“…para reconstruir mejor es necesario transformar el modelo de desarrollo de América Latina y el Caribe, es una región en la que los niveles de desigualdad se han vuelto insostenibles, los que supone desarrollar sistemas integrales de Bienestar Social, accesibles para todas las personas, esto implica crear sistemas tributarios más justos promover la creación de empleos decentes, fortalecer la sostenibilidad ambiental y reforzar los mecanismos de protección social”[1]
António Guterres
Las crisis económico-sociales y ambientales en las naciones de menor grado de desarrollo comparado, entre ellas las de nuestra América Latina y el Caribe, quedaron al desnudo ante el azote de la pandemia Covid-19, sus gobiernos y sistemas de salud precarios y mercantilizados, no tienen la capacidad de dar respuestas que garanticen los derechos fundamentales a la vida, a la salud, al ingreso digno, a vivir con calidad a las presentes y futuras generaciones.
La Iniciativa Social para América Latina y el Caribe ISALC, es una experiencia de la sociedad civil que la convierte en interlocutor válido ante la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) a través de un proceso de convergencia en la diversidad de líderes académicos, sociales, étnicos, de equidad de género, sindicalistas, campesinos, cultura, iglesia católica, entre otros, con alta y asimétrica representatividad de sus organizaciones y estamentos.
Todos con genuina preocupación ante el drama social, sanitario, ambiental y económico que golpea a las naciones del subcontinente y el caribe, quienes se definen de la siguiente manera:
“Somos apenas una parte de un torrente mayor de las corrientes de la sociedad civil del continente con las que desde ya manifestamos nuestro deseo de trabajar conjuntamente para avanzar en alternativas de desarrollo para América Latina y el Caribe… que nos convoca a desplegar nuestros mejores esfuerzos para superar la crisis y propiciar transformaciones de fondo.”[2]
A instancias de la 38º Asamblea General de la CEPAL, este grupo de activistas por el futuro, se propone llegar con una posición unitaria y alternativa, en calidad de interlocutor legítimo de los gobiernos del hemisferio y con una propuesta que movilice a la sociedad civil para materializar sus sueños en un contexto cambiante, complejo, y por ello rico en oportunidades, para rehacer la democracia; donde el protagonismo lo tenga la sociedad, sus organizaciones y expresiones con autonomía respecto a los partidos políticos, que serán bienvenidos en tanto se nutran de los aportes y no instrumentalicen el accionar de los movimientos independientes de la sociedad civil.
La excelente gestión de las personalidades que fueron reconocidas como voceras de este grupo plurinacional, multifacético y diverso, logró establecer contacto con la secretaria ejecutiva de la CEPAL, quien, desde el primer momento, se mostró interesada en que se activara ese canal para la sociedad civil, creando el espacio para que fuéramos escuchados y en beneficio de todos pueblos de ALC, se encontraran puntos de coincidencia para impulsar propuestas de políticas en beneficio de la inclusión, la equidad, el medio ambiente, el respeto de los derechos y la garantía de los mismos por parte de los Estados.
Vale traer a colación las opiniones de Alicia Bárcenas, “Esto demuestra que, cuando la región habla unida, con una voz única, convoca y atrae a la comunidad internacional”, refiriéndose a la presencia de los otros organismos multilaterales como las Naciones Unidas, la Corporación Andina de Fomento, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, cuyos directivos, al unísono manifestaron la necesidad y urgencia de revisar los mecanismos con los que se establecen vínculos con los países en desarrollo, en particular los de América Latina y el Caribe, haciendo énfasis la importancia de darle un manejo diferente a la deuda externa y a los sistemas de solidaridad de financiación para sortear las dificultades derivadas de la pandemia.
Argumentó su intervención, la señora Bárcenas, manifestando que “Nuestra región tiene una gran oportunidad para reintegrarse y despolitizar la integración. Hay que ser más pragmáticos y lograr una unión entre los países a partir de cadenas de valor, por ejemplo. Con una voz colectiva podemos tener mejores resultados.”
