Y no han sido pocos los momentos en la historia de este país donde la juventud se ha tenido que lanzar a la calle obligando a cambios sustanciales en nuestra débil democracia, tan débil que pareciera que no existiera. Así que construirla en una urgencia después de tantos y tantos años de frente nacional, de guerrillas, de paramilitares, de mafias y narcotráfico que terminó permeando buena parte de la sociedad del país, todas siempre con base en las armas, en el miedo, que nos fueron llevando a los caminos que hoy se reconocen como nefastos. Un Estado que terminó cooptado por grupos ilegítimos de poder y unos gobiernos al servicio de intereses alejados del bien común. Esta, aunque nos lo hemos negado, no es otra cosa que una dictadura disfrazada de democracia.
Pero hay hitos que van marcando rupturas en este devenir, y el proceso de paz con la guerrilla de las FARC, independientemente de las críticas o reclamos para hacerle tanto a Santos, a Comunes, como a Duque, develó un país diferente, mostró otras problemáticas y quitó del medio a quien había servido de disculpa para mantener la situación de crisis y miedo. La pandemia del Covid-19 dejó aún más al descubierto no solo la desigualdad, la pobreza, las deficiencias estructurales, sino, y creo que ha sido lo que ha provocado una mayor indignación, la falta de empatía en un país donde la desigualdad tanto de ingresos (con un Gini del 0.54) como de propiedad de la tierra (0.92), nos debería causar vergüenza.
Entonces han sido las y los jóvenes quienes han dicho no más. Pero, otra cosa para mi asombro, aunque ya se había dado en los movimientos estudiantiles recientes y en el paro de noviembre y diciembre de 2019, no ha sido la juventud que ni estudia ni trabaja (los NINIS), tampoco los y las estudiantes de algunas universidades públicas, pues no, las movilizaciones han estado atestadas de jóvenes de todas las condiciones sociales, he visto marchar y parchar a jóvenes de estratos populares, pero también en los estratos medios y altos. Aunque las reivindicaciones no sean en todos los casos similares, ya entendieron que en la calle y sin miedo se construyen los nuevos senderos de democracia para el país.
“Pero de esto no se dan cuenta los viejos que se creen que nos representan”, me dijeron en una conversación algunos de mis estudiantes. Y razón tienen. Veamos algunos hechos:
- En país, también sus regiones, apenas se discuten documentos Conpes y de política pública local hacia la juventud, esto quiere decir que no hay claridades suficientes frente al que hacer con un segmento que representa el 21.8% del total de la población; con un rango en los departamentos entre el 19.1% y 27.8%.
- En las áreas rurales el 24.13% es población joven. El 4.98% de los y las jóvenes se reconocen como indígenas y el 7.18% se reconocen como Negro, mulato, afrodescendiente o afrocolombiano. Y las políticas diferenciales son escasas.
- A marzo de 2021 la tasa de desempleo juvenil fue del 23.9% para el total nacional (23 ciudades), con un rango departamental entre el 22.4% y 32.3%. Por sexo, 18,5% para los hombres y 31,3% para las mujeres.
- De acuerdo con el Dane, el 49.1% de la población joven está estudiando. En educación superior a 2019 la matrícula fue de 2.396.250 personas. Los cálculos de Ascun dan cuenta de una disminución al segundo semestre de 2020 del 11.3%, y una baja adicional para el primer semestre de 2021, dadas las dificultades económicas de las familias
- El 27.7% de las y los jóvenes son NINI, ni estudian ni trabajan
Este es un panorama nada alentador, es una situación complicada que, si bien ha tenido algunos programas particulares para atender requerimientos de estudio o trabajo, estos no han tenido una mayor incidencia debido a problemas estructurales, tales como: exigencia de experiencia laboral, un mercado laboral con alto desempleo que permite contratar a gente de experiencia; escasos conocimientos por bajos niveles de formación; dificultades para pagos de sostenimiento en el período de estudio (por esto medidas como matrícula cero en universidades públicas si ayudan pero no garantizan la permanencia); falta de cupos para acceder a la educación superior de carácter público.
Se requieren entonces medidas adicionales que tengan por propósito integrar a las y los jóvenes no solo a la educación o a los mercados formales de trabajo, sino a la vida política del país. Algunas ideas al respecto podrían ser:
- Cumplimiento de los aportes prometidos a las universidades públicas para solucionar problemas de déficit y de limitaciones infraestructurales.
- Ampliar los programas de acceso a la educación superior a través de convenios con las universidades privadas, con el fin de aprovechar sus infraestructuras, definiendo montos promedio de pagos de matrícula, trascendiendo las deficiencias de los programas ser pilo y generación E.
- Ampliación de cupos de sostenimiento para garantizar la permanencia en las universidades.
- Programas de prácticas como primer empleo financiados por el Estado (50%) y por la empresa receptora (50%), con período de tiempo de seis meses a un año y un pago de un salario mínimo. Estos estudiantes ya no recibirán auxilios de sostenimiento.
- Un año de desempeño laboral para quienes no pudieron hacer prácticas en las mismas condiciones de remuneración del punto anterior.
Los puntos 4 y 5 deben comprometer a las empresas privadas o instituciones públicas con cupos que superen los que hoy existen para practicantes del Sena e involucren a otros estudiantes o recién egresados de otros centros de educación superior.
