Varios hechos así lo demuestran:
- Tanto el presidente Duque como la vicepresidente Ramírez, hacen grandes esfuerzos por relacionar la situación que se presenta entre Rusia y USA-UE alrededor de la problemática de Ucrania, con el conflicto que se vive en la frontera entre Venezuela y Colombia.
- En la reciente visita de la subsecretaria para asuntos políticos de los EE.UU., Victoria Nuland, se mostró preocupada por la presencia rusa en Venezuela y las repercusiones que podría tener esto en Colombia.
- Las extremas derechas continentales y globales han organizado un “Foro Internacional en Bogotá” para contrarrestar los avances de las fuerzas progresistas en América Latina, lo que ellos llaman la “amenaza comunista”. Vox (España), Kast (Chile), el hijo de Bolsonaro (Brasil), Keiko Fujimori (Perú) y otros personajes de ese perfil, encabezarán dicho encuentro el próximo fin de semana (18 y 19 de febrero de 2022).
Pero, además, a nivel interno de Colombia vienen ocurriendo otra serie de situaciones que van en esa dirección y que serán usados -más temprano que tarde- para tratar de “poner contra las cuerdas” al candidato presidencial del Pacto Histórico, Gustavo Petro.
Entre esas situaciones podemos destacar:
– El gobierno ha estimulado (por acción o por omisión) la violencia “para-guerrillera” (Eln, ex-farc, paras, delincuentes, etc.) en la frontera colombo-venezolana.
– Esa violencia ha sido permitida y estimulada por ambos gobiernos y los ejércitos corruptos de ambos países. Cada uno los utiliza a su manera.
– Ese “ambiente de guerra” en la frontera es utilizado desde el lado colombiano para magnificar la alianza geopolítica que el gobierno de Maduro tiene con Rusia.
– Desde el lado venezolano siempre han utilizado a los grupos paramilitares como supuestas “avanzadas del imperio” para derrocar al gobierno. Frente a las guerrillas, el gobierno venezolano ha sido incoherente dado que desde tiempos de Chávez se idealizaba a las Farc como supuestas fuerzas revolucionarias y bolivarianas[1].
– En ese entramado, las derechas colombianas y globales, intentan utilizar el “caso” de Piedad Córdoba, sus supuestas relaciones con Alex Saab y demás entuertos que le están sacando en la actualidad, para más adelante atacar a Petro.
– Igualmente, las derechas y el gobierno están trabajando fuertemente para tratar de dañar o enlodar las buenas relaciones que tiene Petro con importantes sectores de los demócratas estadounidenses.
Es claro que, para enfrentar esta ofensiva mediática, que va a ser mucho más sofisticada (y bien financiada) respecto de la que se hizo recientemente en Chile contra la candidatura de Gabriel Boric, se requiere una buena comprensión de la situación global (mundial).
El objetivo de esas “ultraderechas” es conseguir que la gente identifique a los movimientos progresistas que están en avance en Chile, Brasil, Honduras, México, etc., con los regímenes y gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, para inocular el miedo al “comunismo”, al “castro-chavismo” y sembrar la incertidumbre entre los votantes.
Ya lo hicieron con relativo éxito en España en contra de Podemos, intentaron hacerlo contra Boric -recientemente- en Chile y contra Xiomara en Honduras, pero fracasaron estruendosamente.
Es evidente que Petro tiene claro el tema. Recientemente, cuando el presidente Maduro calificó a otros dirigentes de izquierda suramericana de “cobardes” por no salir en defensa de su gobierno o cuestionar lo que ocurre en Nicaragua, el candidato del Pacto Histórico respondió en un tuiter lo siguiente:
No hay que caer en la trampa. Las derechas en su desespero intentarán organizar toda clase de montajes, guerras mediáticas, supuestas interferencias extranjeras, falsas financiaciones externas, etc., que deben ser desenmascaradas y derrotadas. Una por una.
No podrán impedir que la oleada democrática que vive Colombia después de salir de la “guerra degrada” que nos habían impuesto, se convierta en un auténtico gobierno popular y progresista que tiene como objetivo construir la “paz grande” y avanzar por nuevos caminos.
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[1] Las Farc fueron unas guerrillas de origen campesino surgidas en la década de los años 50 y 60s del siglo XX. A partir de 1982 cuando se prioriza la lucha militarista y se pierde su vínculo social, fueron instrumentalizadas por la oligarquía colombiana y el imperio estadounidense para legitimar la lucha contra el narcotráfico, despojar a millones de campesinos de sus tierras y desplazar a comunidades afros e indígenas de importantes áreas estratégicas. Cuando Chávez accede al gobierno (1998), no sabía que habían sido infiltradas por toda clase de fuerzas descompuestas (incluyendo las del imperio). Luego del proceso de paz que firmaron sus principales dirigentes en 2016, han salido a relucir desde diversos y complejos ámbitos, los intereses de diverso tipo que habían anidado en dichas fuerzas armadas. Las llamadas “disidencias” son muestra de ello. (Nota del Autor).
Fernando Dorado
Foto tomada de: Semana.com
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