Hace un año, el Banco Mundial al igual que muchos de los principales centros de investigación económica esperaban un crecimiento económico para Colombia alrededor del 5%. El reciente reporte del Dane muestra que la economía colombiana creció en 2021 el 10.6%. Este nivel de crecimiento económico no sólo superó ampliamente las expectativas, sino que ha sido el crecimiento más elevado en la historia desde que se tienen registros (desde 1926) (Gráfico 1).
No obstante lo anterior, la profundidad de la caída del PIB en 2020, año de la irrupción de la pandemia del covid-19 y de la adopción de las medidas más rigurosas de confinamiento y restricción a la interacción social, fue tal que se produjo una reducción sustancial en los niveles de PIB potencial cuando se comparan la trayectoria desde 2005 a diciembre de 2019 (antes de la pandemia) con la trayectoria desde 2005 a diciembre de 2021. Es decir, la mayor recesión observada en el país desde 1930 (el año de la Gran Depresión mundial) observada en 2020 (año de irrupción de la pandemia) ha reproducido unos impactos de carácter cuasi-estructural más allá del corto plazo, en especial de mediano plazo, en la economía colombiana. Ello a pesar de que las elevadas tasas de crecimiento real de la economía en el segundo (18.1%), tercer (13.5%) y cuarto (10.8%) trimestres de 2021 contribuyeron a reducir la brecha entre los niveles potenciales del PIB desde 2005 a antes de la pandemia (diciembre de 2019) y desde 2005 a diciembre de 2021 (Gráfico 2).
Si bien en 2019 ya se esperaba una reducción del PIB potencial en años futuros ya que el número de ocupados se había reducido en 192 mil personas, lo que llevó la tasa de ocupación de 58.7% en 2018 a 53.4% en 2019, y que el número de desocupados se redujo en 73 mil personas, colocando la tasa de desempleo 0.2 puntos porcentuales (p.p.) por debajo que en 2018 (9.7%). En efecto, el Marco Fiscal de Mediano Plazo de Minhacienda en 2020 llegaba a proyectar una desaceleración del PIB potencial:
“De igual manera, el deterioro de los indicadores de mercado laboral es consistente con un aumento en la brecha del producto. El aumento en la TD [tasa de desempleo] y la disminución en el número de ocupados van en línea con la caída de la fuerza laboral en la función de producción tipo Cobb-Douglas, lo que genera un menor crecimiento tanto en el PIB potencial como en el real, siendo este último el más afectado, y, por tanto, aumentando la brecha” (MFMP 2020. Pág. 61).
Es claro que el impacto de la pandemia en la economía en variables como el empleo y la inversión desacelero aún más la rebaja del PIB potencial, por lo cual se podría esperar una baja en el crecimiento del PIB potencial que se traía hasta 2019, a pesar del buen comportamiento de la economía en 2021. Cabe recordar, que en 2020 se perdieron un millones 352 mil puestos de trabajo, el número de desempleados aumentó en 907 mil personas, la tasa de ocupación se redujo en 4.1 puntos porcentuales y la tasa de desempleo aumentó 3.9 puntos con relación a 2019.
Los datos para 2021 presentan cierto alivio en relación con 2020: el número de puestos de trabajo recuperados fue de 185 mil, el número de personas desempleadas se redujo en 634 mil, la tasa de desempleo disminuyó en 2.4 p.p. y la de ocupación en 0.2 p.p.; sin embargo, ello implica la persistencia de una clara brecha respecto a 2019, antes de la pandemia. En empleo aún no se han recuperado un millón 167 mil puestos de trabajo, aún se tienen 273 mil desempleados más, la tasa de ocupación y la de desempleo son aún 4.3 y 1.5 p.p. inferiores a la de 2019, a pesar de un aumento en el nivel de inactividad.
No obstante el crecimiento del PIB del 10.6% en 2021, el número de personas ocupadas en 2021 fue de 21 millones 593 mil 857 personas, apenas un 0.86% más que en 2020, en tanto que el ingreso laboral pagado en el mes de diciembre de 2021 fue de 20.1 billones de pesos, un 6% más que en diciembre de 2020. Es decir, los ritmos de crecimiento del empleo y de los ingreso laborales fueron ostensiblemente inferiores al del PIB, implicando un crecimiento menos intensivo relativamente en empleo y con mayor precariedad laboral –el porcentaje de los ocupados con contrato cayó en 5 puntos porcentuales en el periodo en referencia–.
Además, el total de ocupados que dicen laborar en una empresa, negocio, finca o sitio de trabajo de hasta 5 trabajadores, fue de 15 millones 778 mil 807 en diciembre de 2021, un 73% de los ocupados[1], quienes reciben el 55% del ingreso laboral total y reportan el 70% de las horas trabajadas con remuneración en el país. Y su ingreso promedio correspondió al 45% del ingreso de los ocupados en firmas con un número de trabajadores mayor a 6 trabajadores. Estos mismos valores que resultan de los microdatos de la GEIH del DANE para el mes de diciembre de los años 2019 y 2020 son: 71, 51, 69, 41% y 72, 48, 68 y 36%, respectivamente. Este conjunto de informaciones muestra cómo uno de los problemas estructurales de los ocupados en Colombia es la precariedad laboral con la que trabajan.
