Para analizar mejor este evento conviene abordar, entre otros, cinco elementos que influyeron en su desarrollo y que fueron evidentes en las transmisiones en video hechas por las personas intervinientes: 1) ¿Quiénes interactúan? ¿Quiénes son las personas o instituciones que dialogan?; 2) ¿Dónde ocurre? ¿Cuál es el manejo del espacio?; 3) ¿Cuáles son los objetivos de los actores? ¿Se cumplieron?; 4) ¿Qué se dijo y qué se calló? ¿Cumple lo dicho con los criterios de verdad? (un análisis del discurso y del relato manejados en la reunión amerita un artículo aparte); y, 5) ¿Cómo se dijo? ¿Cómo se efectúa la transmisión del discurso y del relato?
Algunos de estos elementos serán brevemente abordados en este artículo para intentar describir qué sucedió y si fueron alcanzados los objetivos propuestos.
En el proceso llevado a cabo por ambas partes (la CEV y Uribe), se observó que, más que un diálogo, fue un ejercicio asimétrico de poder. Por un lado, una parte violenta, que en varias ocasiones defendió un discurso a los gritos, mientras desconocía e invisibilizaba a la parte con la que dialogaba o a la que intentaba imponerle su discurso (Uribe no reconoce la legitimidad de ninguna de las entidades derivadas del Acuerdo Final de Paz); y por otro lado, una parte que buscaba comprender el conflicto armado haciendo preguntas y exponiendo en su relato una visión del fenómeno y sus actores que propendía por el reconocimiento del interlocutor y el respeto mutuo.
En esta relación asimétrica, que se llevó a cabo en una de sus haciendas en Antioquia, Uribe manejó el espacio, lo dominó y fabricó el escenario. La puesta en escena se centraba en Uribe sentado en un lugar privilegiado y a mayor altura que el resto de intervinientes, frente a una mesa y con la cámara enfocándolo casi todo el tiempo e ignorando a los demás. Tanto así que el Comisionado Francisco De Roux debió solicitar, después de 36 minutos de transmisión, que la cámara también lo enfocara para salir en la imagen. La y los comisionados se encontraban sentados alrededor de Uribe en sillas cuyo diseño les dificultaba tomar nota y los ubicaba por debajo del expresidente. Uribe dominó el discurso, el espacio era suyo, manejó los tiempos, provocó y agredió a quienes representaban a la Comisión.
La transmisión en directo que contribuyó a la difusión del evento, también posibilitó que una de las partes la aprovechara para llevar a cabo una puesta en escena dotada de histrionismo y basada en un libreto o guía que constaba de 62 puntos que fueron publicados con antelación[1]. El discurso del exmandatario giró en torno a tres ejes fundamentales: primero, a la exaltación del yo (“Yo soy” y “yo he hecho”) encaminada a la construcción del personaje mítico o mesiánico; segundo, al ataque y descalificación violenta de sus interlocutores (y por lo tanto de sus posiciones y sus preguntas); y, tercero, a la defensa de su gestión como presidente y gobernador de Antioquia (en la que involucraba verdades a medias y mentiras evidentes sobre las que ya había escrito un libro)[2].
El expresidente no se arrepintió de ningún aspecto de su gestión y únicamente reconoció tres errores: el haber pedido que el Estado permitiera dotar de armas largas a las CONVIVIR[3], decir que las víctimas de los falsos positivos en Norte de Santander “no estarían recogiendo café” (según él llevado al engaño por la Fiscalía General de la Nación y por el Ejército) y el actuar de buena fe, pues por ello fue engañado también por los soldados que perpetraron falsos positivos en la masacre de Cajamarca. Aunque admitió que se trataba de un crimen de lesa humanidad, minimizó el fenómeno de los llamados falsos positivos, negó la existencia de normatividad estatal en torno al conteo de cuerpos como medida del éxito militar, negó la existencia de recompensas a militares por bajas, negó que la política de informantes hubiese favorecido la comisión de estos crímenes, negó el que los generales estuviesen involucrados en estos y culpó de su ejecución solo a los soldados, quienes, según sus palabras, cometieron los crímenes por incapacidad de discernimiento, falta de educación e incluso por un “comportamiento nato de desprecio por la vida”. Minimizó la gravedad de las interceptaciones ilegales contra la oposición, negó la existencia de asesinatos de líderes sociales bajo su gobierno, negó y minimizó la relación entre las fuerzas armadas y el paramilitarismo.
