En Colombia, el líder del Centro Democrático, en caída libre su popularidad, y sus acólitos prefieren lucrarse de la “guerra de religiones.” Así “aceptó” hablar desde su finca en Llano Grande, en las goteras de Medellín, compitiendo con el presidente de la Comisión de la Verdad, en el recitado a voluntad de 61 puntos, 39 menos que los de su “programa democrático”, cuando obtuvo la primera de dos presidencias de Colombia.
Esta vez, él trata, más que nunca de cortarle las alas a la oposición civil, desarmada, a como dé lugar. Es la Oposición que nació con la Constitución de 1991, bajo la fórmula de la Alianza Democrática- M19, hace treinta años. Aquella confusión entre política y religión fue el fruto envenenado pero eficaz de una heredad en parte novohispana, con componentes jesuíticos y dominicos, la cual se resiste a morir.[1]
Es un periplo de varios siglos de prueba eficaz por las elites dominantes que han vestido diferentes formas, desde los conquistadores y sus autoridades coloniales, y luego con la independencia mediante la construcción de la dominación bajo la república señorial, sus crisis, hasta el establecimiento extemporáneo y contrahecho de un Estado social de derecho y su degeneramiento en un régimen parapresidencial, para librar la guerra contra la insurgencia subalterna, que condujo a la paz con las farc-Ep, que aceptó resolver los antagonismos por una vía democrática, con el resultado de producir dos corrientes disidentes.
Para la muestra de esta persistencia está el botón de la presencia del padre Francisco de Roux, un ilustrado jesuita, quien preside la Comisión de la Verdad apremiada por entregar resultados definitivos en noviembre de este año. Antes, este connotado intelectual, miembro de la elite vallecaucana, acreditó una disposición mediadora a toda prueba en medio del conflicto armado, cuando respondió por muchos años a la aclimatación de una paz en el Magdalena medio.
Allí la interlocución principal fue con campesinos y colonos para construir formas decentes y cooperadas de producción y reproducción de su existencia. Eso sí, bajo la mirada vigilante del ELN, en función de veeduría permanente, y convivencia pacífica relativa, con otras fuerzas insurgentes de menor presencia histórica.
En las dos semanas anteriores, la Comisión de la Verdad que el prelado orienta, puso ante la opinión pública nacional e internacional, a representantes de tres fuerzas que fueron protagónicas antes de los Acuerdos de paz, para rendir cuentas de sus actos ante casi 9 millones de víctimas a lo largo de medio siglo de historia de sangre, despojo, y desplazamiento.
Primero hablaron por separado, Salvatore Mancuso, desde la cárcel en EUA. Y Timochenko, en libertad, en su carácter de presidente de Comunes. Durante varias horas, con la escucha de 18 comisionados, resolvieron un cuestionario que había sido elaborado previamente.
Rodrigo Londoño, quien una vez pensó hacerse médico, recordó que a los 13 años entró a ser padre de la Juco. Tuvo como maestro de política a un carpintero, Miguel Tablas. Su condición de pobre y las realidades de su juventud lo persuadieron a hacerse parte de la guerrilla y ascender todos los escalones de una guerrilla con vocación de poder.
En particular, la prueba de fuego la vivió Timochenko, entre la 7ª y la 8ª Conferencia, cuando las Farc-Ep dicidieron salir de la resistencia y la autodefensa para preparar la ofensiva y la toma del poder. Claro, Timochenko se equivocó con ella, al tiempo que se jugó por la negociación de paz a través de varios episodios luctuoso que alcanzan hasta hoy, con una cifra cercana ya a los 300 excombatientes asesinados.
De otra parte, estuvo la voz del único sobreviviente de los jefes históricos de las AUC, Salvatore Mancuso, quien, ante todo, se esforzó por distinguir entre auto-defensas, como él se auto-califica, y paramilitares, quienes los antecedieron, y que estuvieron ligados con los grandes capos del narcotráfico, Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, y los que se federaron en el MAS, que denunció el procurador Jiménez Gómez fallecido en fecha reciente.
Mancuso sin pelos en la lengua trató de repartir culpas, responsabilizando al Estado por el genocidio contra la UP. Buscó justificar lo injustificable, las masacres contra la población civil en los territorios sometidos a su control y gobierno. Dijo que luego de poner a raya a las Farc-Ep en más de 150 municipios, las AUC tuvieron que ser gobierno y resolver la ecuación más territorio que Estado, que heredaron del abandono del gobierno central. En esa función reemplazaron a sus antecesores las Farc, y el Eln.
La vía por la que Mancuso llegó a ser el jefe político militar indiscutido de las AUC fueron las cooperativas de defensa, Convivir. Después fueron obteniendo el favor de los grandes propietarios, y la contribución financiera. Después, ante la tarea de ser gobierno, coparon las instituciones de salud, la educación superior, y los puestos de gobierno político, hasta contribuir en la elección de presidente. Para referirse sin nombrarlo a Álvaro Uribe Vélez.