Identificadas con la necesidad de una solución estructural a la crisis exacerbada por el Covid-19 “Solidaridad de parte de los países de nuestra región y del mundo entero, para considerar con seriedad, por ejemplo, el alivio de la deuda de los países del Caribe y crear, por ejemplo, un fondo caribeño de resiliencia,… esta iniciativa que se llama “FACE” que es un fondo de alivio a la economía… implica es que los países desarrollados aporten $516.000 millones de dólares a los países en vías de desarrollo; sin importar su nivel de PIB per cápita y que sea un fondo de largo plazo, de bajos intereses y que se dé sin condicionalidad”[3],[4]
El documento consensuado entre los integrantes de ISACL[5] hace un juicioso análisis de contextos y realidades de nuestro subcontinente y el caribe, el cual consolida en la siguiente sentencia;
“La pandemia y sus efectos dejaron al desnudo las deficiencias del modelo económico neoliberal que se generalizó en el mundo a partir de los años ochenta y que fue adoptado en la mayoría de nuestros países. Dichos efectos se acumulan y exacerban injusticias preexistentes. La privatización hasta de los bienes públicos por excelencia como la salud y el agua, la gestión tercerizada de las políticas sociales y la reducción de los impuestos y regulaciones a los poderosos dejaron al sector público sin los instrumentos y canales para responder efectivamente a la crisis sanitaria, social y económica”
Para dar clara directriz de la pertinencia de hacer un “viraje en el manejo de la política económica, tributaria, social y ambiental hacia nuevas alternativas de desarrollo incluyente en lo social, respetuoso con la naturaleza y capaz de asumir las nuevas tecnologías y energías para diversificar la economía y darle el dinamismo necesario para generar condiciones de empleo digno y bienestar general.”
Este significativo grupo de intelectuales, dirigentes gremiales, religiosos, sociales identifica el tremendo riesgo que implica el que la “pandemia y confinamiento auparon el autoritarismo, la violencia policial e incluso la estigmatización y discriminación de quienes ejercen la oposición política a los distintos regímenes en la región”, que se evidencia, en el caso de Colombia, con los procesos de restricción al ejercicio pleno de los derechos, el hostigamiento a las movilizaciones sociales, a la desatención a las convocatorias de los grupos sociales, como el caso de los indígenas del Cauca que marcharon en la minga hasta la capital para poder hablar con el Gobierno y encontrar solución al sistemático asesinato de líderes indígenas, negros, y de las expresiones sociales de autoorganización y gestión en los predios otrora bajo el dominio de las FARC, ahora desmovilizadas, y que cayeron en manos de los grupos de extrema derecha asociados al narco paramilitarismo, no fueron atendidos en clara demostración del desprecio que el Ejecutivo tiene por el movimiento indígena y social y la nula importancia al drama de la sistemática persecución y asesinatos que agota la paz y la convivencia lograda en la firma del acuerdo del Teatro Colón.
Los debates y escritos de este grupo contingente e inorgánico respecto a las fuerzas partidistas de los distintos países, ISALC, pone de relieve el asenso de la violación a los derechos humanos, en especial contra las minorías.
Los procesos de investigación, discusión y análisis, llevan a este plural grupo a la comprensión de que la salida de la pandemia no puede ser al restablecimiento del estatus quo del modelo neoliberal que le antecedió, urge el cambio de paradigma que se propone que sea fundado sobre las siguientes 11 columnas a manera de un nuevo contrato social.
- La defensa de la vida humana y del planeta que constituye nuestro principal empeño y aspiración. Inspirados en la no violencia, el derecho a la paz y la solución pacífica de los conflictos reclamamos la protección de todas las formas de vida en el planeta lo cual nos compromete activamente con detener la crisis climática que entraña graves peligros para la continuidad de la vida humana.
- La solidaridad e inclusión social como principios rectores de una sociedad conviviente que asume el reconocimiento, el respeto, la responsabilidad, la no discriminación y la democracia como valores fundamentales que nos animan en la promoción de la movilización social como motor de la lucha en contra de la desigualdad, la discriminación y la indiferencia que imposibilitan la participación significativa y efectiva de las grandes mayorías en la vida social, política y económica.
