La crítica a la teoría del valor de la fuerza de trabajo y su reproducción
Señala que Marx no “presta mucha atención al trabajo doméstico”, a pesar de la importancia que le da al asunto de la reproducción de la fuerza de trabajo en el capítulo 21 sobre la reproducción simple. Esto es algo evidente: Marx prácticamente no habla del tema. Pero luego señala que “destaca aún más su silencio sobre el trabajo doméstico en el análisis sobre la reproducción de la fuerza de trabajo, desarrollado en el capítulo titulado ‘reproducción simple’” (p. 56). En este capítulo Marx se ocupa de la reproducción social en su conjunto, es decir de la producción global y cíclica del capitalismo, que involucra la reproducción de la fuerza de trabajo, aunque su objeto central no es este último tema. De este capítulo destaca que: 1) la fuerza de trabajo consumida en el proceso de trabajo se tiene que reproducir continuamente y esta reproducción es tan esencial para la valorización del capital como la limpieza de la maquinaria; 2) el medio de producción más preciado es el trabajador en sí mismo; 3) la reproducción del trabajador es una parte y condición esencial de la acumulación de capital.
En el capítulo 21 del tomo I sobre la reproducción simple no se encuentra la teoría del valor de la fuerza de trabajo. El punto central de la crítica se enfoca en la teoría del valor de la fuerza de trabajo, que se expone en el numeral tercero del capítulo cuarto del tomo I de El Capital. Señala Federici que en primer lugar Marx solo concibe la reproducción del trabajador desde el aspecto del consumo individual y sitúa su realización exclusivamente dentro del circuito de producción de mercancías (p. 56). En segundo lugar, afirma que los “trabajadores -imagina Marx- gastan el salario en comprar los productos que cubren sus necesidades vitales y al consumirlos se reproducen a sí mismos”. Tercero, literalmente se trata de la producción de trabajadores asalariados mediante las mercancías producidas por los trabajadores asalariados
La crítica principal es que omite el trabajo doméstico en la reproducción de la fuerza de trabajo. Cita a Marx “el valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para la conservación del poseedor de aquella y queda determinado por el tiempo de trabajo necesario para producir las mercancías que consumen los trabajadores” y señala que “Marx no reconoce en ningún punto de El Capital que la reproducción de la fuerza de trabajo implica el trabajo doméstico no retribuido de las mujeres -preparar la comida, lavar la ropa, criar a los hijos, hacer el amor” (p. 56). Continúa diciendo que insiste en representar al trabajador como un ente que se auto-reproduce; concibe al trabajador como un comprador de mercancías autosuficiente e incluye entre sus necesidades vitales la comida, el alojamiento y la ropa, pero curiosamente omite el sexo.
Al no reconocer el trabajo doméstico realizado por las mujeres, el capitalista se está ahorrando un pago en el valor de la fuerza de trabajo y por tanto está aumentando la tasa de explotación en comparación con una situación en la cual sí lo reconociera. “Quien nos advirtió de la mistificación que produce la relación salarial, debería haber visto que, desde su concepción, el capitalismo ha subordinado las actividades reproductivas en la forma de trabajo femenino no remunerado, a la producción de fuerza de trabajo, y, por lo tanto, el trabajo no remunerado que los capitalistas extraen de los obreros es mucho mayor que el que extraen durante la jornada no remunerada, puesto que incluye el trabajo doméstico no retribuido realizado por las mujeres, incluso aunque se reduzca al mínimo” [1]. (p. 61)
Esta es la argumentación para criticar la teoría sobre el valor de la fuerza de trabajo y su reproducción de Marx en El Capital.
Balance crítico de la crítica de Federici
La relación social fundamental en el capitalismo es la relación entre la clase capitalista, poseedora del dinero y los medios de producción y la clase asalariada, cuyo único patrimonio es su fuerza de trabajo, que está obligada a vender a la clase capitalista. En esta relación la trabajadora o el trabajador, mediante la puesta en acción de su fuerza de trabajo, produce todo el valor, pero solamente se queda con una parte de él, la parte equivalente al valor de la fuerza de trabajo que se le paga bajo la forma de salario. El plusvalor nace del encuentro del capitalista con una mercancía en el mercado que tiene la virtud de producir valor y permite que su dinero se convierta en capital. En el capitalismo la fuerza de trabajo de los seres humanos es también una mercancía dado que tiene un valor de uso y un valor (valor de cambio), pero obviamente una mercancía muy particular por cuanto su proceso de producción es diferente al de las demás mercancías.
