Juan Lozano está preocupado por las posibilidades electorales de Petro, aunque no lo mencione directamente en su artículo. Considera que su discurso antiempresa pone en riesgo a Colombia. Veamos sus planteamientos:
Afirma que la empresa privada es la base del desarrollo[2]. Aquí nos recuerda el artículo 333 de la Constitución Política, al cual considera “piedra angular de la sociedad colombiana, del desarrollo, del crecimiento, del progreso y de la generación de empleo”. Pero la empresa privada está en la mira de “aquellos admiradores y amigos de los regímenes de Cuba o Venezuela que pretenden que sean las entidades públicas, a punta de subsidios y de migajas de limosna adictiva para los votantes más vulnerables, las que jalonen el desarrollo nacional”. Se trata de modelos económicos en disputa.
Sostiene que hay una campaña en contra de la empresa privada: “se ha venido abriendo campo una peligrosa artillería orientada a socavar la iniciativa privada, la libre empresa, y la libre competencia, que pasa por volver pecaminoso el éxito empresarial, por satanizar a los empresarios que triunfan y por sembrar odios indiscriminados contra aquellos que a punta de esfuerzos logran sacar adelante sus emprendimientos y sus empresas”. Adicionalmente, “A punta de cabalgar sobre el populismo, el desprestigio generalizado de las instituciones, las mezquindades y la miopía de ciertas élites de la dirigencia política, a punta de sembrar odio entre la base popular y de engañar a los jóvenes con promesas impracticables, se valen de procesos electorales enrarecidos para llegar al poder y luego destruyen la base empresarial y la democracia”.
La encuesta de Invamer de febrero de 2021[3], muestra que “en medio de un desprestigio generalizado de las instituciones, no queda títere con cabeza y, como pocas veces en el historial de décadas de esta muestra, la clase empresarial colombiana aparece con una imagen desfavorable más alta que la imagen favorable.”
¿A qué se deben estos resultados de la encuesta? “Es que los discursos antiempresa están surtiendo efecto. Invisibilizan las contribuciones económicas, fiscales, laborales, ambientales y solidarias de los empresarios que le hacen bien a Colombia. No me gustan los políticos medias tintas que no se juegan a fondo con la defensa de la empresa privada responsable y no comparto las peroratas contra los empresarios en un país en el que más del 80% de las empresas pertenecen a microempresarios que quieren hacer patria”.
Pero, “La buena noticia es que Colombia tiene una base empresarial sólida, pujante, esperanzadora, emprendedora y patriótica que aún está a tiempo de defender con firmeza lo que ha construido y de impulsar la proyección de Colombia hacia mejores horizontes.”
La preocupación de Juan Lozano se dispara por los resultados de la encuesta de Invamer que indica que la mayoría de encuestados tienen una imagen desfavorable de la clase empresarial colombiana. Dado que se trata de una clase empresarial “sólida, pujante, esperanzadora, emprendedora y patriótica” no habría motivos para semejante resultado de la encuesta y la única explicación que se le ocurre a Juan Lozano es la campaña de desprestigio y satanización de la empresa privada, la libre empresa, y la libre competencia.
Lozano, sin embargo, no muestra evidencia alguna de las características de dicha campaña. No resulta comprensible que, con los medios de comunicación de propiedad de los grandes capitalistas, el gobierno al servicio de dichos grandes empresarios y buena parte de los periodistas servidores lambones de los ricos, pueda existir una campaña exitosa de desprestigio de la empresa privada. Por el contrario, si existe una campaña con recursos, es la campaña de destacar las virtudes patrióticas de nuestros grandes empresarios capitalistas. A Juan Lozano no se le ocurre pensar en ningún momento que dichos empresarios privados se enriquecen a costa de la gran mayoría y que quizá sean las enormes desigualdades en la riqueza y los ingresos lo que pueda estar generando descontento en algunos sectores de las clases trabajadoras.
Pero lo más destacable es que Juan Lozano no hace referencia en ningún momento al capitalismo, ni a las enormes diferencias entre los trabajadores asalariados y los capitalistas, comenzando por el hecho de que los primeros son una mercancía para los segundos. Lozano se escuda dentro de la categoría genérica de empresarios y reivindica la gran cantidad de microempresarios existentes, poniendo en el mismo saco a Luis Carlos Sarmiento, Julio Mario Santodomingo, Carlos Ardilla Lulle, etc., por una parte, y al tendero de la esquina o al propietario de un pequeño taller, por la otra. Además, repite hasta el cansancio la palabra libre: libre empresa, libre competencia, y la asocia con democracia. De este modo quienes se oponen a la empresa privada son enemigos de la democracia.
A Juan Lozano no se le ocurre pensar por un momento algunas cosas muy simples: ¿Son realmente libres los trabajadores? ¿Efectivamente hay libre competencia? El hecho de que sean los capitalistas quienes generan empleo es una obviedad; con la misma lógica se podría decir que los esclavistas generaban trabajo para los esclavos y que los señores feudales generaban trabajo para sus siervos. Los capitalistas no contratan trabajadores porque quieren hacer patria sino porque los necesitan que hagan el trabajo requerido para generar ganancias.
En una sociedad donde domina el modo de producción capitalista la dirección de la producción está en manos de los capitalistas. En este sentido son, efectivamente, los directores del proceso de producción y del desarrollo…capitalista, es decir de un modelo de desarrollo que se basa en la explotación de los trabajadores y en la enorme concentración de riqueza en las manos de unos pocos. Si los empresarios son tan patrióticos, y son la base del desarrollo, ¿por qué no generan más empleo? ¿por qué no pagan mejores salarios? ¿por qué se oponen a un aumento sustancial del salario mínimo? ¿por qué intentan suprimir beneficios que han conseguido los trabajadores?
Además, al interior de las empresas no hay democracia, no existe separación de poderes, los trabajadores no votan para elegir a sus directores o gerentes, los trabajadores no tienen voz ni voto en el reparto de las ganancias, deben someterse y obedecer son pena de ser despedidos. Los trabajadores pasan la mayor parte de su vida trabajando en empresas donde no se cumplen los principios democráticos. Los cuales, dicho sea de paso, tampoco se cumplen en la organización política del país.
La superficialidad de Juan Lozano puede ser resultado de la ignorancia. Quizá no ha tenido tiempo para estudiar qué es el capitalismo. Pero muy probablemente se trata de una decisión consciente de no investigar, de no aprender. Juan Lozano es un apologeta, quizá a sueldo, del capitalismo. Su interés fundamental es defender los intereses de los dueños del país. Es una ignorancia consciente.
Juan Lozano repite lo que piensan y dicen los empresarios. En esto se parece mucho a los economistas que dominan las facultades de economía y las instituciones públicas y privadas. Su teoría consiste en tratar de darle el sello de ciencia a las ideas que tienen los capitalistas sobre sus negocios. Juan Lozano utiliza por tanto la estrategia teórica de los defensores del capitalismo que consiste fundamentalmente en negarse a ver los rasgos fundamentales de este modo de producción y sus consecuencias para las clases trabajadoras.
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[1] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/juan-lozano/el-333-columna-de-juan-lozano-573386
[2] El artículo de la Constitución se refiere a la empresa como base del desarrollo, pero en el contexto se refiere a la empresa privada.
[3] https://noticias.caracoltv.com/colombia/claudia-lopez-pierde-nueve-puntos-de-aprobacion-resultados-de-encuesta-invamer
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: https://www.semana.com/
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