A petición de los comisionados, Uribe esbozó algunas propuestas para poner fin al conflicto armado y a sus consecuencias. Entre otras, la de reducir la burocracia estatal y su aparato, que las políticas sociales deben depender de la empresa privada y propuso solucionar el fenómeno del despojo de tierras brindando alternativas favorables a los llamados “terceros adquirientes” que compraron tierras a precios bajos a las víctimas de desplazamiento forzado y a quienes ahora el Estado les quieren quitar las tierras para regresarlas a los dueños originales. También propuso que la solución al fenómeno de los llamados falsos positivos es una mayor integración entre las fuerzas armadas y la comunidad mediante el fortalecimiento de la política de informantes, la cual garantizaría que la comunidad pueda vigilar de cerca las acciones de los militares, compartiendo la responsabilidad de los entes de control estatales.
Dijo, además, que los comisionados lo estaban acusando en lugar de buscar llegar a la verdad, pidió cariño, comprensión y amnistía general para los victimarios y perpetradores de crímenes de lesa humanidad y que sacaran a los militares de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
La posverdad como testimonio para la Comisión de la Verdad
Lo expresado por Uribe y la manera en que lo enunció puede configurar una distorsión de la realidad que cumple con los criterios característicos del fenómeno conocido como posverdad. La Real Academia Española define la posverdad como la “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad”[4].
La manera como el discurso o “su posverdad” fueron presentados por parte del exmandatario y su hijo Tomás fue violenta y estigmatizante en varios momentos, cargada de gritos, interrupciones, actitudes machistas y empleando un lenguaje soez[5] contra las personas de la CEV y especialmente contra la comisionada Lucía González. A la vez que en su discurso se definía como víctima, entre otras de estigmatización, y reconocía la estigmatización como preámbulo de asesinatos, estigmatizó a esta comisionada con apelativos como “sesgada” y “amiga de las FARC” mientras le gritaba junto con su hijo. Todo esto no fue impedimento para que la reunión continuase en aras de que la CEV pudiese recibir el testimonio de Uribe.
La intervención de Uribe estuvo caracterizada, entre otros elementos, por falta de arrepentimiento, la manipulación del interlocutor, la utilización de la mentira y el engaño como recurso, la autovictimización egoísta, falta de empatía hacia las víctimas del conflicto, la ausencia de reconocimiento de errores propios y en caso de reconocer alguno, lo justificó culpando a otros que se aprovecharon de su buena fe. En la presentación de su discurso fueron evidentes el egocentrismo, el narcisismo, un complejo de superioridad, el irrespeto para con sus interlocutores y actitudes propias de lo que se entiende como “psicopatía o sociopatía situacional”. Esta es una condición que se presenta cuando un individuo se comporta de modo cordial, respetuoso y considerado hacia algunos, pero hace alarde de crueldad, saña e inhumanidad hacia otros. Las víctimas de la sociopatía o psicopatía situacional por lo general son individuos o grupos a quienes el victimario reviste de un carácter antagónico de otredad, son consideradas por este como “inferiores”, “no merecedoras de respeto”, poseedoras de un estigma o “más débiles”. Esta victimización puede fundarse en factores tales como el género de la víctima, su clase social, raza, orientación sexual, condición social o convicciones políticas, entre otros.
Los elementos descritos, presentes en el actuar de Uribe durante la reunión, podrían configurar también, según la psicología[6], rasgos característicos de un perfil psicopático[7] o de Trastorno Antisocial de la Personalidad.
¿Objetivo cumplido?
Si el objetivo por parte de la CEV era solo recoger el testimonio de Uribe, este se cumplió. Si era llevar a cabo un diálogo para comprender el conflicto armado y recabar información de calidad que garantice su cese y la no repetición, resulta evidente que este objetivo no se logró.
El objetivo de la CEV como mecanismo fundamental del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición gira en torno a la búsqueda de comprensión del conflicto armado; busca dignificar a sus víctimas, develar la verdad e “identificar las responsabilidades colectivas del Estado, incluyendo del Gobierno y los demás poderes públicos, de las FARC-EP, de los paramilitares, así como de cualquier otro grupo, organización o institución, nacional o internacional, que haya tenido alguna participación en el conflicto…”[8]. Lo anterior con el fin de que cesen y no se repitan las atrocidades y crímenes de lesa humanidad derivados de las acciones de sus protagonistas, tanto estatales como civiles. La CEV lleva a cabo esta búsqueda de la verdad[9] apegándose a métodos de investigación rigurosos provenientes de las ciencias sociales y de la estadística.
Según la comisionada Lucía González, “No se avanzó en la explicación de los contextos explicativos que es lo que buscamos, saber cuáles son esas razones para que las cosas sucedan, ¿qué permite que sucedan los falsos positivos, ¿qué hay que transformar para que no vuelvan a suceder?”[10]. Según otro de los Comisionados, el padre Francisco José de Roux, presidente de la CEV, lo sucedido en la reunión fue calculado y programado, no fue espontaneo y nada de lo que sucedió se dio por mera coincidencia, Uribe hizo un show, actuó para el público y “cosas que puedan satisfacer a las víctimas dijo pocas”[11].
