Aunque lo que no concuerda es el mundo, a finales de 1991 la OTAN reconoció a dos provincias separatistas en Yugoeslavia, y cuando este país reaccionó militarmente, esa fuerza bombardeó su capital, Belgrado, sin autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; hoy Rusia reconoce a dos repúblicas que se independizan de Ucrania, referendo mediante, y ante el bombardeo de Kiev las tropas rusas apoyan a los separatistas, a eso llaman invasión. La demolición de Yugoeslavia, y su partición en siete republiquetas se autodenominó “intervención humanitaria”.
En este siglo, argumentando falacias, bombardearon y destruyeron a Irak, de paso sus reliquias arqueológicas; fue espectáculo televisivo el arrasamiento a bombazos de tierras bíblicas, y el exterminio de entre cien mil y seiscientos mil civiles; también saquearon las riquezas de la nación y sus pozos de petróleo; invadieron a Libia y lincharon a su presidente, convirtiendo a uno de los pueblos con mayor nivel de vida del mundo en una comunidad en edad de piedra, robaron su petróleo, y sus habitantes terminaron traficados como esclavos; luego fue Siria, donde de la nada fabricaron el llamado Estado Islámico, para escenificar una guerra civil ficticia y hacerse, desde ese país con toda la región, incluidos los pozos de petróleo. Gracias a la intervención militar de Rusia se contuvo el adefesio de Isis. El trasfondo es el petróleo. Su transporte es la motivación de acciones contra Afganistán y Yemen.
Estas guerras de norteamericanos apandillados con europeos han producido cerca de un millón de civiles asesinados, pero, llamándolos daños colaterales minimizan el genocidio, hasta han acuñado la expresión “bombardeo humanitario”. El carné de la OTAN resulta una patente para matar civiles.
Cuando Rusia envió tropas a la región de Donbass, donde están las repúblicas independentistas de Donetsk y Lugansk, y atacó objetivos militares de Ucrania, en esa misma semana Israel bombardeó a Palestina y a Damasco, Estados Unidos lo hizo en Somalia, y sus aliados árabes en Yemen. Aunque en todos estos bombardeos hubo civiles muertos, ningún medio masivo ha salido a denunciar esas agresiones, no hay movimientos internacionales pidiendo paz, ni se ha propuesto excluir a Estados Unidos e Israel de los juegos Olímpicos. De los 65 conflictos bélicos que están activos, incluido el de Colombia, sólo la actuación rusa es repudiada.
Tampoco se dispone de información confiable. La guerra de Ucrania, inició en 2014, cuando un golpe de Estado derroca al anterior gobierno y el poder es tomado por una facción de neonazis, que desatan procesos de xenofobia, de homofobia, y de exterminio racial. Sus métodos dicen más de ellos que cualquier tratado: Crucifican a sus víctimas, con clavo y cruz, y los queman en hogueras; llegaron a incinerar vivos a cincuenta jóvenes en una sede sindical, mientras que a un número cercano a cien los lincharon, desgarrando sus cuerpos, entre ellos una señora embarazada a la que le destrozaron el cráneo a golpes de tubo. Luego el presidente condecoró a quienes realizaron tal matanza. La mayoría de las víctimas civiles son de la región del Donbass, bombardeadas por el ejército ucraniano, las cifras oficiales calculan 14.000 en ocho años de guerra, sin contar a los que ha matado de hambre y de sed, porque ha dejado a un millón de habitantes sin agua. Capítulo especial es de las violaciones carnales que son masivas, han violado mujeres de todas las edades, incluso bebés de brazos en presencia de sus madres, las que también son abusadas. Tenían muchas razones las comunidades de Donetsk y Lugansk para pedir auxilio al ejército ruso, como han de tener razones los periodistas de la gran prensa para ocultar estos hechos, posiblemente ganan más por lo que callan que por lo que informan.
El régimen ruso no es una poma, pero mientras los rusos atacan objetivos militares, evitando dañar civiles, los ucranianos procuran exterminar civiles. Otra asimetría de la guerra, aunque el frente mediático pretenda vender al comediante nazi Zelenski como un patriota al frente de un pueblo resistiendo, la dictadura no tiene legitimidad, Kiev va a caer.
En el escenario se proyectan sombras de una guerra mundial, también de una confrontación nuclear, y el fin de la humanidad. Eso hace parte de las posibilidades, y la sensatez de los gobernantes viene en dosis tan precarias que cualquier disparate puede ocurrir.
Cuando Crimea se anexó al territorio ruso, también mediante referendo ganado con el 98% de los votos, hubo alharaca occidental y sanciones. Muchas compañías norteamericanas y europeas abandonaron Rusia, sus activos se depreciaron, y el gobierno ruso las compró como saldos. El ataque en Ucrania fue diseñado con sanciones incluidas, ya había dicho Putin “benditas las sanciones”. Se enumeran medidas económicas y futbolísticas, pero el suministro de petróleo y gas de Rusia a Europa no se ha interrumpido, fluye por un oleoducto que atraviesa por Ucrania, sin que a los ucranianos, por nazis que sean, les dé por volar el tubo, que Hunter Biden, hijo de Biden, sea directivo de Burisma Holdings, la mayor empresa privada de petróleo y gas, acaso explique algo. Claro está que tampoco se han suspendido los pagos, ni exportaciones de otros productos, incluido el trigo.
El mismo Zelenski dijo: “Me dejaron solo”. Mucho antes había sentenciado Henry Kissinger: “Ser enemigo de Estados Unidos es malo, ser amigo es peligroso”.
Es la apertura de una partida por la hegemonía en el planeta. Tras la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se acabó la bipolaridad política mundial, Estados Unidos, con complicidad de la OTAN quedaron amos del mundo: Burlaron cuantas veces quisieron a Naciones Unidas, violaron el derecho internacional humanitario, mataron, robaron, y se rehúsan a ser juzgados por sus crímenes. En el ajedrez geopolítico actual Estados Unidos dejó de ser la mayor potencia económica, ya lo es la China; también dejó de ser máxima potencia militar, hoy es Rusia. Hoy China apoya a Rusia, y la crisis convirtió a los países de la Unión Europea en repúblicas bananeras.
La OTAN venía cercando a Rusia con sus bases militares. Vladimir Putin calculó bien sus pasos, y desde hace varios años tomó iniciativa geopolítica, ahora se hace respetar y desafía la hegemonía de Estados Unidos. Se espera que el mundo salga del unilateralismo arbitrario, y cree un tribunal que juzgue los crímenes de EEUU, la OTAN, Israel, Rusia, y de quien tenga las manos ensangrentadas.
José Darío Castrillón Orozco
Foto tomada de: Colombia.com
María Berta Valencia Herrera says
Excelente artículo con una descripción de los hechos sin apasionamiento. La guerra siempre es inútil porque su final es el diálogo entre las partes con el apoyo de las otras naciones