No se puede esperar menos cuando los gastos básicos son contingentes al flujo de ingresos laborales. El alto desempleo, aún más recio en las mujeres – para julio de este año, por cada hombre desempleado se contaban dos mujeres en igual situación – así como el incremento de la inactividad laboral, representan en últimas, una privación total del salario y con ello, de la principal fuente de ingresos del hogar. Muchos pensarían que, por lo menos, quienes contaban con un trabajo formal, podrían recurrir a sus cesantías para financiar las necesidades de sus hogares durante estos meses de “desocupación”, sin embargo, los hechos muestran lo contrario.
Según la información de la Gran Encuesta Integrada de Hogares, las cesantías nunca han sido pensadas como la principal fuente para solventar la ausencia de ingresos durante las temporadas de desempleo; no lo es para los trabajadores formales, mucho menos para los informales. Por el contrario, para ambos tipos de trabajadores, el recurrir a la ayuda de familiares es considerada como la principal alternativa para poder atender los gastos del hogar. No obstante, cuando la alternativa, con alta probabilidad, también debe estar pasando las penurias de esta crisis social y económica, las salidas se van acabando.
Tabla 1 En situación de desempleo: ¿a qué recurriría para financiar sus gastos personales?
Lastimosamente, una parte sustancial de quienes dirigen este país, piensan que el impulso que nos salvará de esta crisis, lo merece quienes están del lado de la oferta agregada: los empresarios (los grandes; a las MIPYMES, que representan el 96% del tejido empresarial, las dejaron en visto). El impulsar a la oferta como estrategia salvavidas para empezar a salir de la actual crisis económica, es parcialmente cierto, pues de nada valdrá, no habrá solución que nos saque del estancamiento al que hemos llegado, si todos los esfuerzos se concentran en los empresarios – en algunos – y se ignora el lado de la demanda agregada. Aunque no resulte sorpresivo el que pasen por alto los niveles de confianza de los consumidores, lo cierto es que, las proyecciones del gasto de los hogares muestran una fuerte restricción.
Aproximadamente, el 86% de los hogares colombianos se considera en una peor situación frente a la de hace un año, como para gastar en bienes básicos: ropa y alimentos (el hambre, acecha). De otro lado, las compras de grandes electrodomésticos – esos que tanto llevaron en el primer día sin IVA – también las preveen como restringidas en el 91% de los hogares. Las vacaciones, se convirtieron en un lujo que solo el 7.5% de los hogares se podrá dar – ¿serán quienes ayuden a Avianca a pagar el préstamo otorgado? – mientras cambiar de carro o comprar uno, es un proyecto que se quedó en ciernes.
Lo que muestran los resultados de la encuesta Pulso Social, no es precisamente que los hogares estén restringiendo sus gastos con el objetivo de ahorrar,¡no! Sencillamente, no les alcanza ni para eso, ni para comer tres veces al día y esto para quienes tienen algún ingreso pues más de una cuarta parte de los hogares en Colombia no está percibiendo ingreso alguno.
Todo lo anterior, visibiliza el panorama tan apremiante que los hogares colombianos están enfrentando y que es el escenario bajo el cual están ajustando sus expectativas para un corto – mediano plazo, es decir, para uno o dos años más. Según la información de Pulso Social, la generalidad para los hogares, es que las cosas en un año, estarán a lo sumo igual o peor. Así las cosas, frente a las expectativas a la baja, los hogares tenderán a restringir aún más su consumo, tanto que la oferta, los empresarios, también empezarán a sentir los pasos del hambre.
Diana Marcela Jiménez Restrepo, Economista – Universidad del Valle
Foto tomada de: El Colombiano
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