El tercero en discordia
“El expresidente Uribe habló ante la Comisión de la Verdad, sin hablar desde el punto de vista de él, lo que es paradójico, llega sin llegar, pero reconoce que quienes estamos allí somos comisionados.” Francisco de Roux, ET, 18/08/2021, p. 1.3.
“No estoy de acuerdo con el delito político en las sociedades democráticas. Sin embargo, siempre defendí utilizarlo por igual frente a la base guerrillera y a la base paramilitar.” Álvaro Uribe Vèlez, exmandatario de Colombia, ET, 18/08/2021, p. 1.3.
A la siguiente semana, el trío protagónico en la guerra se completó con la presencia del exsenador, quién de restricciones iniciales terminó permitiendo que lo que se hablara desde su finca se comunicara al público en general, a través de las redes de El Espectador y El Tiempo. A lo cual se sumó también una conversación en privado y a puerta cerrada con Francisco de Roux.
Por más de 5 horas, el exsenador subjúdice sometió a los tres comisionados a sus reglas. Las que en todo caso no garantizaron que no montara en cólera, cuando una comisionada de la verdad se atrevía a hacerle preguntas, que él calificó de acusaciones; su hijo mayor no se restringió de intervenir para “defenderlo”. El bucólico paisaje con relinchos, ladridos y cantos de aves era la trasescena, donde el tinglado con mantel blanco proseguía con la prosapia de cura pregonero que reviste la oratoria del tercer interlocutor.
El gran anuncio, la bomba de tiempo que tenía reservada el dos veces presidente era, ni más ni menos, que hablar de una amnistía general, que lo cobijaría a él también, ad portas de ser juzgado en juicio ordinario, luego que abandonó el incómodo barco de la CSJ, que ha sido la talanquera del Estado de derecho, que ha parado las ambiciones dictatoriales plenas del “estado de opinión”, que anda de capa caída por estas calendas.
La justicia nacida de la Constitución de 1991 resultó ser el último obstáculo para impedir el retorno de la dictadura civil a plenitud. Una figura que buscó prevenir reglamentando los usos de la excepcionalidad en el Estado de derecho. Sin embargo, estos, a la vista de treinta años, no fueron suficientes porque se impuso en paralelo la excepcionalidad de hecho.
Bajo estas condiciones Colombia registró en pocos años 6.402 ejecuciones extrajudiciales acreditadas por la justicia de la JEP, sobre las cuales, Uribe ramoneó, y se excusó de nuevo sobre su fatídica frase de que los asesinados de Soacha no estarían recogiendo café.
De otra parte, se dio el “lujo” de exculpar a los oficiales de estos miles de asesinatos fuera de combates, y, en cambio, con descarada frescura, responsabilizar a los soldados, pretendiendo cobijarlos con la amnistía general. Uribe anticipó de manera paradójica, el anuncio hecho por el estado mayor Talibán, quien ayer anunció también una amnistía general. Dicho lo cual, Zabihulla Mujahid, el principal portavoz de la insurrección armada Taliban, coincidió con el exsenador Álvaro Uribe Vélez cabeza del bloque de la guerra en Colombia.
Presencia de la multitud subalterna y cuarteto de la guerra
“La guerra terminó. Hay una amnistía general, por lo que no habrá hostilidades.” Zabihulla Mujahid, portavoz Talibán, ET, 18/08/2021, p. 1.9.
Esta excepcionalidad impuesta en Colombia desde el gobierno de Ernesto Samper, a través de la práctica de la excepcionalidad de hecho, oculta tras las Convivir establecidas por decreto, es la respuesta a la multitud deliberante y en rebeldía en Colombia con disposición participativa instituyente.
Es sin duda un degeneramiento del Estado liberal de derecho que siguió a la crisis de la representación política mundial, cuando los gobiernos, empezando por el del presidente Charles De Gaulle, y la Italia de Aldo Moro y la Democracia Cristiana, y los Estados Unidos de Johnson y Nixon, no resistieron a las denuncias de los nuevos movimientos sociales, y a la acción de protesta y rebelión de jóvenes, mujeres, LGTB de los años 60 y 70.
Al respecto han escrito plumas famosas, y una de las más citadas ha sido Giorgio Agamben, autor de Estado de excepción, pero lo hicieron también Paolo Virno, y la pareja estelar de Toni Negri y Michael Hardt en su trilogía Imperio, en cuyo primer volumen se dieron a la tarea de explicarla.
De la orilla neocon, Samuel P. Hungtinton introdujo la noción de crisis de gobernabilidad, producida según él, por excesos de democracia, y alertó cuanto pudo en vida, para curar a los Estados Unidos y el mundo de los efectos nocivos de la tercera Ola.