Uribe elaboró su relato apegado a un libreto, en gran parte del cual la verdad estuvo ausente, no respondió a cabalidad las preguntas de la CEV, reaccionó violentamente cuando los comisionados solicitaron que respondiera algunas preguntas y su presentación en poco o nada contribuyó al esclarecimiento de la verdad. Para Uribe esta fue una reunión informal en la que él no se reunía con la CEV sino con individuos a los que, según dijo, respeta como personas, ya que no reconoce la legitimidad de la CEV ni de las instituciones derivadas del Acuerdo Final de Paz. Dejó su testimonio plasmado en un discurso sobre cómo ve el mundo resumido en un libreto con 62 puntos y aprovechó su transmisión para actuar frente al público y cumplir con sus objetivos propios, que claramente no eran los buscados por la CEV.
Son precisamente esta clase de posiciones y actitudes por parte de los poderosos frente a la búsqueda de la verdad las que evidencian la importancia de la labor de cada una de las instituciones que conforman el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Una labor fundamental en la búsqueda de la verdad sobre el conflicto armado y en la garantía de su no repetición. Sin estas entidades, el conocimiento y acceso a la verdad sobre el conflicto armado colombiano serían obstaculizados y con ello se garantizaría la persistencia de las condiciones que continúan perpetuando la situación generalizada y sistemática de violaciones de derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario que ha caracterizado la historia de Colombia desde hace más de 70 años.
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[1] Álvaro Uribe Vélez. Guía para conversación con el Padre De Roux. Disponible en: https://elexpediente.co/guia-para-conversacion-con-el-padre-de-roux/
[2] Muchas de ellas plasmadas en su libro autobiográfico titulado “No hay causa perdida”.
[3] Cuyo papel fue fundamental para la expansión de los grupos paramilitares por todo el país y, según palabras del comandante paramilitar Salvatore Mancuso, “sirvieron de engranaje con la institucionalidad y las autodefensas ilegales”.
[4] Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Consultado en: https://dle.rae.es/posverdad
[5] Entre una de las interrupciones, Tomás Uribe afirmó: “Yo nunca diría comparto los principios de Pablo Escobar, ni de (Carlos) Castaño, ni de (Salvatore) Mancuso, ni de las Farc… ningún grupo terrorista, todos me saben a mierda”. Ante esto, Uribe le dijo con tono conciliador: “No Tomás, quieto hombre”.
[6] Manual Médico MSD para el profesional. Trastorno de la personalidad antisocial (TPA). Disponible en: https://www.msdmanuals.com/es-co/professional/trastornos-psiqui%C3%A1tricos/trastornos-de-la-personalidad/trastorno-de-la-personalidad-antisocial-tpa
[7] “El Psicópata, posee una personalidad, que sin llegar a ser una enfermedad mental, es anormal. Se la diagnostica, según el DSMIV (Manual de diagnóstico de Psiquiatría) dentro de los Trastornos de Personalidad, como un TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD. Dentro de esta categorización, podemos encontrar un amplio espectro y por lo tanto, grados diferentes de manifestación, desde “el criminal”, hasta una persona aparentemente integrada al entramado social, que trabaja, estudia, tiene hijos, familia. Pueden ser compañeros de trabajo, de estudio y esto los hace especialmente peligrosos ya que el otro, posible víctima, se encuentra más vulnerable porque no hay señales externas que alerten y permitan una actitud defensiva. La característica principal de estas personas es que tienen anestesia afectiva, no sienten culpa, por lo tanto, ellos no son los que sufren, pero sí las personas de su entorno. Las emociones que sí pueden sentir son cólera, ira o tristeza, cuando las cosas no son como ellos quieren”. Por CPC Centro de Psicología Clínica, Laboral y Forense. Argentina. Disponible en: http://www.cpcba.com.ar/personalidad_psicopatica.html
[8] Decreto 588 de 2017. “Por el cual se organiza la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la
Convivencia y la no Repetición”.
[9] La CEV contrastará la información que aporten las personas entrevistadas y los informes aportados con otras fuentes testimoniales y documentales. Establecerá hechos verificables y elaborará explicaciones que sean verídicas. Para la CEV la verdad “Es la reconstrucción de unos hechos, indagando en el pasado. En el marco de la justicia transicional, es una alternativa al castigo”. Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad CEV. Glosario. Disponible en: https://comisiondelaverdad.co/transparencia/informacion-de-interes/glosario/V
[10] Comisionada Lucía Gonzáles en entrevista para El Espectador. “No soy fariana y Uribe lo sabe porque me conoce”: Lucía González. Disponible en: “No soy fariana y Uribe lo sabe porque me conoce”: Lucía González | EL ESPECTADOR
[11] Francisco de Roux. Palabras Mayores. URIBE CONTRA LA VERDAD. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=fyRTc_E5xwk
Camilo Amador Bonilla Stucka
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