El valor de uso de la mercancía fuerza de trabajo es precisamente el trabajo, la aplicación de las capacidades humanas dentro de un proceso de trabajo para la obtención de un objeto o servicio útil mediante el uso de medios de producción. El valor de la fuerza de trabajo lo establece Marx, textualmente, en la siguiente forma:
“¿Cómo se determina este valor? El valor de la fuerza de trabajo, como el de toda otra mercancía, lo determina el tiempo de trabajo necesario para la producción, incluyendo, por tanto, la reproducción de este artículo específico. Considerada como valor, la fuerza de trabajo no representa más que una determinada cantidad de trabajo social medio materializado en ella.” (p. 124) (Subrayado fuera del texto)
Pero la fuerza de trabajo se produce mediante el consumo de medios de vida -el consumo es producción- por lo que la determinación del valor tiene una diferencia con respecto a la de las demás mercancías, por lo cual Marx continúa su argumentación en la siguiente forma:
- La fuerza de trabajo solo existe como actitud del ser viviente y su producción, presupone, por tanto, la existencia de las trabajadoras y los trabajadores.
- Partiendo del supuesto de la existencia del individuo, la producción de la fuerza de trabajo consiste en la reproducción o conservación de aquel y para su conservación, el ser viviente necesita una cierta suma de medios de vida.
- Por tanto, el tiempo de trabajo necesario[2] para producir la fuerza de trabajo viene a reducirse al tiempo de trabajo necesario para la producción de estos medios de vida.
- Después de haber trabajado hoy, el propietario o propietaria de la fuerza de trabajo tiene que volver a repetir mañana el mismo proceso, en idénticas condiciones de fuerza y de salud.
- Por tanto, la suma de víveres y medios de vida (esto incluye diversos servicios) habrá de ser por fuerza, suficiente para mantener a las trabajadoras y trabajadores en su estado normal de vida y de trabajo.
- Las necesidades naturales, el alimento, el vestido, la calefacción, la vivienda, etc., varían con arreglo a las condiciones del clima y a las demás condiciones naturales de cada país.
- Además, el volumen de las llamadas necesidades naturales, así como el modo de satisfacerlas, son de suyo un producto histórico que depende, por tanto, en gran parte, del nivel de cultura de un país y, sobre todo, entre otras cosas, de las condiciones, los hábitos y las exigencias con que se haya formado la clase de los obreros libres.
- A diferencia de las otras mercancías, la valoración de la fuerza de trabajo encierra, pues, un elemento histórico moral.
- Sin embargo, en un país y en una época determinados la suma media de los medios de vida necesarios constituye un factor fijo.
- El valor de la fuerza de trabajo cambia, por tanto, al cambiar el valor de los medios de vida, es decir, al aumentar o disminuir el tiempo de trabajo necesario para su producción.[3]
El valor de la fuerza de trabajo incluye también el valor de los medios de vida para la producción de los hijos de las trabajadoras y trabajadores:
- El poseedor de la fuerza de trabajo es un ser mortal. Por tanto, para que su presencia en el mercado sea continua, como lo requiere la transformación continua de dinero en capital, es necesario que el vendedor de la fuerza de trabajo se perpetúe, “como se perpetúa todo ser viviente, por la procreación” (Petty).
- Por lo menos habrán de reponerse por un número igual de fuerzas nuevas de trabajo las que retiran del mercado el desgaste y la muerte.
- La suma de medios de vida necesarios para la producción de la fuerza de trabajo incluye, por tanto, los medios de vida de los sustitutos, es decir, de los hijos de los obreros, para que esta raza especial de poseedores de mercancías pueda perpetuarse en el mercado.
Los gastos de educación entran también dentro del valor de la fuerza de trabajo
- Para modificar la naturaleza humana corriente y desarrollar la habilidad y la destreza del hombre para un trabajo determinado, desarrollando y especializando su fuerza de trabajo, es necesaria una determinada cultura o instrucción, que, a su vez, exige una suma mayor o menor de equivalentes de mercancías.
- Los gastos de educación de la fuerza de trabajo varían según el carácter más o menos calificado de ésta. Por tanto, estos gastos de aprendizaje, que son insignificantes tratándose de la fuerza de trabajo corriente, entran en la suma de los valores invertidos en su producción.