- La libertad entendida desde una perspectiva integral como desarrollo del potencial y de las capacidades de cada ser humano en la materialización de los derechos humanos políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, que alienta nuestra lucha comprometida con la construcción de una democracia plena y de calidad en la cual la participación real y efectiva sostenga instituciones limpias al servicio de una ciudadanía protagónica y empoderada
- La primacía de lo público y el interés colectivo para que el Estado cumpla su misión distributiva, protectora y estabilizadora en la sociedad y en la realización efectiva de los derechos y libertades de todos y todas, en la búsqueda del bien común con una adecuada regulación de las actividades privadas por parte del Estado.
- La revalorización de la ética en la economía la cual debe servir el bien común y no solamente intereses particulares.
- La defensa de la vida humana ante el desarrollo tecnológico acelerado e incontrolado, que representa elevados riesgos si no son reguladas sus implicaciones sobre las relaciones sociales, la economía y la política afectando, los derechos humanos a la privacidad, el mercado laboral y la vida democrática.
- El reconocimiento y protección de la diversidad cultural y ecosistémica, la defensa de los bienes comunes y la eliminación de la discriminación por género, etaria, intergeneracional, sexual, racial, étnica, y territorial, origen social, nacionalidad, religión o ideario político, respetando las formas diversas de asumir la vida en múltiples relaciones poblacionales, culturales y regionales.
- La participación democrática del pueblo en reconocimiento de su capacidad y su derecho a deliberar y gobernar, no sólo por medio de sus representantes a través del voto, sino por sí mismo y por virtud de la participación continua, la deliberación y la movilización colectiva, pública y pacífica.
- El interés superior de los niños, niñas y adolescentes. Compromiso transgeneracional con la niñez, la no discriminación, el derecho a la vida digna, supervivencia y desarrollo y a la libertad de expresión y a ser escuchado.
- Compromiso transgeneracional con la juventud a la que acompañamos a apropiarse desde hoy del mañana. Somos hombres y mujeres libres, indígenas, afros, inmigrantes, desplazados, refugiados, sindicalistas, personas de diferentes credos e identidades políticas, poblaciones raizales, gitanas, LGBTI, ecologistas, ambientalistas y nuevas ciudadanías unidas, en una sola voluntad para construir mancomunadamente paz, bienestar, solidaridad y una vida digna para todas y todos.
- Regulación democrática de las tecnologías de la información y las comunicaciones para evitar su utilización o manipulación que amenace la libertad individual y la privacidad en las escogencias del consumo, en desmedro de la democracia y en la suplantación del trabajo humano y, al contrario, sea una oportunidad de conexión, participación e intercambio constructivo entre personas y comunidades
Preguntarse sí esta proclama puede hacerse realidad en las estructuras políticas, sociales y económicas que rigen a nuestros países hoy nos lleva a comprender que son diversos los grados de desarrollo, vinculación de la sociedad en la toma de decisiones, de poder del Estado como regulador de la actividad económica y garante de los derechos a las mayorías, y, por sobre todo, que el grado de participación social, para determinar los parámetros de un nuevo pacto social, distan mucho de estar maduros lo cual no quiere decir que se espere a que algún día suceda, sino que todos tenemos que trabajar para romper con las indiferencias, el analfabetismo político, los temores derivados de los fantasmas que construyen quienes ostentan el poder para imponer sus políticas excluyentes y concentradores de la riqueza, de la propiedad y el poder.
Este grupo tiene claro que este “Estado debe estar legitimado en democracia y en la efectividad de su accionar. Propendemos por un Estado democrático, distributivo, garante de lo público y de lo colectivo y que respete y reconozca las múltiples expresiones de diversidad”
Las actuales lógicas del poder, la concentración en manos del Ejecutivo de las decisiones del poder legislativo y las acciones de la justicia y el poder público, como sucede en Venezuela, Colombia, en Ecuador, Nicaragua y otros países del Caribe, tiene que ser transformada hacía unos Estados garantes del bienestar y el bien vivir, los derechos sociales, económicos, ecológicos y políticos de toda la sociedad y fortalecidos en su capacidad redistributiva, qué cierre las brechas como condición sine qua non para traer a la modernidad sostenible al conjunto de la sociedad en todas sus expresiones.
