Dice a continuación que a finales de los 80 lo comenzó a “seducir en serio la noción de un centro radical que reemplazara la vieja dicotomía de izquierda contra derecha y buscara una síntesis moderna de tradiciones liberales y conservadoras, anclada en la realidad de Colombia y no en pugnas internacionales entre potencias comunistas y capitalistas”. En este párrafo da unas puntadas hacia una precisión necesaria: el centro (extremo antes, ahora radical) no sería ni capitalista, ni comunista, pero todavía no nos dice qué sería específicamente.
Ante las dificultades para conceptualizar decide mejor señalar ejemplos. Nos dice que no se trata de “definiciones doctrinarias” sino de “posturas concretas frente a determinados asuntos como la inequidad social, el papel del Estado y la noción de democracia, así como sobre la inmigración, el machismo, el aborto, la pena de muerte o el régimen pensional y tributario”. Sin embargo, después de enumerar estos temas, tampoco precisa el concepto de centro, aunque suponemos que según la posición concreta en cada tema podría haber diferentes clasificaciones, o quizá un intento de agruparlas y sacar un promedio. Por ejemplo, quienes están a favor del aborto serían de izquierda, quienes están en contra serían de derecha, y quienes estén a favor en unos casos y en contra otros, serían de centro; y así sucesivamente.
Pero el hecho a destacar es que pasó en su exposición, subrepticiamente, de la alternativa entre modos de producción, entre formas de organización social en su conjunto, como capitalismo y comunismo, a elementos o aspectos particulares relevantes, pero de menor amplitud. Y, quizá inconscientemente, se concentró en ubicar la escala derecha-izquierda en el marco del capitalismo, por una parte, o a referirse a temas que son objeto de debate tanto en una sociedad capitalista como en una comunista, como son el aborto, la pena de muerte, la inmigración o la democracia, por la otra.
Santos Calderón se está refiriendo en su artículo a dos escalas diferentes y las mezcla sin ton ni son, lo cual puede ser una consecuencia de su rechazo a hacer precisiones conceptuales.
Señala luego, a pesar de lo anterior, que “asumir una posición de centro no es una fuga hacia la indefinición política sino todo lo contrario: es saber ubicarse muy bien, y con firmeza en el espectro. Entre un centro izquierda y un centro derecha, por ejemplo, que deberían ser los ejes centrales de la política colombiana”. “El extremo centro es, pues, un concepto provocador, que irrita a unos e intriga a otros. Y del que todos quisieran apropiarse a su manera, porque el centrismo es lo que ha regido la política colombiana de las últimas décadas”. Lo interesante es que no ha precisado todavía el concepto, pero destaca la posición de centro como algo muy firme.
Finalmente, termina diciendo que se trata de una polémica irrelevante para la gente, a la que no le importa “que un gobierno sea de izquierda, centro o derecha, con tal de que genere empleo real, construya carreteras que no se derrumben, hospitales que no quiebren y sepa defender el tesoro público de una clase política cada vez más rapaz y corrupta. Lo cual no se ha logrado en Colombia, ni con este gobierno ni con los gobiernos anteriores”. Con lo cual ratifica que su análisis se concentra en una escala existente en el marco del capitalismo.
La discusión sobre el centro se enmarca en los diferentes programas políticos con respecto a la organización de la sociedad. Se pueden distinguir dentro de esto, en mi opinión, dos escalas. Una escala que se refiere al modo de producción en su conjunto, a la organización global de la sociedad, que se sintetiza en la dicotomía entre capitalismo y comunismo; sería de derecha quien defiende al capitalismo y de izquierda quien defiende al comunismo. Aquí no cabría el centro, dado que las alternativas son excluyentes. La otra escala existe con respecto a distintas formas de gestionar el capitalismo; en su aspecto más general, la principal distinción estaría entre los partidarios de un capitalismo con un Estado que interviene principalmente para garantizar que los capitalistas se enriquezcan lo máximo posible, y los partidarios de un capitalismo con un Estado intervencionista, regulador, redistribuidor de la riqueza, que busca compensar la deplorable situación de las clases trabajadoras.
Dentro de esta escala hay cabida para un centro, es decir aquellos que buscan un punto medio entre el capitalismo salvaje y el capitalismo social demócrata o progresista. Estas son en mi opinión las distinciones básicas. En esta segunda perspectiva todos son partidarios del capitalismo[2], pero se diferencian en la manera en que conciben la forma de gestionarlo; unos dan prioridad a los capitalistas y otros a los trabajadores. Aquí ni los de izquierda dentro del capitalismo quieren acabar con la empresa privada capitalista ni con el trabajo asalariado; en nuestro medio los izquierdistas Petro y Robledo, por ejemplo, hacen todos los esfuerzos posibles por mostrar su lealtad al capitalismo.
Dentro de esta escala hay conflictos serios porque las propuestas de los izquierdistas implican que se reduzcan las ganancias de los capitalistas, algo que usualmente no es del agrado de los señores patronos. Obviamente, a los capitalistas les preocupa más la otra dicotomía, la de capitalismo y comunismo. Por eso usualmente toleran más o menos a los social demócratas y a los progresistas, pero no se soportan a los comunistas, a los cuales buscan exterminar. Los izquierdistas dentro del capitalismo, a pesar de ciertas políticas radicales, terminan cumpliendo un papel muy importante para los capitalistas: desvían la atención de las clases trabajadoras de las tentaciones del comunismo y generan ilusiones de progreso dentro del capitalismo.