La canasta de medios de consumo tiene un límite mínimo: “El límite último o mínimo del valor de la fuerza de trabajo lo señala el valor de aquella masa de mercancías cuyo diario aprovisionamiento es indispensable para el poseedor de la fuerza de trabajo, para el hombre, ya que sin ella no podría renovar su proceso de vida; es decir, el valor de los medios de vida físicamente indispensables. Si el precio de la fuerza de trabajo es inferior a este mínimo descenderá por debajo de su valor, ya que, en estas condiciones, solo podrá mantenerse y desarrollarse de un modo raquítico. Y el valor de toda mercancía depende del tiempo de trabajo necesario para suministrarla en condiciones normales de bondad”. (p. 126). El límite máximo es el total de valor creado por el trabajador, pero dentro del capitalismo es imposible llegar hasta allí porque entonces no habría plusvalía, pero según las exigencias de la clase trabajadora asalariada y su capacidad puede ser más alto que dicho mínimo físico.
Lo anterior es lo que escribe Marx textualmente en el capítulo 4 del tomo I de El Capital y sobre estos párrafos se concentra la crítica de Federici. En nuestra opinión Federici se enfoca en el trabajo concreto y los valores de uso y no en el trabajo abstracto y los valores de cambio, por lo cual, teniendo razón en que la producción de la fuerza de trabajo requiere necesariamente además del consumo de mercancías la realización de un conjunto de trabajos específicos que producen una serie de valores de uso (bienes y servicios) domésticos, piensa erróneamente, en mi opinión, que la teoría del valor de la fuerza de trabajo es incorrecta. Paso entonces a examinar estos temas.
- Marx se refiere al valor: la fuerza de trabajo tiene un valor por cuanto es una mercancía, un objeto que se cambia en el mercado, el valor es una relación social que expresa el trabajo que la sociedad destina a la producción de un objeto específico. La magnitud del valor depende de la magnitud del tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario para la producción de dicha mercancía, es decir, no se refiere al tiempo de trabajo concreto de cada productor sino al tiempo de trabajo resultado de la interacción social. Por esto Marx señala que “considerada como valor”, es decir, como expresión de trabajo abstracto es una determinada cantidad de trabajo social medio materializado. Esta afirmación es muy importante por cuanto si un producto no se vende no se valida socialmente, es decir, no es reconocido como valor; puede ocurrir que el productor haya destinado una gran cantidad de tiempo de trabajo concreto a su elaboración, pero al no lograr su realización en el mercado, es decir al no ser parte de la producción y el consumo social, queda excluida del valor. Conviene insistir que Marx precisa que se está refiriendo a la fuerza de trabajo “considerada como valor”, es decir, al valor que obtiene la mercancía en el cambio y se expresa en dinero. Por fuera de las relaciones de cambio no existe el valor, puede existir valor de uso, pero no valor de cambio.
- La producción de la clase trabajadora: efectivamente Marx señala que los trabajadores y trabajadoras necesitan una cantidad de medios de vida, para producirse y reproducirse (se refiere aquí a la repetición constante del proceso), dado que la fuerza de trabajo es un atributo de este ser viviente. Por esta razón la producción de la fuerza de trabajo es inseparable de la producción de las trabajadoras y los trabajadores.
- El proceso de producción de la fuerza de trabajo tiene características particulares. La fuerza de trabajo se produce mediante el consumo de un conjunto de bienes y servicios que son objeto de un proceso de producción. Luego no se trata, como dice Federici, solamente de un consumo de mercancías. Estos bienes y servicios útiles son producidos en parte bajo la forma de mercancías por el conjunto de la clase trabajadora, razón por la cual solo tienen acceso a ellos mediante la compra con su salario. Un obrero puede trabajar en una fábrica de pan, pero necesita leche, huevos, ropa, etc., así que tiene que comprar dichos objetos que existen bajo la forma de mercancías. Pero además de los bienes y servicios producidos colectivamente por los trabajadores y distribuidos mediante compras y ventas, las familias trabajadoras producen otros bienes y servicios que son necesarios para la producción y reproducción, en lo cual invierten una determinada cantidad de tiempo concreto de trabajo. La mayoría lo realizan las mujeres. Pero estos bienes y servicios producidos directamente para el consumo no entran, o solo lo hacen parcialmente, en el valor de la fuerza de trabajo, razón por la cual en su totalidad o en parte, no se expresan bajo la forma del valor de cambio; esto no es un desconocimiento teórico es un desconocimiento real en el funcionamiento del capitalismo.
