En perspectiva histórica, la frase de Pastrana oculta circunstancias contextuales que ojalá entregue en su relato. Y dentro de aquellas aparecen las siguientes: 1. la oposición o el no acompañamiento de los militares al proceso de diálogo que se abrió en la zona de distensión. 2. La existencia de una agenda inabordable que tocaba la estructura del régimen de poder, situación que invalidó de entrada cualquier posibilidad de negociación.3. El haber permitido que dentro de los 42 mil kilómetros despejados, emergiera el <<estado fariano>> dentro del Estado.
Del primero hay que decir que la cúpula y en general los miembros de las fuerzas militares, en particular el Ejército, se sintieron ultrajados al momento en el que Pastrana ordenó que saliera el último soldado de lo que sería la zona de distensión. Lo cierto es que no podría haber voluntad de paz real en ese gobierno al entregarle a las entonces Farc un amplio territorio, sin ninguna verificación internacional, para que hicieran lo que les diera la gana dentro de esa zona. Indisponer de esa manera a los militares, terminaba por legitimar la tesis de varios generales que de tiempo atrás insistían en que jamás se sentarían en una mesa de diálogo con el enemigo interno. Esa postura era contraria a lo dicho por miembros del Secretariado en el sentido en que lograr sentar frente a frente a los combatientes, legales e ilegales, era garantía de seriedad del proceso conducente a firmar la paz.
Haber pedido la intervención militar de los americanos a través del Plan Colombia no fue justamente una expresión de la voluntad de paz que hoy expone Pastrana ante la Comisión de la Verdad. En eso miente el hijo de Misael Pastrana Borrero.
En lo que hace referencia al segundo punto, los 12 puntos de la agenda de negociación jamás se abordó porque Pastrana en el fondo sabía del poco compromiso de actores claves del régimen político para asumir las transformaciones de fondo que venían atadas a varios de los puntos de esa agenda de paz. Por ejemplo, tocar a las fuerzas armadas era un punto no negociable, tal y como luego lo pondría Santos dentro de sus inamovibles, ya en el proceso de paz de La Habana. Creo más bien que entre el Secretariado de las Farc y Pastrana hubo un acuerdo tácito sobre la imposibilidad de discutir dicha agenda, pero insistieron con ella, para justificar la confluencia de los intereses de las dos partes, totalmente alejados de la voluntad de alcanzar la paz. Tanto el Secretariado fariano como el gobierno de Pastrana se usaron y jugaron a engañarse. Y conectado con el punto 3, hay que advertir sobre la arrogancia y la torpeza política de la dirigencia de la guerrilla, porque al final impidió que se avanzara en un proceso que solo llegó a ser de diálogo, pero jamás de real negociación. Y el pragmatismo de Pastrana le sirvió para borrar su error de entregar sin verificación internacional la zona de despeje, mostrándole al mundo que esa guerrilla no tenía voluntad de paz porque hizo en ese amplio territorio, literalmente, lo que le dio la gana. No vale la pena recordar los hechos que así lo confirman.
Así, la versión que hoy entrega el infantil Andrés Pastrana, deberá ser examinada con especial cuidado, porque hasta último momento insistirá el expresidente en que llegó a esa instancia con real voluntad de paz, cuando todos sabemos que la foto que se tomó con Manuel Marulanda Vélez respondió más a un acto electoral.
Germán Ayala Osorio, comunicador social-periodista y politólogo
Foto tomada de: https://grupobcc.com/
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