1. El significado del capitalismo y de la “economía”
Sobre el conjunto del artículo, dice Maldonado:
“… ejemplifica un tipo de interpretación del capitalismo colombiano que aparenta ser crítico de aspectos estructurales pero que realmente no va al fondo del asunto y termina ocultando los rasgos fundamentales de funcionamiento de este modo de producción” (Maldonado).
En la lectura de Maldonado el problema de fondo radica en el sistema capitalista y, por tanto, mientras éste no se ponga en tela de juicio, la crítica no es estructural. De manera más específica, el mal estaría en que…
“… unos pocos son capitalistas (dueños del dinero y de los medios de producción) y la gran mayoría no tiene medios de producción o los tienen en una magnitud mínima y donde además el propósito central, el motivo propulsor es la obtención de plusvalor (bajo la forma de ganancias industriales, comerciales, financieras, rentas de la tierra, e impuestos). La producción en la sociedad capitalista no tiene como finalidad la satisfacción de necesidades, la producción de mercancías es un medio para enriquecerse no para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores” (Maldonado).
Esta caracterización, fundada en la teoría del valor trabajo, se queda corta frente a la complejidad de las sociedades actuales.
Capitalistas y trabajadores
En el siglo XIX, cuando escribieron Marx, Mill, George…, las modalidades de concentración de la riqueza eran pocas. Los activos principales eran la tierra, el dinero, y los bienes de capital. En este contexto, la diferencia entre propietarios y no propietarios de los medios de producción permitía entender las relaciones de explotación básicas.
En el mundo de hoy, las formas que ha adquirido la riqueza son muy diversas. Y, se destacan los derivados financieros y las propiedades inmuebles. Además, los medios de producción son cada vez más heterogéneos, y su propiedad se ha dispersado. Desde mediados del siglo XX, la máquina está integrada a sistemas de información complejos, que diluyen el sentido marxista del medio de producción.
Además, la polarización entre capitalistas y proletarios, que prefiguró el Manifiesto del Partido Comunista no se presentó en los países que consolidaron el Estado del Bienestar, y fortalecieron la capacidad de consumo de los grupos de ingresos medios.
El origen del plusvalor
En las sociedades contemporáneas hay explotación. Sin duda. Y Maldonado reconoce que el plusvalor se presenta bajo diversas modalidades. De todas maneras, ya se está lejos de la plusvalía marxista, que se le extrae al proletario en la fábrica al frente de la máquina de vapor. Las relaciones de dominación son más difusas, y se presentan en esferas que van más allá de la relación asalariada. El sistema crediticio capta una parte sustantiva del excedente de la sociedad. Hoy no tendría mucho sentido afirmar que las ganancias son el resultado directo de la plusvalía, entendida como el trabajo realizado y no remunerado.
La siguiente caracterización de Maldonado no permite explicar la heterogeneidad de las formas de explotación y dominación, que se multiplicaron a partir de la segunda mitad del siglo XX.
“La economía capitalista se fundamenta en que todo el valor agregado y el producto nacional es elaborado por los trabajadores, pero ellos solo se quedan con una parte porque sus patronos los capitalistas les quitan la otra; se trata de una relación de explotación en la cual unos pocos tienen el control de aparato productivo (dinero, medios de producción) y por tanto el poder para poner a trabajar a millones de asalariados directos y disfrazados a su servicio. El contacto redistributivo primario y principal en la sociedad capitalista se da entre los trabajadores asalariados y los capitalista” (Maldonado).
El plusvalor no depende solamente de las interacciones que se presentan en la fábrica, sino que tiene numerosas fuentes, incluyendo las comerciales y financieras. Para evitar estas complicaciones, Piketty[‡] propone una noción de stock de capital muy amplia, en la que incluye activos de muy diversa naturaleza.
Y, sin duda, desde una mirada más amplia de las fuentes del valor, la separación entre dos clases ya no es tan relevante. En este sentido, la categoría hogar es relevante para el análisis.