- Fortalecimiento a programas de emprendimiento a través del acompañamiento directo basado en estrategias de innovación y desarrollo financiadas por capitales mixtos y la confluencia de cooperación internacional. Esto también implica movilizar las empresas en torno a planes padrino y acompañamientos estratégicos, tal y como se realiza en los países del Asia.
- Apoyos fiscales, técnicos, financieros y logísticos a los emprendimientos urbanos y rurales y a los grupos asociativos liderados por jóvenes y especialmente por mujeres.
- Programas estatales de empleo juvenil en el desarrollo de proyectos sociales, comunitarios, artísticos y culturales. En estos programas pueden estar los practicantes o beneficiarios del primer empleo.
- Programas de becas para estudios de posgrado que garanticen matrícula y sostenimiento, no solo como una forma de cualificación profesional sino de postergar la entrada al mundo laboral, tal cual y como se hace con estos tipos de programas en los países desarrollados.
- Promoción y fortalecimiento de los escenarios de participación y representación estudiantil en colegios y universidades tanto públicas como privadas.
- Generar espacios obligatorios de representación de la juventud en los organismos públicos a través de las distintas ramas del Estado y en los diferentes niveles territoriales, con equidad de género.
- Generar procesos de diseño de políticas públicas locales de juventud, estableciendo mesas temáticas de discusión y negociación con el liderazgo de las universidades y de los sectores educativos en general. Estas mesas deben de considerar participaciones por sexo, por etnias e involucrar a las poblaciones rurales en la construcción de las localidades como territorios de vida posible.
Las mesas temáticas para los acuerdos que bien podrían asumirse como cabildos locales de juventud, y las definiciones de políticas que emanen de ellos, seguro mostrarán otras alternativas que pueden pasar incluso por programas de accesos a vivienda, como los que se anunciaron, o incluso donde la posible implementación de una Renta Básica de espacio a otras medidas. Lo cierto es que el país político ya tendrá que mirar a la juventud con otros ojos, desde la perspectiva de la inclusión y al propio reconocimiento de sus ciudadanías. Este es otro de los logros que obtuvieron, la juventud no solo es gestora sino protagonista de la democracia en Colombia, y eso motiva las esperanzas a que seremos capaces de construir un mejor país.
Jaime Alberto Rendón Acevedo, Director Centro de Estudios e Investigaciones Rurales, Universidad de La Salle
Foto tomada de: El Espectador
Cómo siempre excelente artículo
Apreciado Jaime. Buena propuesta. Dicho está. Asistimos a un escenario jamás visto en Colombia, caracterizado por un cuerpo de policía mal preparado, mal informado y dirigido, incapaz de hacer inteligencia militar para enfrentar a los vándalos infiltrados, que se dedicó a disparar a matar y desaparecer a civiles inocentes, al igual que a infiltrar también las marchas para agravar el asunto, así como a invitar a civiles a salir armados a disparar contra sus semejantes delante, y protegidos por uniformados. Más grave aún, que existen videos donde la policía asume el comportamiento de vándalo, lanzando gases indiscriminadamente a niños y personas mayores, rompiendo vidrios e incendiando lugares para aumentar el caos. La situación es tan grave que algunos jóvenes armados con piedras y palos han reconocido la diferencia de dotación y al encontrarse de frente con el policía con una ametralladora, pistola y coraza protectora, le dicen “listo, máteme”, como queriendo decir, morir es igual que vivir en esta sociedad. Pero esto es apenas la punta del iceberg, es la coyuntura de los actos ocurridos en un mes que lleva el paro. Lo estructural es más fuerte, es inmensa la deuda social representada en desigualdad, desindustrialización, desempleo, dependencia internacional, incremento en la deuda pública, entre otras, causada por la corrupción, el despilfarro y saqueo de los recursos públicos desde hace 200 años, y que se agravó por dos cosas, primera, porque en las últimas tres décadas cuando algunos políticos y dirigentes se involucran en procesos de narcoparamilitarismo y son señalados de hacer masacres, desplazamientos forzados, asesinatos de estado y compra de votos para ocupar cargos públicos, con lo cual, incluyendo la administración de justicia, todas sus instituciones perdieron legitimidad y reconocimiento y, segunda, porque la juventud que sabe teclear bien en redes, se enteró de todo esto y emprendió el reclamo de justicia social y la búsqueda de la recuperación de la ética y la transparencia en los servidores públicos, privilegiar el bien común y vigilancia de lo público. El reclamo ha sido tan fuerte, que algunos de los responsables, o que se creen responsables, han iniciado una campaña de “pedir perdón a la juventud”. Por lo dicho antes, propongo agregar a las propuestas de Jaime, algunas soluciones fundamentadas en la atención a la primera infancia, rescatar los valores, cambiar el egoísmo por el altruismo, mejorar el modelo educativo, el de salud, hacer productivo el campo, fortalecer y multiplicar el SENA, no como un fortín político, sino para aprender a agregar valor a nuestras materias primas e implementar el modelo de sustitución de importaciones. Pero, lo urgente, parar el paro. Recuperar ya, a todos los jóvenes y que se sientan representados y escuchados en las mesas. Para este proceso se requiere ayuda internacional especializada.
HZ