La encueta de marras que se realizó entre el 7 y el 9 de agosto, con un margen de error de 4.38 %, exploro intenciones de voto y percepciones ciudadanas relacionadas con la marcha del país destaca, una vez más, el alto grado de desconfianza en los dirigentes y las instituciones del país. Un 67.6% de los encuestados desaprueba la labor del presidente de la República y la forma como dirige el país. Un 76% considera que las cosas no van bien y que la corrupción es un cáncer que carcome las instituciones, es decir, la confianza de los ciudadanos.
Ante las próximas elecciones la pregunta que surge no es si la gente validará o no el rumbo de los últimos gobiernos sino quién asumirá el mando. Ya está visto que el reinado del Centro Democrático llegará a su fin Queda por saber si quien encabeza la intención de voto, el senador Gustavo Petro, líder de la oposición, mantendrá la ventaja que lleva sobre sus inmediatos seguidores. La historia de las últimas elecciones ha mostrado que quien ocupa el primer lugar en las encuestas meses antes de los comicios, no triunfa en la recta final. Las circunstancias, sin embargo, trazan derroteros distintos y la maldición no siempre se cumple.
El uribismo que ha gobernado el país durante los últimos veinte años está desgastado, contra la pared por los incontables casos de corrupción que estallan todos los días llenando de desconfianza las mentes de una población cansada de soportar la mezquindad, la arrogancia, la ineptitud y la voracidad de quienes con espíritu corporativo han tomado posesión del Estado.
Los datos que revela la encuesta de Invamer, aunque no definitivos, no dejan duda acerca de la ventaja de Gustavo Petro sobre sus rivales. Aunque comparada con la intención de voto expresada en abril, esta se ha reducido en 8 puntos pues bajó de 38.3 % a 30.2%, dobla el resultado de Sergio Fajardo, su inmediato contendor quien conserva una intención de voto que pasó de 15.9% a 14.5%..Las variaciones de los resultados de agosto con relación a abril, se explican, en parte, por la aparición o la consolidación de nuevas candidaturas como la de Rodolfo Hernández, el ex alcalde de Bucaramanga que conquistó un sorpresivo 11% y el fortalecimiento de Juan Manuel Galán que pasó de un modesto 4.4% a un nada despreciable 10% en la intención de voto en la primera vuelta. A partir de allí, los porcentajes de los demás posibles candidatos se sitúan por debajo de ese 10%.
No queda entonces duda de que si las elecciones fueran mañana los dos grandes contendores serían Petro y Fajardo quienes, en caso de enfrentarse directamente conservarían la misma posición: Petro obtendrá un 53% de la votación, frente a un 43% de Fajardo.
La encuesta también explora otras combinaciones que permiten conocer las preferencias de los electores de los distintos movimientos. Es así como se evidencia que la distancia entre Enrique Peñalosa, Alejandro Char y Federico Gutiérrez no es significativa y que en el Centro Democrático la mejor opción es, y de lejos, Oscar Iván Zuluaga frente a Rafael Nieto, María Fernanda Cabal y Paloma Valencia. El Partido de la U, desaparecido del mapa.
La encuesta revela otros datos importantes como la tremenda popularidad de Petro en la capital, en los estratos populares y la clase media, pero también en un 25% de los estratos superiores.
Desde luego, los datos de la encuesta deben ser tomados con mucha precaución, no solamente porque el día de las elecciones está todavía lejano, sino porque todo indica que la contienda se librará entre coaliciones y el panorama no se ha despejado. La derecha no ha dejado conocer sus cartas todavía, el centro es un sector nebuloso y el espectáculo que han brindado los verdes ha sido deprimente.
Lo único que la opinión pública percibe claramente es el deterioro de la situación y de las instituciones, lo cual permite augurar que si la situación económica no mejora, la mayoría que ha tenido que endeudarse para afrontar gastos cotidianos que antes podía solventar con sus ingresos habituales va optar por un cambio radical. Los últimos casos de corrupción como el protagonizado en el Ministerio de las Comunicaciones, la actuación aberrante de la Fiscalía, la arrogancia de Uribe en su trato a los Comisionados de la Comisión de la Verdad y su propuesta de amnistía general en un acto que vuelve a victimizar a quienes se les niegan sus derechos auguran una votación alimentada por el hartazgo y la indignación, un cambio de rumbo aupado por unos jóvenes dispuestos a romper su tradicional abstencionismo y a cambiar de dirigentes.
Rubén Sánchez David
Foto tomada: https://www.semana.com/
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