Respuesta a las necesidades
En contra de lo que piensa Maldonado, la producción capitalista sí busca responder a las necesidades. Además, en medio del capitalismo del siglo XX las condiciones de vida de la mayoría sí han mejorado. Basta con observar indicadores tan evidentes como la ampliación de la esperanza de vida, o las coberturas en educación, salud y sanidad.
Y sobre la economía
Maldonado me critica el uso del término “economía”. En sus palabras: “… al referirse a la economía a secas se oculta que se trata de una modalidad específica, la economía capitalista”.
Es cierto, hay diversas formas de economía. Pero Maldonado olvida que la “economía capitalista” no es igual en todas partes. Sus expresiones en términos de condiciones de vida y ejercicio de la libertad son muy distintas en Buenaventura, Colombia, que en Copenhague, Dinamarca.
2. El papel del Estado
Maldonado se muestra desconfiado de las bondades del mercado, y de la posibilidad de que el Estado se incline hacia el bienestar colectivo, abandonando su preferencia por los intereses del capital.
Las inquietudes de Maldonado sobre las funciones del Estado invitan a pensar, otra vez, sobre los alcances del mercado y del Estado. Superando su pesimismo, se puede afirmar que el siglo XX logró la conjunción de mercado y Estado, de una forma que sorprendería tanto a Marx como a Hayek.
En 1947, para los miembros de la Sociéte du Mont-Pèlerin, era impensable que pudieran convivir, en el mismo espacio, una alta dosis de intervención del Estado, con un reconocimiento del mercado como validador, y con márgenes de libertad razonables. Al mirar desde el Mont-Pèlerin, Mises y Hayek observaban que el poder estatal inexorablemente conducía a la dictadura.
Para lograr una articulación aceptable entre intervención y mercado, el Estado tiene que favorecer ciertos intereses colectivos que van más allá de los del capital. De todas maneras, siempre habrá tensiones porque los más ricos tratan de capturar el Estado. Maldonado no abre ninguna posibilidad porque insiste en que el Estado actúa en función de los intereses del capital.
Maldonado me critica porque soy optimista frente a las capacidades integradoras del Estado. Los niveles de vida bastante buenos que se han conseguido en algunos países, han sido compatibles con una intervención pública que hace prevalecer, en alguna medida, el sentido de lo público.
Además, como Van Parijs[§], creo que en las condiciones actuales el mejoramiento de las condiciones de vida, se tiene que hacer en el contexto del mercado y del Estado capitalista.
Acepto que mi preocupación por la mala distribución de la tierra sí es un “lamento”, que tiene el propósito de llamar a la acción motivada por la indignación. Es el lamento que repite Oxfam al comienzo de cada año, cuando presenta su informe ante los banquero en Davos.
La solución está al interior del mismo capitalismo. Podría ser el capitalismo de renta básica universal. Por tanto no es cierto que la “solución esté en manos del problema”, como afirma de manera despectiva Maldonado. Sería mejor decir que en la diversidad de modalidades de conjugar el Estado y el mercado está el camino para una mejor sociedad. Los capitalismos pueden ser de muy diverso tipo. Obviamente, diferentes al de Londres y Paris del siglo XIX que, con toda razón, no solamente escandalizaron a Marx, sino también a Mill, y a literatos geniales como Hugo y Dickens.
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[*] MALDONADO Alberto., 2020. “Jorge Iván González y el Futuro de la Economía: La Ilusión sobre el Papel del Estado”, Revista Sur, feb. 24.
[†] GONZALEZ Jorge., 2020. “El Futuro de la Economía Colombiana”, Desde Abajo, feb. 20.
[‡] PIKETTY Thomas., 2013. El Capital en el Siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, México, 2014.
[§] VAN PARIJS Philippe., 2002. Hacia una Concepción de la Justicia Social Global, Confiar, Medellín.
Jorge Iván González
Foto tomada de: La FM
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