1. ¿Igualdad de qué?
Esta pregunta de Sen[1] no tiene respuesta definitiva. Depende de cada momento del tiempo y de cada sociedad.
En Estados Unidos, a finales del siglo XIX se comenzó a utilizar el término, “separados pero iguales”. Los negros son iguales a los blancos, pero están separados. La reciente muerte de John Lewis fue la oportunidad para recordar los logros y fracasos de la lucha de los negros por la inclusión y la no discriminación.
En Estados Unidos, en Colombia, y en el mundo entero, el discurso sobre la igualdad va cambiando. Y a pesar de los avances que se han logrado, las exclusiones continúan siendo notorias.
Para que la pregunta por la igualdad ¿de qué? puede ser respondida, el tema tiene que ser relevante. Y por ello Jorge insistía en la importancia de colocar la igualdad en el centro de la política pública.
“Para algunos el tema de la igualdad ha caducado, no es relevante o incluso es inconveniente hablar de él; en su lugar, y para abordar los problemas sociales, se prefiere acudir a las nociones de extrema pobreza, vulnerabilidad y de manera cada vez más preferente a la falta de oportunidades”[2].
De manera equivocada, como menciona Jorge, la preocupación por la desigualdad queda subsumida en otras preocupaciones. Se le ha dado prioridad al combate a la pobreza, o a otras dimensiones de la exclusión social, como la falta de oportunidades. Estos diagnósticos llevan a aplazar el debate contra la desigualdad. El discurso sobre la “igualdad de oportunidades” suele quedar en el aire. Apenas es una frase sin contenido. Y Jorge no estaba dispuesto a aceptar que los mensajes vagos ahogaran la reflexión sustantiva.
Por los días de la muerte de Jorge, Piketty estaba avanzando en las investigaciones que se concretarían en El Capital en el Siglo XXI[3]. El texto comienza mostrando que el tema de la igualdad no ha caducado. Que este asunto, que fue neurálgico para los economistas del siglo XIX, continúa vigente.
Y para responder la pregunta de Sen, la desigualdad que preocupa a Piketty, es la misma contra la que luchó Jorge: es la desigualdad del ingreso y de la riqueza.
2. El llamado a la indignación
Jorge llama a la indignación. La desigualdad de ahora es más dramática que la del pasado. Y la diferencia es sencilla: hoy la sociedad tiene todos los instrumentos necesarios para que la desigualdad disminuya.
“Siempre ha existido desigualdad en la historia de la humanidad y millones de personas han enfrentado hambre y pobreza en siglos pasados. ¿Qué es entonces lo nuevo?
Lo nuevo, lo insólito, lo injusto e inadmisible, en términos éticos, económicos y políticos, es que con los progresos logrados por la humanidad y con las inmensas riquezas creadas por la sociedad se mantengan y se incrementen las enormes dimensiones de la desigualdad” (énfasis añadido)[4].
Es inexplicable que la abundancia de riqueza no se traduzca en mayor igualdad. Y en medio de su desconcierto, Jorge abunda en adjetivos, “insólito”, “injusto”, “inadmisible”.
La desigualdad no se puede aceptar por ninguna razón y, además, toca dimensiones fundamentales de la condición humana, y del ordenamiento de la sociedad. Tiene que ver con la ética, la economía y la política.
En su análisis, Jorge conjuga la visión integral del problema, con el sentimiento moral. Y de allí nace la indignación y la rabia.
3. De la indignación a la acción política
Los diagnósticos juicios mueven el sentimiento moral, y éste solamente transforma si se convierte en movilización social y en lucha política. Jorge continuamente llamaba a la acción. Estaba convencido de la potencialidad que se deriva de la secuencia circular en la que interactúan el análisis, el sentimiento y la política.
Jorge era profundamente respetuoso de la democracia, y de la esfera política, porque estaba convenciendo de que es allí donde – de una manera siempre imperfecta – se resuelve el conflicto secular entre las preferencias individuales y la acción colectiva.
Cuando Van Parijs publicó su libro sobre la renta básica universal[5], Jorge asumió la bandera. La renta básica, dice Van Parijs es “una idea simple y poderosa para el siglo XXI”. Pero para avanzar en esta dirección se requieren tres condiciones: espacios democráticos, distribución de la riqueza, y una sociedad de mercado en la que el Estado sea relevante. Jorge asume este ideario porque era un demócrata, y un liberal de renta básica.
Para satisfacción de quienes estamos convencidos de la bondad de la lucha por la renta básica, es afortunado que 54 senadores estén pidiéndole al Congreso que apruebe una ley de renta básica extraordinaria. Es un paso fundamental en el camino soñado por Jorge.
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[1] SEN Amartya., 1979. Equality of What?, Tanner Lectures on Human Values, Stanford University Press, Stanford.
[2] BERNAL Jorge., 2010. “Desigualdad, Libertad y Justicia”, en ALVAREZ Luz., BERNAL Jorge., VALLEJO Astrid., SEPULVEDA Diana., CASTRILLON Alexandra., 2010. La Exclusión Social y la Desigualdad en Medellín. Sus Dimensiones Objetivas y Subjetivas, Universidad de Antioquia, Corporación Región, Escuela Nacional Sindical, Medellín, pp. 17-90; p. 20.
[3] PIKETTY Thomas., 2013. El Capital en el Siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, México, 2014.
[4] BERNAL Jorge, op. cit, p. 19.
[5] VAN PARIJS Philippe., 1995. Libertad Real para Todos. Qué Puede Justificar el Capitalismo (si Hay Algo que Pueda Hacerlo)?, Paidós, Barcelona, 1996.
Jorge Iván González
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