Me parece muy interesante en este debate una posición de Hernando Gómez Buendía[3], quien también terció en el asunto. Señala Gómez Buendía que hay “asuntos donde no caben las posiciones intermedias”: “no hay lugar a posiciones intermedias cuando se trata de la verdad o falsedad de una idea (hoy es domingo o no es domingo”). “Pero en casi todas las cuestiones relevantes para el debate público (cuestiones de valores) si caben los matices y además son esenciales (frente al aborto, por ejemplo, hay el no absoluto y la plena libertad, pero además están quienes piensan, con razones, que hay circunstancias donde debe admitirse y otras donde deben prohibirse).
Destaca que hay casos en los cuales se trata de la verdad o la falsedad, con lo cual nos lleva a un terreno muy interesante, en un contexto en el cual se da tanto peso a la opinión. Utilizando su propio ejemplo, podríamos plantear: ¿el capitalismo es un modo de producción que consiste en la explotación de los trabajadores o es un sistema armónico en el cual cada clase aporta a la producción y recibe lo justo por su contribución? Una de las dos opciones es verdadera, no hay cabida aquí para el centro. Pero no se trata solamente de una idea, se trata de realidades muy distintas, de diferentes formas de organización de la propiedad y de la producción; el capitalismo se basa en el trabajo asalariado, el comunismo en su abolición.
En la política colombiana el debate está restringido principalmente a la escala derecha-centro-izquierda dentro del modo de producción capitalista, dado que no hay partidos ni movimientos políticos, con algún peso político, social y electoral, que promueva la superación del capitalismo y el paso al comunismo. Pero el fantasma siempre está presente y recorriendo el mundo. En columna reciente Santiago Montenegro señala que “en países como Chile y Colombia, por el contrario, si existen grupos políticos que, al denunciar el llamado neoliberalismo, quieren efectivamente acabar no solo con la economía de mercado, sino también con la democracia liberal”, que para él son sinónimos de capitalismo.
Gómez Buendía a diferencia de Enrique Santos Calderón hace un esfuerzo por aportar elementos conceptuales sobre el centro. Señala que “el centro no es la falta de carácter, no es el oportunismo, no es el no tomar partido. El centro es tomar partido, el partido más difícil y el único que, repito, hace posible la vida y el progreso en un país donde la gente tiene distintas identidades, distintos intereses y distintas opiniones”. Y continúa definiendo al centro:
El centro es el partido del juego limpio o el de la lealtad a las reglas del juego que fueron a su vez establecidas jugando limpiamente. Es la apuesta difícil y sencilla de creer que nada justifica la violencia política y nada justifica la dictadura de un hombre o de un partido. El centro es creer con vehemencia en el orden (la centroderecha) o creer en la equidad (la centroizquierda), pero antes de eso y aun a costa de eso es creer que nadie, ni yo mismo, debe acudir a la fuerza o a la trampa para hacer realidad sus propios ideales.
El centro es el partido de los adultos en sociedades donde la mayoría quiere creer en soluciones mágicas y en personajes redentores (un personaje, en nuestro caso, como Uribe… o como Petro, que ahora aspira a ser la encarnación del “otro” medio país).
Para Gómez Buendía se trata de principios, valores, ideas, creencias. No menciona para nada la organización de la sociedad ni por asomo hace referencia alguna al capitalismo. Su análisis no tiene vínculo alguno con la realidad material[4]. Quizá lo más preciso que dice en su artículo es que “el gran problema de Colombia es la debilidad intelectual…del centro”, sobre lo cual su artículo es un buen ejemplo.
Los extremistas del centro están muy bien ubicados y son firmes: su posición es defender el capitalismo con todas sus nefastas consecuencias. Su partido es el capitalismo.
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[1] https://losdanieles.com/enrique-santos-calderon/apologia-del-extremo-centro-bis/
[2] “Otros, los más entendidos, como Joseph Stiglitz, cuando hacen críticas al llamado neoliberalismo, asocian este término con un modelo económico que minimiza el papel del Estado en la economía y le deja toda la iniciativa al sector privado y al mercado y, dado que el mercado tiene fallas, argumentan que el Estado debe intervenir para corregirlas. Pero ni Stiglitz ni los mejores economistas jamás han planteado acabar el capitalismo ni con la economía de mercado”. Santiago Montenegro ¿Qué es el neoliberalismo? 6 de diciembre de 2020, https://www.elespectador.com/opinion/que-es-el-neoliberalismo/
[3] https://www.elespectador.com/opinion/y-que-diablos-es-el-centro/
[4] Cristina de la Torre se inscribe también en esta posición: “Todo el conservadurismo en acción contra el centro político que reclama paz, respeto a los derechos civiles y políticos, genuina democracia liberal en Estado de derecho, capitalismo social garantizado por un Estado que controla los abusos del mercado y redistribuye beneficios del desarrollo.” https://www.elespectador.com/opinion/el-centro-un-milagro/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: https://www.polodemocratico.net/
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