De eso habla el profesor de Urbanismo Joan Olmos Lloréns1 en su último libro, La reconquista del espacio público (Valencia, 2020), cuya finalidad ha sido que el lector compruebe si el espacio público de ciudades y pueblos es digno de quienes lo habitan o visitan. Con ello, pretende que la ciudadanía se implique en la recuperación de su uso mayoritariamente social, que es lo que le ha dado sentido desde su fundación.
Tanto el Prólogo como la Introducción nos dan una idea completa del contenido global del libro y, aunque la obra se centre en una ciudad costera mediterránea todavía «habitable», se puede aplicar a cualquier núcleo urbano del planeta con una cierta consistencia física. Asimismo, proyecta una mirada crítica en un modelo urbanístico que ya es hora de que cambie para mejor.
El autor ha puesto hincapié en las plazas y avenidas más importantes de la ciudad, ha reflexionado acerca de su evolución histórica y de lo que se debería entender como una urbe «paseable», ha criticado el exceso de calles sin árboles o la ausencia de niños jugando y se ha detenido en sus áreas emblemáticas para aprovecharlo en otras, ha reseñado la impronta que la democracia y la dictadura dejan en la urbe y ha concluido con un capítulo que actúa más como desiderátum que como realidad: Calles participadas, urbanismo sin género.
Finalmente, ha apuntado la ausencia en el libro de un capítulo que jamás se hubiese planteado si no hubiésemos padecido una pandemia como la actual: una ciudad vaciada. El título más adecuado hubiese sido: Espacio público en estado de shock, nombre, por cierto, de un artículo del mismo autor del libro.
Se trata, además, de una obra coral, porque hay una persona «invitada» a hablar en cada capítulo. Se trata de expertas que han reflexionado desde su especialidad acerca de lo que han conocido, vivido y amado y que apuntan soluciones adecuadas.
Según Joan Olmos, el «espacio público» comprende calles, plazas, parques y áreas cercanas a playas y ríos. No se trata, pues, ni del espacio vacío de la ciudad ni del «espacio entre los edificios». En definitiva, alude a los ámbitos más valiosos de las ciudades, aquellas que nos igualan a todos y que se erigen en nuestras segundas viviendas. No obvia tampoco aquellos espacios públicos difíciles de incluir en el ámbito de lo público, como son los centros comerciales o las calles de las zonas residenciales privadas.
Por otro lado, no se trata de una mera obra de «historia urbana» al uso, aunque haya utilizado imágenes antiguas de referencia para hacer reaccionar al lector ante las transformaciones sufridas que, muy a menudo, han conseguido empeorar su estado precedente. Es así como descubrimos la progresiva eliminación de arbolado, la reducción de aceras, la extensión de los aparcamientos a la calle y la construcción de rondas y autopistas urbanas. Al comparar imágenes de «antes y ahora», lleva a cabo una labor didáctica, pues muestra cómo fue y cómo se alteró o destruyó de manera incomprensible el espacio público. Afortunadamente, en algunas ocasiones, las fotografías antiguas nos muestran cómo deshacer camino para rehabilitar.
Para el autor, la ciudad debería ser el lugar donde vivimos todos juntos y el espacio de las oportunidades y los cuidados solidarios. Sin embargo, es sobre todo un espacio de exclusión, porque refleja la estructura del poder y segrega a las personas por su renta y posición social. No obstante, también es un espacio denso con variedad de actividades y personas. Como afirmaba Peter Watson2, «la ciudad es la cuna de la cultura, el lugar en el que nacieron la casi totalidad de nuestras ideas más preciadas».
Otro tema acerca del cual delibera Olmos es el urbanismo, cuya definición estará en función de sus «afectados»: juristas, gobernantes, profesionales, académicos… Se trata, igualmente, de una ciencia, una disciplina académica, un conjunto de normas legales, una herramienta para proyectar la ciudad y una parte de nuestra cultura.
En ocasiones, también de una maraña de normas elaboradas en un lenguaje extraño que aleja a la gente de la participación. Por ello, sería muy conveniente que este fuese asequible y se modificase la legislación para simplificarla. Asimismo, el doctor Olmos considera que no se debería dejar la gestión de las ciudades en manos tan solo de los urbanistas, puesto que un urbanismo integrador busca el compromiso de todo el público en la construcción de la ciudad, lo cual evitaría el control económico de la élite, la especulación y la mercantilización de calles y plazas.
El libro es fruto de cuarenta años de observación de lo que ocurre en las ciudades para intentar enseñar un urbanismo a su alumnado que les incite a la reflexión y la participación. El objetivo ha sido provocar en ellos una mirada crítica y autocrítica y, en la ciudadanía que lea su libro, una participación activa que presente batalla por la recuperación ambiental y social de la ciudad.
Con todo, el espacio público has sido y es todavía el gran olvidado de la ciudad, porque ha sido considerado un espacio vacío y porque el interés siempre ha recaído en el espacio construido que, a falta de atención, ha sido sutilmente privatizado. Además, y en paralelo con el interés por proteger el patrimonio construido, hemos infravalorado la crisis que ha afectado al espacio público, a nuestras calles y plazas. Sin embargo y según el autor, no debemos olvidar que el derecho a una residencia digna tiene que ir indisolublemente asociado al derecho a un espacio público de calidad.
En consecuencia, Joan Olmos nos recomienda una especie de «guía de paseo ciudadano» que nos permita mirar para ver y así ponernos a pensar, hablar, preguntar y analizar. Desgraciadamente, tecnologías actuales como el móvil, contribuyen a que no nos fijemos en nuestras ciudades, no solo en lo que de positivo hay en ellas sino también en lo poco grato.
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1 JOAN OLMOS I LLORENS (Massamagrell, Valencia, España, 1947) es Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Valencia. Ha sido profesor de Urbanismo de la misma universidad y, de 1983 a 1988, fue Director General de Obras Públicas de la Generalidad Valenciana. Ha participado en movimientos cívicos en defensa del medio ambiente y es miembro del colectivo TERRA CRÍTICA desde 2001. Además, es autor de numerosas publicaciones especializadas y artículos de opinión en prensa escrita.
2 Ideas, historia intelectual de la humanidad.
Pepa Úbeda
Foto tomada de: Twitter
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