Zuluaga y Duque comparten que están untados del escándalo de Odebrecht, y son fieles ejecutores de las ideas neoliberales y simpatizantes del nefasto modelo agrario que desde 1990 se viene consolidando en Colombia. Dice el candidato presidencial que viene con una propuesta novedosa para superar las crisis por las que atraviesa el país, las mismas que en gran medida son responsabilidad de la dirigencia de la secta llamada Centro Democrático (CD).
El órgano de difusión de dicha colectividad informa que ¨ ya sostuvo reuniones con el expresidente Álvaro Uribe y con algunos congresistas uribistas. Hasta ahora no lo ha hecho con el presidente Duque, una voz importante en las decisiones del partido. En las últimas semanas, el exministro de Hacienda ha recorrido las calles de Bogotá y Cali, epicentros del paro, el caos y el vandalismo¨.
El haber estado en el taller del viejo Geppetto le entrega algo de ventaja sobre los demás muñecos que buscarán llevar con total indignidad los hilos del poder que suelen instalarse en el reconocido lugar en donde se ensamblan marionetas desechables.
Zuluaga es un político sin carisma, asunto que le debe preocupar al titiritero de El Ubérrimo, pues sabe que se necesitará de una millonaria inversión en acciones de marketing político para superar esa insalvable condición de no tener gracia. Sus defensores salen a decir que el exministro de Hacienda es un técnico y no tanto un político. Justamente, el hacer parte de la tecnocracia neoliberal, lo más seguro es que su administración esté encaminada a seguir cumpliendo las recetas del FMI y las directrices del Banco Mundial con las que se busca acabar de profundizar el nefasto modelo agrario y, por supuesto, las medidas de ajuste fiscal, con miras no solo a recuperar la confianza inversionista que se perdió por el funesto manejo macroeconómico de Duque y de su equipo, sino a enfrentar, dócilmente, a las extorsivas calificadoras de riesgo.
Como Òscar Iván Zuluaga sabe que la imagen del CD viene en caída libre, sale a decir que trae propuestas novedosas. Sin duda, entra de manera temprana en el juego de los eufemismos y las propuestas gaseosas. Habrá que esperar a que le entregue al país el documento en el que explica de qué se trata cuando habla de propuestas.
Los escándalos de Odebrecht y el hacker Sepúlveda son dos fantasmas que lo perseguirán durante su carrera hacia la Casa de Nari. Se suma a lo anterior, que millones de colombianos, cansados del uribismo, lo que menos quieren es ver y escuchar a otro Iván como presidente, nominalmente hablando. El regreso de Zuluaga, sin embargo, es una buena noticia, pues confirma que la secta que opera como partido político, no tiene mucho que ofrecer, pues el país ya sabe del funcionamiento del taller de Geppetto. Y ese mismo país ya no quiere ver como presidente de la República a un muñeco que solo sirva para hacer aún más dichoso al titiritero paisa.
Germán Ayala Osorio, comunicador social-periodista y politólogo
Foto tomada de: Revista Semana
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