- La canasta de medios de vida puede ser más o menos grande. En el caso de la fuerza de trabajo, el valor se determina en una lucha entre capitalistas y trabajadores y puede ocurrir en las situaciones concretas de sociedades capitalistas específicas que no se le retribuya al trabajador ni lo mínimo para alimentarse adecuadamente. Pero también el valor de la fuerza de trabajo, dependiendo de las circunstancias, podría ser suficientemente grande no solo para mantener al trabajador y a sus hijos, sino para mantener a la trabajadora o al trabajador y a su pareja. Además, pueden existir diferentes canastas entre los propios trabajadores según sus niveles de ingresos. Marx se enfoca principalmente en la fuerza de trabajo más simple y por tanto en el valor de la fuerza de trabajo simple, pero no ignora que hay diferencias en los valores de la fuerza de trabajo. Una de esas diferencias proviene de la educación de la fuerza de trabajo, tal como lo menciona expresamente.
- La canasta se determina por varios factores. La determinación del contenido de la canasta es por tanto un elemento decisivo que en cada sociedad se determina de acuerdo con algunos factores como “el nivel de cultura de un país, las condiciones, los hábitos y las exigencias con que se haya formado la clase de los obreros libres”. La determinación concreta es un asunto empírico e histórico, no un asunto teórico. En este capítulo cuarto del tomo I Marx no examina la lucha entre capitalistas y trabajadores con respecto a los medios de vida y su magnitud que deben estar incorporados en dicha canasta, pero al referirse a las exigencias de la clase trabajadora insinúa la lucha de clases alrededor de esta canasta.
- Los capitalistas tratan de reducir al mínimo posible la canasta y la clase trabajadora intenta aumentarla. Las exigencias de las trabajadoras y trabajadores pueden llevar en determinadas circunstancias a que se incluyan dentro de la canasta un conjunto de medios de vida más o menos amplio, lo cual depende de la lucha política y económica. Es decir, podrían exigir que se incluyera la vivienda o una vivienda de mejor calidad, acceso a la cultura y a la recreación, etc., etc. También podrían exigir que se incluyeran bienes y servicios como alimentación infantil, guarderías, preparación de los alimentos, limpieza y arreglo de la ropa, construcción, reparación, mantenimiento y limpieza de la vivienda, reparación de muebles y electrodomésticos, lavado de ropa, compra de los alimentos, cuidado de enfermos e incapacitados, cuidado de ancianos, corte de pelo, arreglo de uñas, transporte para las compras, arreglo del vehículo, cuidado corporal mediante ejercicio, atención médica, educación en todos los niveles, etc.[4] Muchos de estos medios de vida están incluidos en la canasta de los trabajadores asalariados de mayores ingresos y varios de ellos no están incluidos directamente en la canasta, pero son provistos por el Estado o por organizaciones de beneficencia. Un hecho concreto, no teórico, es que en las relaciones reales el capitalismo niega la inclusión de muchos medios de vida a los trabajadores, dentro de los cuales se encuentran todos aquellos bienes y servicios que puede elaborarse con trabajo doméstico. Dado que son necesarios para la conservación de la fuerza de trabajo se producen mediante un trabajo cuyo producto no se vende y por tanto no se transforma en mercancías.
- Existe una remuneración en especie, aunque sea mínima. En el caso de las mujeres que no tienen un trabajo asalariado y se dedican exclusivamente a los trabajos domésticos se plantea que no se les reconoce un trabajo porque no se les da un salario. Sin embargo, sí existe un reconocimiento así no sea pleno o simplemente sea una fracción del que aspirarían. La mujer realiza un conjunto de trabajos, por ejemplo, cocinar, lavar y arreglar la ropa, limpiar, etc., para lo cual aporta su trabajo, pero recibe, así sea en mínima cuantía, bienes de consumo que necesita para vivir, las materias primas para cocinar, obtiene una vivienda, así sea precaria, ropa y otros objetos que no se producen en el hogar y que deben ser comprados con dinero. Obviamente esto la pone en una situación de subordinación frente al hombre que recibe el salario y tiene por tanto un poder sobre la mujer.
Conclusión
Tiene entonces toda la razón Federici cuando plantea que Marx no menciona expresamente aquellos medios de vida que son producidos dentro del hogar (de hecho Marx solo se refiere a víveres, combustible, vestidos y muebles y etc.[5]), pero no se da cuenta de que conceptualmente están incluidos dentro de la canasta de medios de vida, lo cual se concreta empíricamente si los trabajadores logran mediante sus exigencia que sean reconocidos.
No me parece entonces que la crítica teórica sea válida. Además, de hecho, desde esta perspectiva del trabajo doméstico no se ha elaborado una propuesta teórica que modifique la teoría del valor de la fuerza de trabajo, ni tampoco, por tanto, ninguna revolución teórica que cambie la naturaleza del capitalismo, como señala Federici. Pero la crítica es relevante en cuanto a la necesidad de evidenciar un fenómeno empírico de especial importancia que permite desarrollar la lucha de clases y además evidenciar otras formas de opresión[6].
