No solo los capitalistas en su conjunto concentran la mayor parte de la riqueza y los ingresos con relación a los trabajadores, sino que al interior de los propios capitalistas una pequeña fracción concentra la mayor parte, por lo cual estudiosos como Garay y Espitia dividen en sus análisis entre los ricos (que son el 10%), los superricos (que son el 1%) y los supersuperricos (que son el 0,1%).
Esta es la situación concreta que caracteriza a la economía colombiana. Existe una tendencia en economistas, políticos y columnistas de opinión a considerar esta situación como un grave problema de la sociedad colombiana. Se juzga a la situación como injusta, intolerable, extrema, inaceptable, etc., etc., incluso por parte de presidentes y los propios capitalistas billonarios. La lista de adjetivos es larga. Se manifiesta profunda indignación y se invita a reducir la desigualdad. Pero rara vez se profundiza en las características de fondo de la desigualdad y en sus causas. Los análisis se quedan en la superficie.
Pero, además, la indignación se queda solamente en una denuncia impotente e hipócrita en muchos casos. Los partidos políticos que han dominado los gobiernos durante las últimas décadas no tienen la menor intención de cambiar dicha situación de fondo. Ni siquiera en el marco del sistema capitalista están dispuestos a adoptar las propuestas de personajes como Stiglitz o Piketty que les parecen demasiado izquierdistas, casi comunistas.
El gobierno de Duque, acompañado por la mayoría de los partidos tradicionales, hizo lo que han hecho usualmente los gobiernos en cuanto a reducción de la desigualdad: nada. Ni siquiera en el marco de la pandemia del Covid-19 y sus terribles impactos en cuanto a ingresos y empleo de los trabajadores, el gobierno hizo un mínimo esfuerzo por gravar las ganancias de los capitalistas, que dejaron de ganar un poco, pero continuaron ganando y acumulando riquezas.
La realidad de la desigualdad es totalmente contradictoria con la Constitución colombiana que establece en el artículo 13 que todas las personas nacen iguales y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades. La situación de desigualdad es una abierta violación de la Constitución: se trata de un estado de cosas inconstitucional manifiesto.
Pero esto le importa poco a los capitalistas y los partidos políticos dominantes favorables al capitalismo. Todos ellos saben que la Constitución es una ilusión, una esperanza que se escribe en un papel con el fin de engatusar a los trabajadores.
Para los trabajadores la situación de desigualdad es una tragedia. Se quedan con una parte menor de la torta que debe repartirse entre millones, lo cual conduce a niveles de vida miserables; aún con un parámetro tan bajo para medir la pobreza monetaria, el 42% de los colombianos no alcanza a obtener los ingresos requeridos para comprar la paupérrima canasta de bienes y servicios. Si se suman los pobres y vulnerables según la terminología del DANE y del DNP, el 72% de la población colombiana es pobre de solemnidad, tanto trabajadores asalariados como por cuenta propia.
Pero, infortunadamente, los trabajadores interpretan la realidad en la misma forma en que los capitalistas y sus voceros como el Banco Mundial, el Departamento Nacional de Planeación o la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Consideran que la desigualdad es un resultado de falta de oportunidades (de educación, de salud, de trabajo), del esfuerzo personal o incluso de la suerte, quedándose, de este modo, en un análisis superficial. Igualmente, piensan que la causa fundamental de la desigualdad se encuentra en el funcionamiento del Estado que no adopta medidas para redistribuir el ingreso. No profundizan en los rasgos esenciales de la economía capitalista. Tampoco lo hacen los partidos que aparentemente están a favor de los intereses de los trabajadores.
Es comprensible que los partidos favorables al capitalismo y a los capitalistas no propongan ninguna medida de fondo para disminuir las desigualdades. Quizá incluirán el asunto como una declaración formal sin objetivos precisos ni estrategias claras. El partido liberal, por ejemplo, no menciona en su declaración ideológica un compromiso de fondo con la reducción de la desigualdad, a pesar de auto declararse el partido del pueblo y como una coalición de matices de izquierda.
El partido más a la izquierda en el panorama político y electoral actual es la Colombia Humana y la coalición del Pacto Histórico. A la Colombia Humana los capitalistas y los partidos políticos tradicionales la tildan de izquierda radical e incluso de comunista. La ven como un peligro para la libre empresa. Gustavo Petro es presentado como un radical peligroso. Estas tonterías, útiles para el debate electoral, se repiten hasta el cansancio y son alentadas por la internacional anticomunista expresada recientemente en la carta de Madrid[1].
En la Carta de Madrid, firmada entre otras personalidades por María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín, distinguidas congresistas del Centro Democrático, se afirma que: “El avance del comunismo supone una seria amenaza para la prosperidad y el desarrollo de nuestras naciones, así como para las libertades y los derechos de nuestros compatriotas.”
Sin embargo, la “radical” Colombia Humana tampoco propone reformas de fondo para reducir la desigualdad en el marco del sistema capitalista. En su página web presenta un ejercicio de consulta para la construcción de su programa de gobierno[2], pero dentro de la estructura no incluye un objetivo general en cuanto a reducción de la desigualdad. No es uno de sus ejes estratégicos.
En lugar de una estrategia de reducción sustancial de las desigualdades se encuentra una titulada: Garantizar la igualdad de oportunidades, promover el desarrollo de capacidades y alcanzar la inclusión de todas las personas. Son casi los mismos términos utilizados por el Banco Mundial en su reciente informe sobre la desigualdad en Colombia. Los puntos en los cuales se divide esta estrategia son: derecho al trabajo, digno y decente; derecho a la educación; derecho a la salud; derecho a la vivienda; derecho a las culturas; derecho a la recreación y al deporte; y derecho a un ingreso mínimo vital. Este esquema es muy parecido al conjunto de propuestas del Banco Mundial y del Departamento Nacional de Planeación para reducir la desigualdad.
Con la información disponible hasta el momento, la Colombia Humana no tiene una propuesta radical de reducción de las desigualdades dentro del marco de la economía capitalista, y mucho menos una propuesta para la superación del capitalismo. Aun ganando las elecciones la Colombia Humana, la situación de desigualdad no va a cambiar.
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[1] https://fundaciondisenso.org/carta-de-madrid/
[2] https://colombiahumana.co/propuestas/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: La Opinión
Luis Gonzálezrubio Ibarra says
El gran capital siempre tiene que tener una enorme fuente de desempleados para seguir subsistiendo.la desigualdad seguirá persecula, hasta qué no haya un cambio del modelo económico.