Colombia es la “democracia más antigua de América”, dicen las oligarquías, pero este cliché no soporta un solo debate. Los partidos tradicionales que han gobernado en Colombia por 150 años, la tienen hoy como el tercer país más desigual del mundo; con un vergonzoso desplazamiento social de más de siete millones de colombianos y colombianas; su violencia ha causado desapariciones forzadas en más de 50 mil casos; y han asesinado por lo menos 5 candidatos presidenciales, tres de izquierda, y dos liberales. Colombia tiene la élite más asesina de América que en la década del 50 provocó más de 300 mil muertes luego del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán (Bogotazo), y recientemente causó más de 5 mil crímenes de estado, mal llamados falsos positivos. Colombia es de lejos un país antidemocrático, violento, desigual, por tanto no es la democracia más antigua de América.
Las FARC y el ELN son las guerrillas más antiguas de Nuestra América, es cierto, nacieron en 1964; una de ellas el Ejército de Liberación Nacional aún se mantiene en armas en todo el territorio nacional colombiano, la otra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, acaba de firmar un acuerdo con el gobierno nacional, en el que deja las armas para seguir su lucha desde el campo legal. Las razones que les dieron origen a ambas guerrillas se mantienen: exclusión y violencia política contra las organizaciones sociales y de izquierda, pobreza, corrupción, desempleo, desigualdad, centralismo, despojo territorial y desplazamiento campesino, indígena y de población afrodescendiente, falta de soberanía, entrega de los bienes naturales, entre otros. Por esas razones y debido a que no han logrado tomarse el poder por las armas ni ser derrotados por el Estado, desde hace décadas han intentado una solución política negociada al conflicto social, económico y armado. Para ellos y para el campo democrático y popular la paz no se limita a la desmovilización ni a la entrega de las armas de la insurgencia. La paz es un asunto de justicia social y ambiental.
Por esta razón las agendas de las dos insurgencias contienen aspectos sociales y políticos. Las FARC incluyeron el desarrollo agrario integral, la participación política, fin del conflicto, solución al problema de drogas ilícitas y las víctimas. El ELN por su parte, discutió por tres años y acordó con el gobierno una agenda con temas como la participación de la sociedad en la construcción de la paz, la democracia para la paz, las transformaciones para la paz, la justicia y las victimas (verdad, justicia y reparación), el fin del conflicto y la implementación. Las FARC llegaron a un acuerdo que involucra la dejación de sus armas, y su concentración que se implementa en este preciso momento; el ELN inicio la fase pública en Quito el 8 de febrero de 2017.
Antes que las insurgencias nacieran las comunidades y sus organizaciones sociales y populares lucharon en Colombia por tierra, por democracia, por igualdad, por empleo, por salud, por educación y vivienda, por soberanía; en su trasegar han padecido la exclusión y la desaparición física. Hoy continúan su lucha por el reconocimiento y por alcanzar a través de la movilización y la participación activa la construcción de un país con vida digna.
El papel de las organizaciones sociales en el proceso de paz con el ELN
En todos los procesos de paz las organizaciones sociales colombianas han tratado de poner a jugar sus reivindicaciones históricas, con mayor o menor éxito, y los últimos cinco años de los recientes procesos no son la excepción.
En abril de 2013 más de 20 mil personas de todos los rincones del país, afro, indígenas, campesinos y campesinas, jóvenes, entre otros, que se articulan en la organización social y política Congreso de Los Pueblos viajaron desde sus territorios hacia Bogotá a instalar el Congreso de Paz. Luego de una semana de trabajo mandataron primero: un movimiento por la paz de Colombia que articulara las iniciativas que en este sentido se impulsaban en Colombia; segundo una agenda de paz que se basaba en la paz territorial, la justicia social y ambiental; tres, desarrollar un gran dialogo nacional, y cuatro, para echar a andar esta propuesta una Mesa Social para la Paz, MSP.
La MSP, para poder desarrollar su mandato convocó a las más diversas organizaciones sociales y políticas, iglesias, mujeres, indígenas, afros, lgtbi, partidos políticos, entre otros, para impulsar la iniciativa, esta actividad se extendió por dos años y en noviembre de 2015 invitó al llamamiento nacional de la MSP, en cuyo evento se aprobó la conformación del comité de impulso de la MSP, CIMSP, compuesto por las 48 organizaciones nacionales e internacionales que asistieron en un numero de mil participantes. El Comité de impulso tiene el principal objetivo de desarrollar un gran dialogo nacional para desatar el más ambicioso proceso de participación para la construcción de la paz en Colombia. La MSP, será el escenario en donde la sociedad organizada debata y dispute el modelo de país que merecen los colombianos y las colombianas.
La MSP y los diálogos de Quito
La MSP, y su comité de impulso ha venido desarrollando su trabajo basado en dos principios: el de autonomía y el de complementariedad. A partir del primero las organizaciones sociales se mantienen independientes de la insurgencia y del gobierno a la hora de participar y disputar las propuestas que considera deben ponerse en el escenario de la lucha social y popular para transformar el país; tanto que la propuesta de participación de la MSP se desarrollará con o sin mesa de diálogos entre el gobierno y el ELN, ya que su iniciativa nació antes de que la agenda se acordara y permanecerá aun si fracasan estas negociaciones. Con base en el segundo principio, las propuestas de participación de la MSP complementarían los temas y debates que se desarrollen en la mesa de Quito, y en el proceso de implementación de los acuerdos de la Habana entre el gobierno y las FARC.