Las deliberaciones para encontrarla fórmula que permite enfrentar las múltiples crisis que representan el estado anterior a la pandemia y los impactos causados por esta en el conjunto de las poblaciones de América Latina y el Caribe, condujeron aquí, con el apoyo de los expertos, los científicos sociales, economistas de gran prestigio internacional con una visión de realidad y posibilidades y siempre pensando en el bien común, se formulará el siguiente sistema de medidas para enfrentar la pandemia saliendo de ellas fortalecidos como sociedad, con un tejido social más profundo y solidario y con unos Estados más transparentes, sensibles y comprometidos con el bienestar del conjunto de la sociedad.
El gráfico que sigue muestra el ecosistema del plan de choque qué propone ISALC ante la situación que emergió con la pandemia Covid-19
Un consenso entre tal variedad de posturas ideológicas, de credo, de política, de origen, de etnia, condición y preferencias, parece difícil de lograr, sin embargo, el trabajo persistente, respetuoso de la diferencia, amigable, persuasivo con argumentos, logró determinar una serie de puntos que, sin ser exhaustivos, muestran que es posible llegar a acuerdos de primer nivel, o como dijera Adela Cortina, basados en los mínimos éticos para lograr la convergencia de cada una de las plurinaciones de nuestra América Latina y el Caribe.
El ecosistema que se expone a continuación recoge ese consenso básico que seguramente, en la maduración de las discusiones, incorporará temas tan importantes como la soberanía alimentaria, el acceso y socialización de la ciencia y la tecnología al servicio de la inclusión, la equidad y la sostenibilidad ambiental, el sistema de educación publico gratuito, obligatorio y de calidad y otros puntos qué ameritan mayor debate, estudio de viabilidad y sostenibilidad, financiamiento y transformación. Se está caminando en el sentido correcto, estos acuerdos así lo demuestran
No se puede cerrar una nota que rescata este poderoso método y sistema de convergencias de la sociedad civil sin hacer público reconocimiento al trabajo voluntario, respetuoso, honesto y dedicado de un gran número de personas entre las cuales hago mención de las siguientes:, Clara López Obregón, Luis Jorge Garay, Cecilia López Montaño, Marco Romero, Jaime Zuloaga Nieto, Cielo Rusinque, Ana I. Arenas, Gregorio Mesa Cuadros, Consuelo Ahumada, Gloria Carvalho Vélez, Juan Martín Pérez García, Ana Isabel Arenas, Claudia María Mejía Duque, Lina Paola Lara, Sergio González, Darío Restrepo, Monseñor Héctor Fabio Henao, Cecilia Ramírez, Luis Miguel Morantes, Wilson Castañeda, Jorge Reinel Pulecio, Marcela Barraza, María Matienzo, Alberto Orgulloso, Camila Espitia, Liliana Rodríguez Burgos, María Eugenia Ramírez, María Fernanda Escobar, Narciso Torres, entre otros.
Especial reconocimiento a la paciente y dedicada labor de Marco Romero, nuestro coordinador y catalizador de la pluralidad de propuestas.
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[1] Mensaje del Secretario General ONU. Informe sobre efectos del COVID-19 en América Latina y el Caribe, ampliar en https://www.cepal.org/es/videos/mensaje-secretario-general-onu-informe-efectos-covid-19-america-latina-caribe
[2] Voces y propuestas de América Latina y el Caribe, Transformaciones para salir de la crisis, Documento conjunto de ISALC
[3] Bárcena Alicia, CEPAL, https://periododesesiones.cepal.org/38/es/noticias/porque-otro-mundo-es-posible-cepal-reafirma-que-la-igualdad-la-sostenibilidad-deben-estar
[4] Se pueden encontrar todos los documentos del trigésimo octavo periodo de sesiones de la CEPAL en https://periododesesiones.cepal.org/38/es/noticias/porque-otro-mundo-es-posible-cepal-reafirma-que-la-igualdad-la-sostenibilidad-deben-estar
[5] Ibid. Pág. 3.
César Augusto Torres López, Partícipe aprendiz en este proceso que en el escrito deja fluir su visión y vivencia personal y asume el propósito de ayudar a la difusión de una metodología para construir el modelo alternativo, unos resultados y sobre todo, una oportunidad revitalizada de construcción de un nuevo paradigma que sustituya al vigente desde hace 31 años con la imposición del mal llamado consenso de Washington, que han seguido disciplinada y obsecuentemente todos y cada uno de los gobiernos hasta hoy.
Foto tomada de: Reporte Indigo
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