Como su estilo no es resolver problemas sino negarlos, cada que habla ante la comunidad internacional hace el ridículo porque pregona lo contrario a lo que hace, así cuando dice estar comprometido en la lucha contra el cambio climático se entiende su propósito de deforestar la Amazonía y los páramos colombianos; su compromiso con la paz es la pretensión de destrozar un acuerdo de paz mediante la perfidia; su bandera de “legalidad” es patente de delincuencia a los compinches de su partido, y persecución judicial a los opositores; la transparencia es saqueo del erario, la democracia compraventa de fraudes electorales, la seguridad alianzas con la delincuencia… lo único sincero de Iván Duque es su gramática chocarrera.
Es sabido que para eso lo eligieron: Para que mintiera, para que incendiara el país, y para que saqueara las arcas nacionales. Y ha cumplido. Duque sería la anécdota de un defraudador más, si no fuera por lo asesino. Y por el daño que le ha ocasionado al país, no sólo por la demolición de sus precarias instituciones, sino por la entronización de la mafia como destino nacional, y no es una perorata opositora. En un estudio de dos años en los 193 países afiliados a Naciones Unidas, se hizo seguimiento al crimen organizado en el mundo, el cual evidenció que la mayoría de la población vive expuesta a la delincuencia.
La iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Trasnacional, GI-TOC por sus siglas en inglés, realizó este estudio y estableció el Índice Global de Delincuencia Organizada y Resiliencia en Estados Miembros de las Naciones Unidas, que mide dos factores, la criminalidad, en una escala de uno a diez, de menor a mayor crimen, y la resiliencia al crimen, o capacidad para reponerse al mismo, también en escala de uno a diez de menos a más resiliencia. Así como el Uribismo consiguió para Colombia el título del país más corrupto del mundo, o la mayor crisis humanitaria del hemisferio occidental, la peor gestión de la pandemia, entre otros pergaminos, en ese índice el país cafetero y cocainero ocupó el segundo lugar en el mundo como centro de operaciones del crimen trasnacional. De seguro el próximo año conseguirá el primer puesto.
El puntaje de criminalidad colombiano fue de 7,67, que lo hace el segundo entre 193 países, el primero entre 35 países de América, también el primero en los doce países de Suramérica.
En primer lugar, aborda la trata de personas. Resulta que Colombia es confluencia de operaciones de varias mafias. Unas destinadas a abastecer prostíbulos en todo el mundo, especialmente en Asía, y Centroamérica. También señala un movimiento considerable de redes de trata de humanos para surtir la prostitución de la capital, Bogotá. Destaca la explotación sexual dirigida a atender el turismo, así como la ciberprostitución que ya es famosa en el mundo. Si bien deja de lado la trata de personas en las ciudades intermedias, que no es de menor monta, o el turismo sexual en urbes regionales, evidencia una vocación prostibularia colombiana, y el sometimiento a bandas de proxenetas de una cantidad enorme de compatriotas.
Pero no se queda en los connacionales, dado que ciertas redes operan en la frontera con Venezuela, donde se trafica con migrantes de ese país, los que llegan a nutrir diversas formas de explotación y de esclavitud humana. Igual sucede con el contrabando de migrantes africanos, asiáticos, y antillanos, de paso a Estados Unidos. Desconoce el informe los colombianos que también son traficados en una migración que suma millones de personas. Esto se da merced a la articulación de mafias locales con las redes internacionales.
Indica el informe que el mercado de armas colombiano es grande debido al conflicto armado, y señala al ELN, Ejército de Liberación Nacional, como ejército insurgente. No toma en la cuenta a las disidencias de las FARC, y da por cierta la desmovilización del paramilitarismo, que fue una falacia, sin atender a que hoy los paramilitares son más numerosos que en 2002, cuando se inició ese proceso. Tampoco considera la proliferación de múltiples bandas delincuenciales urbanas, en un desarrollo que lleva más de cuarenta años de crecimiento. Teniendo en cuenta los faltantes, el mercado de armas en Colombia no es grande, es enorme. Con una particularidad, nunca han capturado a un gran traficante de armas en este país.
Si el podio de los negocios ilegales del mundo tiene el tráfico de armas, el de drogas y el de personas, en Colombia la minería ilegal desplazó a las drogas. Se calcula que el 80% de la producción aurífera es clandestina, dado que es fácil de legalizar deviene en mecanismo para el blanqueamiento de dineros. Todo ello con impacto devastador en el medio ambiente, al que hay que sumar que la mitad de la explotación maderera es ilegal, y lo ilegal está en manos de la mafia. También es fuente para el tráfico de especies animales, así como objeto de pesca ilegal, no declarada ni reglamentada en los mares.
Colombia produce el 75% de la cocaína del mundo. Con redes de distribución que articulan las mafias locales con las grandes estructuras del crimen internacional cubren todos los continentes, y avanzan en mercados latinoamericanos, donde este país ya figura como consumidor. Colombia también es centro de producción y consumo para el cannabis, segundo mercado después de la cocaína; igual es productor de heroína, en el sur del país. Se registra una incipiente producción y consumo de drogas sintéticas. No nombra el estudio el alcance político de estas mafias que han puesto varios presidentes.
Sobre los actores solo nombra a las antiguas FARC y al ELN, lo cual indica que el informe está construido con información del gobierno colombiano, siempre mendaz. Por lo cual ignora, deliberadamente, al paramilitarismo y a los grandes carteles de las drogas, subordinados a este, porque desde su falsa desmovilización alcanzaron el monopolio de todas las formas de ilegalidad, y de la mayoría de las informalidades. Falta por contar en el informe cómo la plata de la mafia compró la actual Presidencia de la República, de lo cual se podría deducir para quién gobierna Duque Uribe, porqué el hampa es tan fuerte, porqué la institucionalidad colombiana a más de ridícula es perversa, y porqué el colombiano está indefenso ante todas las formas del crimen.
José Darío Castrillón Orozco
Foto tomada de: El Tiempo
Cierto expresidente “eterno” debe andar de plácemes y urgido por preservar su engendro.
Muy buen articulo… Una excelente sustentación con las evidencias del informe.. Desolador panorama que da cuenta de la necesidad de una reconstrucción del país que sólo es posible con otro tipo de clase política diferente a las bacterias que actualmente nos gobiernan.
Escobar era un principiante al lado del titiritero….
Este artículo desnuda y pone en evidencia en manos de quién estamos. Y lo más triste, no va a pasar nada.
Toda esta situación se sabe. Aquí en Colombia lis gobernantes en su gran mayoría pertenecen a éstas mafias. Los jóvenes no tienen futuro y si logran estudiar no encuentran trabajo y si lo encuentran los sueldos son irrisorios y sin seguridad social. Los de la tercera edad estamos sin pensión a pesar de haberla pagado todo con el engaño y el saqueo de los fondos de pensiones.