Por el lado de la inversión, en 2020 se presentó un aumento del 533% de la variación de existencias, la cual se redujo apenas en un 20% en 2021, teniéndose aún un aumento del 407% respecto a 2019. Así pues, la contribución al crecimiento de la economía en 2021 se ha dado más por la variación de existencias que por la formación bruta de capital fijo.
En términos del PIB per cápita, en 2020 se presentó una reducción sustancial a tal punto que la diferencia respecto a 2019 fue del 8%, y que no obstante el rápido crecimiento del PIB en 2021 ésta todavía era superior en un 0.65%.
En este contexto, la brecha entre los niveles del PIB potencial en 2021 se encuentra entre el 5% y el 6% del PIB potencial que se estimaba en 2019, la cual se demoraría cerca de un quinquenio en superarse.
La brecha entre PIB potenciales resulta diferenciada por sectores, pues el efecto de la recesión económica por la pandemia no fue homogéneo sectorialmente, como a continuación se muestra en el Gráfico 1A en el Anexo.
Patrón sectorial
Los sectores con mayor caída relativa del PIB potencial son, en su orden, la construcción de edificaciones residenciales y no residenciales, actividades especializadas en la construcción edificaciones, construcción de carreteras, alojamiento y servicios de comida, transporte, comercio al por mayor y al por menor, industria manufacturera, suministro electricidad y otros, agropecuario, entre otros. Este comportamiento de la baja del PIB potencial guarda una cierta correspondencia con la evolución del empleo.
En efecto, del millón 167 mil puestos de trabajo que aún falta por recuperar a finales de 2021 respecto a finales de 2019, se encuentran vinculados principalmente con las actividades de comercio y reparación de vehículos (271 mil), actividades artísticas, entretenimiento recreación y otras actividades de servicios (240 mil), administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana (236 mil), alojamiento y servicios de comida (207 mil), industria manufacturera (196 mil), agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca (106 mil), muchas de ellas actividades intensivas en mano de obra con altos niveles de precariedad salarial y de seguridad social (Cuadro 1), razón por la cual se retrasa relativamente el cierre de la brecha del PIB potencial (Gráfico 2).
Entre las actividades con mayor incremento en número de puestos de trabajo durante 2021 y, por ende, con mayor celeridad en el avance del cierre de la brecha potencial, se encuentran: transporte y almacenamiento; construcción; actividades profesionales, científicas, técnicas y servicios administrativos; alojamiento y servicios de comida, y agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca. No obstante, en estas dos últimas actividades aún se presentan importantes pérdidas de puestos de trabajo respecto a los que había a finales de 2019: 207 mil y 106 mil, respectivamente, con el agravante de que estas actividades son responsables del 47% del número total de ocupados en el país.
Algunas de las principales características laborales de las actividades mencionadas son:
(i) en la actividad transporte y almacenamiento la remuneración promedio en 2021 fue del orden de los 858 mil pesos mensuales, superior en un 11% respecto a la de 2020. En promedio laboraron cerca de 50 horas a la semana. El 30% de los ocupados tiene contrato laboral y apenas el 28% cotiza actualmente a un fondo de pensiones.
(ii) en las actividades profesionales, científicas, técnicas y servicios administrativos la remuneración promedio en 2021 fue del orden de un millón 214 mil pesos al mes, superior en un 22% respecto a la de 2020. En promedio laboraron cerca de 37 horas a la semana. El 42% de los ocupados tiene contrato laboral y hasta el 51% cotiza actualmente a un fondo de pensiones.
(iii) en la actividad de alojamiento y servicios de comida la remuneración promedio en 2021 fue del orden de los 658 mil pesos al mes, superior en un 20% respecto a la de 2020. En promedio se laboró 40 horas a la semana. El 50% de los ocupados tiene contrato laboral y el sólo el 14% cotiza actualmente a un fondo de pensiones.
(iv) los ocupados en agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca en 2021 tuvieron una remuneración promedio de 597 mil pesos mensuales, un 12% más que la de 2020. En promedio laboraron 39 horas a la semana. El 32% de ellos tiene contrato laboral y un irrisorio 8% cotiza actualmente a un fondo de pensiones.
Por lo anterior, resulta evidente que muchos de los puestos de trabajo recuperados tienen bajos niveles salariales y altos niveles de precariedad laboral.
Ahora bien, en el caso de la industria manufacturera conviene desagregarla entre actividades con claras características diferenciales en términos de la brecha del PIB potencial como, entre otras, las de: (i) coquización, fabricación de productos de la refinación del petróleo y actividad de mezcla de combustibles; fabricación de sustancias y productos químicos; fabricación de productos farmacéuticos, sustancias químicas medicinales y productos botánicos de uso farmacéutico; fabricación de productos de caucho y de plástico; fabricación de otros productos minerales no metálicos (participan en su conjunto con el 35% del PIB industrial); (ii) elaboración de productos alimenticios; elaboración de bebidas; elaboración de productos de tabaco; (iii) fabricación de productos textiles; confección de prendas de vestir; curtido y recurtido de cueros; fabricación de calzado; fabricación de artículos de viaje, maletas, bolsos de mano y artículos similares, y fabricación de artículos de talabartería y guarnicionería; adobo y teñido de pieles.