Pues bien, Colombia es uno de esos laboratorios desde los años noventa, cuando se degeneró el hiperpresidencialismo neoliberal en un parapresidencialismo depredador. Fue una transición en la que se involucró el bipartidismo remozado de la Constitución de 1991, con la pareja, Samper/Pastrana, y se concluyó con la pareja del binomio presidencial que repitió turno, Álvaro Uribe Vélez, el hacedor de la guerra en profundidad contra la insurgencia subalterna, y el pacificador neoliberal, Juan Manuel Santos.
Este último, un Santos, en su comparecencia ante la Comisión de la Verdad derramó sentidas “lágrimas de cocodrilo” para expresar su verdad; por la cadena de bestialidades en que incurrió el establecimiento, con él incluido, porque nunca se bajó de ese barco de ignominia y crimen, que no fuera para ser el siguiente presidente. Engañó sí, en parte, a su gran padrino, el señor de las sombras, según decir de los periodistas Contreras y Guillén.
Pero las dos parejas, Mancuso/Londoño, y Uribe/Santos quedaron entrampadas bajo la lógica premoderna de la ecuación amigo/enemigo. Hacer el tránsito a la paz, a ensayar una lógica adversarial todavía no cuaja, porque el territorio en que se ensaya está sujeto al capitalismo financiero depredador que ahonda en la desigualdad y la exclusión social, antes y después de la pandemia.
Tal es el dilema presente
“La guerrilla tenía un propósito político de cambio socioeconómico, a lo cual respondí que todos al menos aparentan una doctrina, de cambio o de preservación, y finalmente todos interfieren en el normal desarrollo del Estado de Derecho…” Comentarios de Álvaro Uribe Vélez, ET, 18/08/2021.
“Como entidad, hacemos un seguimiento riguroso y permanente de la ejecución de los compromisos adquiridos por el Estado frente a la implementación de los seis puntos del acuerdo de paz. Margarita Cabello Blanco, procuradora, en ET, 18/08/2021, p. 1.3.
“Tenemos el marcador presupuestal, tenemos la planeación robusta para cada uno de los indicadores, estamos cambiando la vida de las etnias y de las mujeres.” Consejero Emilio José Archila, ET, 18/08/2021, p. 1.3.
Cuando está de frente la elección de un nuevo presidente y un congreso adecuado a las reformas, o un obstáculo para las mismas, si la errática oposición colombiana resuelve bien sus pleitos, con unas reglas del juego adecuadas o no.
A la vista en el entramado internacional, está un compañero de viaje, el Afganistán Talibán, que entró a controlar el orden impuesto por los Estados Unidos y la Otan. Ojalá la lección quede aprendida para un posible gobierno de la oposición en Colombia, y cómo se comporta el gobierno que preside el orden imperial del planeta.
Aquí y allá el interés está en ver cómo allí evolucionará la lógica premoderna amigo/enemigo con todas sus secuelas. Puede ayudar, aunque no lo creamos, al posconflicto y a la paz colombiana. Así como repasar los escritos de Chantal Mouffe en su libro El retorno de lo político.
En lo nacional, por lo pronto, la Procuradora Margarita Cabello se estrenó presentando ante el Congreso, el Tercer informe sobre el cumplimiento de los Acuerdos de paz, donde ni siquiera ella puede ocultar los incumplimientos. Aunque ella tenga que contrastar con el parte del Alto Consejero para la Estabilidad y la Consolidación, Emilio José Archila, quien abruma con la existencia y aplicación de un rosario de 500 indicadores que presentó ante aquella instancia.
Los dos grandes lunares, inocultables, tienen que ver con la paquidérmica marcha de la reforma rural pactada. Un 71 por ciento de has ingresadas al Fondo de Tierras, se concentran en apenas 15 municipios azotados, pero los que más han sufrido por la guerra son los que menos participación tienen en el Fondo hasta hoy. Para completar en el Fondo no hay tierra dispuesta para adjudicar a la mayoría de campesinos sin tierra, o con insuficiencia de la misma, para garantizar su congrua subsistencia.
El otro es el asesinato interrumpido de líderes sociales y excombatientes. Pero la Procuradora insiste en la urgencia de desmantelar las organizaciones criminales que sigue su tarea de exterminio a través de genocidio y gatilleros que “cazan” a lideresas, defensoras de derechos humanas yendo hasta sus casas en casi total impunidad. Por último, la exmagistrada Cabello reclama la implementación del Decreto 660 de 2018, que creó el Programa integral de Seguridad y Protección para Comunidades y Organizaciones en los Territorios. Tal es el panorama de Colombia en paisaje agreste y cínico del posconflicto, que pronto estará jugándose en las elecciones del 2022.
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[1] Doctos militantes e inquisidores, como lo recuerda el palacio de la Inquisición en Cartagena, para aconductar a naturales y negros en el mestizaje racista.
Miguel Angel Herrera Zgaib, PhD. Presidente IGS-Colombia. Director Grupo PyP, Unijus/Minciencias.
Foto tomada de: Confidencial Colombia
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