En cuanto a los efectos que su llegada pueda tener en Colombia, aparecen varios hechos políticos que bien podrían hacernos pensar en que las relaciones bilaterales con el país del norte, den un giro, sin que ello signifique sustanciales cambios en las ya históricas relaciones de dependencia económica y política que los gobiernos colombianos aceptan y acrecientan cada cuatro años, a pesar de intentos de algunos presidentes, como Santos, de apuntarle al multilateralismo.
El primer hecho político que podría generar efectos positivos tiene que ver con el apoyo y las exigencias que como demócrata Biden pueda hacerle al Gobierno de Duque, para que cumpla de verdad con lo acordado en La Habana. Claro, efectos positivos para los defensores de la paz en Colombia y negativos para el “uribismo”, cuyos militantes y miembros, le han apostado al fracaso del proceso de implementación del Acuerdo de Paz, con el denodado apoyo del gobierno de Iván Duque Márquez. Los sistemáticos asesinatos de líderes campesinos, defensores de derechos humanos y del ambiente, a lo que se suman las 70 masacres ocurridas en este 2020 y los 238 excombatientes asesinados, pueden ser temas que a la administración de Biden le sirvan para pedirle cuentas a Duque. Ahora bien, no se puede obviar la difícil situación económica y política que afrontan los Estados Unidos. Circunstancia que bien puede limitar las acciones que en materia de política exterior desee o pueda adelantar el gobierno de Biden.
Ojalá Biden dimensione la importancia que tiene para el país, el hemisferio y para los Estados Unidos consolidar la paz en Colombia. El apoyo dado por Obama al proceso de paz y el acompañamiento dado por Biden en su calidad de vicepresidente en aquellos momentos, hacen prever una evaluación crítica de los incumplimientos y los desaciertos en los que viene incurriendo Iván Duque, interesado más en seguir las instrucciones y los anhelos de miembros de su partido, el Centro Democrático, de “hacer trizas ese maldito papel que llaman el Acuerdo Final”.
El segundo hecho político tiene que ver con el manejo de la fracasada política antidrogas, uno de los factores de dominación política y económica que históricamente los Estados Unidos han usado para someter a Colombia. Es urgente desnarcotizar las relaciones bilaterales. Ojalá la iniciativa la tome el nuevo inquilino de la Casa Blanca, pues quedó clara la complacencia de los sectores legales e ilegales que apoyan la lucha antidroga en Colombia, con el manejo dado por Duque a ese complejo asunto.
Y el tercer hecho político tiene que ver con la evaluación de los posibles daños que en las relaciones con los dos partidos tradicionales de los Estados Unidos, produjo la torpe intromisión de congresistas del Centro Democrático en el ambiente electoral en el estado de la Florida. Con el fantasma del Castrochavismo y aprovechándose de la estulticia de cientos de miles colombianos y de hispanohablantes, congresistas de esa colectividad, con la anuencia de la Cancillería colombiana, presentaron a Biden como un “socialista que iba a convertir a la Unión Americana en otra Venezuela”. Ya veremos qué sucede con este espinoso asunto. Lo cierto es que el triunfo de Biden se entiende como un traspiés para los intereses de la derecha y la ultraderecha colombianas, mas no, puede verse como triunfo para la izquierda colombiana. Intereses que se expresan en las acciones tendientes a mantener unas relaciones narcotizadas y una dependencia económica, acorde con la visión rentista de la élite económica-política de un país que sigue exportando materias primas sacadas del subsuelo bajo condiciones poco sostenibles y enviando lo de siempre: café, azúcar y artesanías.
Eso sí, lo que ya es un efecto positivo para el mundo en general, es que Biden truncó la reelección del xenófobo, vulgar, rústico, violento y misógino de Donald Trump. Y lo más probable es que quienes hoy lamentan en Colombia el triunfo del demócrata, lo hagan no solo por la admiración que sienten hacia el hoy expresidente americano, sino por el parecido que este tiene con Uribe.
Germán Ayala Osorio, comunicador social-periodista y politólogo
Foto tomada de: El Tiempo
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