No hubo entrampamiento
Comencemos diciendo qué según Yesid Reyes, el entrampamiento “comprende dos figuras distintas: el uso de agentes encubiertos que, tratándose de delitos relacionados con el tráfico de drogas, suelen realizar entregas controladas de sustancias ilícitas a quienes por su propia iniciativa emprenden la comisión de un delito, y el llamado agente provocador, cuya característica distintiva es que hace nacer en alguien la voluntad de delinquir. Mientras la primera está permitida en Colombia, la segunda está expresamente prohibida por la ley”.[1]
Así las cosas, conforme a lo que salió a la luz pública en el debate de control político, aquí no hubo un entrampamiento sino un concierto para delinquir desde la Fiscalía y la DEA, pues a Santrich nunca se le ofreció la realización de una conducta delictiva de narcotráfico, sino que se le realizó una obra de teatro, toda una pantomima, aprovechándose de su discapacidad visual, con el propósito de involucrarlo y hacerlo parecer en actividades de narcotráfico para lograr su extradición y con ello golpear severamente el proceso de paz.
En las 24 mil escuchas, según se dice, no existe una sola prueba que indique que Santrich estaba negociando una operación de tráfico de drogas; él hablaba de proyectos productivos para los reinsertados, mientras la DEA y sus colaboradores, incluida la Fiscalía colombiana, simulaban una operación de tráfico de drogas. Eso no es un entrampamiento, es un concierto para delinquir por parte de la Fiscalía y la DEA para engañar a la JEP y lograr su extradición.
El famoso video que presentó el Fiscal Martínez sirvió para desprestigiar a Santrich y a la paz (recuerden a Martínez Neira pavoneándose y hablando “del Toque”) fue la pieza mediática magistral para sembrar la duda en los excomandantes de las FARC reinsertados, pero nunca fue presentado como prueba en la JEP ni es utilizado en la acusación de la Corte del Sur de New York en el caso contra Santrich, por cuanto está tan manipulado, que solo sirve para desmontar la acusación y demostrar la inocencia de Santrich.
Recuérdese que por más que lo solicitó la JEP para definir el procedimiento de garantía de no extradición, la Fiscalía nunca aportó el video, se limitó a entregar unas pruebas de otras personas (Marlon Marín y los agentes de la DEA) con los que se pretendía realizar la extradición. Por tales razones y a pesar de toda la presión mediática, de la Fiscalía y de la Procuraduría de Carrillo, la JEP acertó en negar la extradición por falta de pruebas para determinar la fecha de la presunta conducta delictiva.
En el debate Martínez Neira señaló que la prueba contra Santrich no es el famoso video sino la declaración de Marlon Marín, la cual leyó. Petro ripostó exhibiendo un video en el que, en la declaración de Marlon Marín leída por Martínez, se ve que miembros de la DEA le soplan las respuestas al testigo estrella. En entrevista con María Jimena Duzan en la W, el exfiscal argumentó que todo procesado tiene derecho a un abogado defensor y que Petro no puede asegurar que los que asesoraban a Marín eran agentes de la DEA.
Frente a ese rifirrafe debe decirse, que si bien no se puede asegurar que los que soplaban las respuestas eran de la DEA, en la práctica de pruebas testimoniales al declarante no le es permitido recibir asesoría, ni en los interrogatorios a un sindicado al defensor se le permite asesorar en el contenido de las respuestas; luego, la declaración de Marín está viciada.
Curiosa por decir lo menos, resulta la valoración de la prueba testimonial hecha por el exfiscal: primero concluye que Santrich pretendía una operación de Narcotráfico porque lo dice Marlon Marín, el mismo personaje que afirma en uno de los audios, que las diez toneladas de coca serían almacenadas por el General Naranjo, lo que al exfiscal le parece “todo un despropósito”, situación que en modo alguno le resta credibilidad a su testigo estrella.
El juego de los protagonistas
Se ha hablado ampliamente de Martínez Neira y su perversidad. Pero es justo reconocer que no es el único protagonista.
Mención especial merece el papel del presidente Santos en los hechos. Primero, escogió a Martínez Neira como Fiscal General y después ante el episodio de Santrich, le dio toda la credibilidad al montaje, a pesar de la fragilidad de la prueba de un video sin audio. Reciente y tardíamente, ha salido a decir que Martínez Neira y la DEA le mintieron.
Por su parte la Embajada Americana sacó un comunicado para decir que no hizo lo que hizo (irrespetar la ley colombiana), y que siempre ha apoyado el proceso de paz, para lo cual incluso, enrostró los dólares aportados. En verdad los hechos demuestran otra cosa: miembros de la DEA participaron (¿ingenuamente?) del ataque a la Paz de Colombia; ataque muy a tono con las declaraciones del presidente Trump contra el proceso de paz durante su fallida campaña presidencial.
Ya dijimos que el Procurador Carrillo se sumó al Centro Democrático y a Néstor Humberto Martínez, al punto que, por tener la facultad de intervenir en el procedimiento de garantía de no extradición en la JEP, se convirtió en el vocero de la godarria social e institucional colombiana que pedía a gritos la extradición de Santrich, a lo mejor ingenuamente y con el propósito de ganar audiencia ante una eventual candidatura presidencial.
Santrich, Márquez y compañía fueron víctimas del complot de Nestor Humberto. A la vez, cayeron en la trampa y desertaron del proceso de paz. Si quieren regresar a la paz, deberán abstenerse de volver al terrorismo y esperar a que dejen de soplar los vientos de la guerra.
Petro por su parte resultó ganador, al ser el dirigente político que desnudó las mentiras de Nestor Humberto al tiempo que le ofreció a los desertores de la paz una oportunidad y esperanza de volver a la institucionalidad.
El Presidente Duque no solo no le protesta a la DEA, sino que en medio de la tormenta le ofreció la embajada de España al personaje de marras, quien le estará diciendo, eso fue un montaje marica, ji,ji,ji,ji,….gilipollas.
_______________________________
[1]YESID REYES, El verdadero entrampamiento, columna publicada en El espectador, noviembre 16 de 2020.
WILLIAM ALVIS PINZON
Foto tomada de:
Deja un comentario