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[1] En esta parte destaca una observación en la parte histórica y no teórica del texto en la que Marx sí se refiere al trabajo doméstico: “Pero puede verse cómo el capital, con vistas a su autovalorización, ha usurpado el trabajo familiar necesario para el consumo” añadiendo que: “Como no es posible suprimir totalmente ciertas funciones de la familias, como por ejemplo las de cuidar a los niños, darles de mamar, etc., las madres de familia confiscadas por el capital tienen que contratar a quien las reemplace en mayor o menor medida. Es necesario sustituir por mercancías terminadas los trabajos que exige el consumo familiar, como coser, remendar, etc. El gasto menor de trabajo doméstico se ve acompañado por un mayor gasto de dinero. Crecen, por consiguiente, los costos de producción de la clase obrera y contrapesan el mayor ingreso” (p. 58). (luego Marx sí reconoce el trabajo doméstico). Sin embargo, esta es una observación al margen que se sale del análisis que estaba haciendo del valor de la fuerza de trabajo.
[2] Marx se refiere al tiempo de trabajo socialmente necesario, este es el sentido que utiliza para referirse al valor de las mercancías; puede haber trabajo necesario en su aspecto material, trabajo concreto, pero que no se logra vender, razón por la cual no se transforma de trabajo concreto en trabajo abstracto.
[3] Marx se aproxima a la idea de una canasta de medios de vida que tienen una duración distinta y deben reponerse por tanto en períodos diferentes, para lo cual es necesario hacer un cálculo que pondere esta situación (ver página 125).
[4] “Como no es posible suprimir totalmente ciertas funciones de las familias, como por ejemplo las de cuidar a los niños, darles de mamar, etc., las madres de familia confiscadas por el capital tienen que contratar a quien las reemplace en mayor o menor medida. Es necesario sustituir por mercancías terminadas los trabajos que exige el consumo familiar, como coser, remendar, etc. El gasto menor de trabajo doméstico se ve acompañado por un mayor gasto de dinero. Crecen, por consiguiente, los costos de producción de la clase obrera y contrapesan el mayor ingreso” (p. 58). (Marx citado por Federici).
[5] “Una parte de los medios de vida, v.gr, los víveres, el combustible, etc., se consume diariamente y tiene que reponerse día tras día. Otros medios de vida, tales como los vestidos, los muebles, etc., duran más y por tanto sólo hay que reponerlos más de tarde en tarde” (El Capital, Tomo I, pág. 125). Pero en el texto de Marx que Federici cita, se refiere expresamente a la inclusión dentro de la canasta de medios de consumo y por tanto en el salario de productos que hacían parte del trabajo doméstico, es decir, que sí son reconocidos: “las madres de familia confiscadas por el capital tienen que contratar a quien las reemplace en mayor o menor medida. Es necesario sustituir por mercancías terminadas los trabajos que exige el consumo familiar, como coser, remendar, etc. El gasto menor de trabajo doméstico se ve acompañado por un mayor gasto de dinero” (Subrayado fuera del texto)
[6] Marx se refiere a algunas de estas en El Capital: a) No pagar el valor de la fuerza de trabajo; b) No respetar unas mínimas condiciones en el sitio de trabajo en materia de seguridad y salud; c) La venta de mercancías a precios superiores por ejemplo en los alimentos, o en los arriendos; d) El préstamo de dinero a tasas de usura. Estas aplican tanto a trabajadoras como a trabajadores. Pero además hay situaciones de discriminación salarial por género, raza o etnia. Y además está el abuso de los trabajadores hombres sobre las mujeres, al descargar sobre ellas todo el trabajo doméstico que el capitalista no reconoce dentro del valor de la fuerza de trabajo. Se da aquí una explotación en sentido no directamente capitalista por cuanto el obrero no vende el servicio doméstico de su mujer o de sus hijas, pero si en cuanto a que quienes se ven forzadas a dedicar más horas de trabajo a las necesarias labores de la reproducción son las mujeres. Pero es importante distinguir entre la explotación de que puede ser objeto la trabajadora en la fábrica, donde debe trabajar para producir un excedente en producto y valor para el capitalista, y la explotación en el hogar donde no produce un objeto para la venta que pueda ser apropiada por su pareja. La pareja se apropia de valor de uso, producto de trabajos domésticos concretos.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Vix.com
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