Las mayores caídas del PIB potencial con la pandemia del covid-19 en la industria manufacturera se dieron en su orden en el tercer y primer grupos de actividades en referencia, y claramente en mucho menor medida en el segundo grupo, con el ingrediente adicional de que se diferencian en términos de el tamaño de personal ocupado, la remuneración mensual promedio y la formalidad laboral.
Es así como en ese primer grupo se ocuparon en 2021 cerca de 281 mil trabajadores, de los cuales el 81% cotiza a un fondo de pensiones y reciben asignaciones salariales promedio del orden de un millón 300 mil pesos mensuales.
A su vez, el segundo grupo de actividades observa una brecha del orden de 160 mil puestos de trabajo en 2021 respecto a 2020, así como un aumento de las remuneraciones laborales del 15%, llegando a un nivel mensual promedio de un millón 106 mil pesos. De ellos, el 84% tienen contrato laboral y hasta el 55% cotiza a un fondo de pensiones.
Por último, el tercer grupo de actividades en referencia ocupa 593 mil personas, de ellas el 55% tienen contrato y apenas el 29% cotiza a un fondo de pensiones. La asignación promedio mensual en 2021 fue de 733 mil pesos.
A su turno, entre otras actividades no manufactureras sobresalen las actividades financieras y de seguro que ocuparon 309 mil 554 personas en 2021, laborando con una remuneración mensual promedio de un millón 900 mil pesos. El 90% tiene contrato laboral y hasta el 84% cotiza a un fondo de pensiones.
A manera de conclusión reflexiva
Ante estas circunstancias, existen razones suficientes para afirmar la existencia de importantes diferencias en términos de intensidad de ocupación, precariedad y formalidad laboral de las actividades con menores caídas del PIB potencial con la pandemia del covid-19 y actividades que han promovido una mayor reactivación laboral (en número absoluto de ocupados) en 2021 en el país, siendo estas últimas en general más intensivas en ocupación, con relativamente menores niveles promedio tanto de remuneración como de formalidad laboral –y para al menos algunas de ellas, con mayores brechas salariales relativas según género–. Ello además del hecho de que algunas de las actividades con mayor crecimiento de su PIB en la etapa de reactivación macro iniciada en 2021 en el país, son relativamente intensivos en capital como, entre otros, la fabricación de productos y sustancias químicas y productos minerales no metálicos.
Y con la característica adicional de que si no se alterara el patrón sectorial de crecimiento observado en las últimas décadas la recuperación del nivel de empleo de finales de 2019 no implicaría una reducción de la precariedad e informalidad laboral prevaleciente, antes por el contrario si se quisiera impulsar un cierre de la brecha de los PIB potenciales a nivel sectorial sin simultáneamente asegurar mejoras en productividad y en los niveles de competencia en el mercado interno, puede conducir, por paradójico que pareciera al menos en un primer momento, a un agravamiento de la precarización e informalidad laboral, con el mantenimiento sino agudización de las brechas laborales según género y de los índices de desigualdad de ingresos laborales. Este escenario podría asimilarse a lo conocido en la literatura especializada como una especie de “crecimiento pauperizador relativo”.
Este escenario se agravaría aún más en la medida que prevalezcan niveles de inflación de precios de la canasta familiar, especialmente de los hogares de menores ingresos, como los observados en el año 2021 y comienzos del 2022.
Así, entonces, se requiere una decisiva política pública y una estrategia privada de activación y modernización productiva para: (i) promover la eficiencia productiva, el emprendimiento y la asociatividad, como requisito para renovar el patrón y las fuentes dinámicas de crecimiento, (ii) generar condiciones propicias para una mayor empleabilidad bajo mejores estándares laborales, una progresiva formalización de la unidades de producción y, entre otros propósitos, (iii) mejorar la distribución del ingreso y reducir los niveles de pobreza y exclusión social prevalecientes en el país.
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[1] El Dane en sus informes señala que “para la medición del empleo informal, se remite a la resolución 15ª CIET de la OIT de 1993 y a las recomendaciones del grupo de DELHI (grupo de expertos convocado por Naciones Unidas para la medición del fenómeno informal), donde se indica que “un trabajador se considera como informal si trabaja en un establecimiento de hasta cinco trabajadores, excluyendo los independientes que se dedican a su oficio y a los empleados del gobierno”.
Luis Jorge Garay Salamanca y Jorge Enrique Espitia Zamora
Foto tomada de: https://observatorio.desarrolloeconomico.gov.co/
Carlos Martínez says
1-El teletrabajo incorpora un mayor nivel de explotación?
2-Se ha incrementado el nivel de concentración de riqueza e ingresos.? pauperizacion laboral y acumulación concentrada?