tiempo, porque a pesar de la pandemia millones de human@s seguimos vivos y por lo tanto llenos de posibilidades.
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[i] PD Laudato Si https://www.oas.org/es/sg/casacomun/docs/papa-francesco-enciclica-laudato-si-sp.pdf
[ii] https://www.overshootday.org/
[iii] Recuperado de https://leonardoboff.org/category/espanol/
[iv] http://www.imagocatalunya.org/seminari-2016/
[v] Video Resumen del 4t Seminario Internacional de Convivencia Planetaria Construir Biocivilización Barcelona 2016 http://www.imagocatalunya.org/seminari-2016/
Sandra Campos, Eco activista www.biocivilizacion.org, productora Ecológica del Ghee Caldes d’Estrac www.espaidelsilenci.com
Foto tomada de: El Correo Gallego
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