Es por esta razón que el trabajo central del CIMSP, en los últimos meses se dedicó a construir colectivamente una propuesta de mecanismos de participación y unos instrumentos para echarla a andar. Advirtiendo que esta propuesta sería presentada ante las partes en la mesa de Quito buscando llegar a un acuerdo político para que se pueda cumplir el objetivo de la participación vinculante.
Principales elementos de la propuesta
Son cuatro las fases que se han planteado a las delegaciones del ELN y del gobierno de manera informal. También a cientos de personas y organizaciones.
- La fase de ambientación: que a través del gran dialogo nacional con todas y todos genere un ambiente propicio para el proceso de paz, movilización y participación social. Esta fase ya se adelanta y en el camino convocará entre otras dinámicas una movilización en el mes de mayo de un millón de personas. Es importante reconocer que hay dinámicas territoriales, que hay espacios en los territorios donde se practican experiencias participativas autónomas que incluyen economía propia, cultura, autoridad, organización comunitaria en clave de construcción de paz y poder popular. Y esos escenarios concretos territoriales deben ser también reconocidos y protagónicos en este proceso de participación.
Se busca sin embargo consensuar con los demás sectores del bloque popular y el bloque oligárquico una propuesta metodológica y política de participación y de agenda. Estas se llevarían a la mesa de Quito para buscar un acuerdo político sobre la misma.
- La constitución de un acuerdo político que tiene que ver con el Gran Dialogo Nacional como la posibilidad de generar, acercamientos, acuerdos, diálogos, discusiones y consensos con muchos sectores de la sociedad aún en medio de la diversidad, la diferencia en perspectiva de los cambios y las transformaciones. Un acuerdo para desatar una participación social sin precedentes, que por lo tanto requiere recursos, metodología, sistematización, etc, para que sea vinculante y productiva.
Esta fase de acuerdo político tiene dos elementos que se pusieron a jugar en el lanzamiento de la MSP, en noviembre de 2016 y que contó con la presencia no solo de organizaciones del bloque popular sino de sectores políticos tradicionalmente contrarios a la paz, como el Centro Democrático.
– un pacto político por la participación.
– una agenda para la paz que contiene las problemáticas de las comunidades y los territorios que afectan al campo y la ciudad, temas como la política minero-energética, la política agraria, los derechos de la gente que no están siendo garantizados DESCA, y las luchas históricas contenidas en pliegos, planes de vida y acuerdos incumplidos durante años. Se trata de poner en discusión el modelo económico que el Estado se niega a tener en cuenta en las conversaciones.
- un tercer momento que es el escenario de deliberación y negociación, ahí se concreta el momento de la participación decisoria, protagónica y directa en este proceso, la participación debe ser vinculante, para que la sociedad colombiana se constituya como un sujeto político de la construcción de la paz.
Esta participación se materializaría en la construcción colectiva de mesas temáticas y territoriales; también en asambleas populares y cabildos abiertos, y en otras iniciativas que ya vienen caminando de manera autónoma con nombres diferentes pero que encierran un espíritu democrático. Este ejercicio debe provocar espacios de negociación que permita firmar acuerdos e implementarlos, en el mejor de los casos. Lo que no se pueda acordar debería llegar a la mesa de Quito. La paz debe debatirse en Colombia con las comunidades, con la sociedad, porque la paz es con transformaciones.
Las mesas de negociación serían por lo menos 14, más las que los procesos sociales autónomamente definan. Estas mesas se distribuirían de la siguiente manera: Mesa Laboral, con las centrales obreras y los sindicatos al frente, se desarrollaría en Barrancabermeja, cuna del movimiento obrero colombiano; La mesa Minero Energética, nacida del proceso de lucha de la USO y las comunidades asentadas en los territorios petroleros y minero energéticos, podría desarrollarse en Puerto Gaitán, principal productor de petróleo; La mesa por la democracia y las transformaciones, que se llevaría a cabo en la ciudad de Cali, en un escenario ofrecido por Monseñor Monsalve, Obispo católico que se la ha jugado por la paz; Una mesa por la salud, liderada por el movimiento más grande y activo en esta materia; una por la educación; una de mujeres que ya va andando a manera de cabildo nacional de mujeres; una mesa interétnica e intercultural en la que afros e indígenas seguirán luchando por sus derechos, en el norte del Cauca; una por los derechos de los campesinos y la tierra, en el departamento del Cesar. Entre otras, como la de derechos humanos y víctimas; una de jóvenes y ciudad; una ambiental, y una carcelaria que enfrente la crisis en esta materia.
- Un cuarto momento el tema de la implementación de los acuerdos, que la gente vea que lo que se va acordando se va implementando, se va desarrollando se va viendo en las comunidades, en los territorios. Que esos cambios y logros alcanzados se vayan desarrollando para que generen confianza en la sociedad y para que rompa con el paradigma universal de que esta etapa nunca resulta bien en ningún proceso.
La movilización sigue siendo ese elemento dinamizador de todo este ejercicio, y esta debe provocar la organización, la articulación del bloque popular y ojalá un proceso que sume al continente nuestro americano que ha visto en Colombia una suerte de bloque de contención de la democracia. La paz de Colombia debe ser la paz del continente.
Comité de Impulso Mesa Social para la Paz
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