Los resultados de la consulta
La victoria de Gustavo Petro en la consulta del Pacto Histórico, con 4.487.551 votos , mostro indiscutiblemente la fuerza que tiene este candidato en sus aspiraciones a la presidencia, pero, igualmente, catapultó a Francia Márquez (783.160 votos ) en el escenario político de la nación con una profunda carga simbólica y un mensaje claro que se manifiesta en torno al reconocimiento de las víctimas, la situación de las comunidades negras afrocolombianas, el potencial de las mujeres y los temas de derechos humanos y medio ambiente.
El triunfo de Federico Gutiérrez con 2.160.329 votos frente a los otros candidatos de la coalición Equipo por Colombia, termina por configurar, a la sombra del Uribismo y del partido Centro Democrático, la candidatura de la extrema derecha neopopulista, que recibe la adhesión pusilánime del burlado aspirante a la presidencia de la republica Oscar Iván Zuluaga, que resulta la primera de una serie de adhesiones que se irán sumando de los partidos tradicionales de derecha y, seguramente, de sectores del centro.
Alianza Verde-Centro Esperanza en la que se impuso las aspiraciones de Sergio Fajardo con apenas 723.084 votos, menos votos que los de Francia Márquez, muestra un raquítico resultado para competir y sumar votos a su favor en una primera vuelta, el precario respaldo recibido por el precandidato ganador en su departamento, en el que fue Alcalde de Medellín y Gobernador de Antioquia, es muestra contundente, de un cobro de cuentas por un discurso que se construye en el socavamiento de las propuestas de los demás candidatos.
En general como se muestra con suficiencia las consultas favorecen ampliamente la candidatura del Gustavo Petro a la presidencia, pero genera una situación tan evidente que seguramente las fuerzas de derecha y extrema derecha establecerán las alianzas y coaliciones que estén a su alcance, para tratar de repetir los desafortunado resultados de la elección presidencial del 2018 que colocó en el gobierno el representante del Uribismo y de ese discurso polarizador, de odio y de guerra que representa Iván Duque Márquez.
Los candidatos sus acumulados y sus opciones.
Terminadas las consultas y definidos los candidatos se construye el partidor para la carrera presidencial y comienzan a tomarse en consideración las opciones de cada uno, según los acumulados electorales mostrados o las expectativas creadas en las encuestas de intención de voto.
Gustavo Petro encabeza la lista de opcionados con un potencial electoral de partida estimado en 5.573.894 votos que son lo que sumó el Pacto Histórico en la consulta. Lo sigue Federico Gutiérrez, con un acumulado de 3. 987.120 votos que sumó la consulta de Equipo por Colombia y se coloca de tercero Sergio Fajardo con 2.158.575 votos que fue lo que logró sumar la coalición Partido Verde- Centro Esperanza. Estas tres fuerzas son indiscutiblemente las más opcionados y quieres dedicaran mayor esfuerzo a sumar votos con otras fuerzas y candidatos.
Rodolfo Hernández por el movimiento Lógica, Ética y Estética, Ingrid Betancourt por el partido Oxigeno, Luis Pérez Gutiérrez, un cuestionado dirigente antioqueño del partido Liberal; John Milton Rodríguez González del partido Colombia Justa y Libres, Gilberto Murillo del partido Colombia Renaciente y Enrique Gómez Martínez del Partido De Salvación Nacional, no han sido aún contados electoralmente y exceptuando a Rodolfo Hernández, pocas opciones les dan las respectivas encuestas. Seguramente muchos de ellos terminaran sumando a una u otra parte.
Si nos movemos en el marco de estos acumulados y reconocimientos y, tomamos en consideración la gestión que comenzaran a desarrollar los distintos aspirantes a la presidencia de la república, seguramente con facilidad llegamos a la conclusión que la gran disputa estará entre Gustavo Petro y las fuerzas que logre sumar y, Federico Gutiérrez, que puede convocar fácilmente sectores de la derecha tradicional y la extrema derecha. La confrontación como ya se ha señalado es entre un progresismo liberal preocupado por los problemas sociales, ambientales y la construcción de un escenario de paz y reconciliación y una derecha populista y neofascista preocupada por la conservación de los privilegios y el mantenimiento de un particular modelo de desarrollo neoliberal espoliador de las clases medias y populares, en asalto permanente de los recursos públicos a través de corrupción estructural que administran sin pudor ni vergüenza.
Una gobernabilidad por construirse.
Los resultados de senado y cámara, sin que representen grandes y significativos cambios, dejo un escenario congregacional bastante polarizado. El país político sigue en manos de todas las gamas de la derecha y pese a los esfuerzos que se realizan desde los sectores democráticos y progresistas, aun la correlación de fuerzas en términos de gobernabilidad está en manos de la extrema derecha.
Las fuerzas democrática, apenas suman las curules del Pacto Histórico(16), La alianza verde- Centro Esperanza(14), si es que se unen a la cruzada del cambio, las curules de las comunidades indígenas de MAIS (1) y AICO (1) y, seguramente, la curules del partido de los Comunes (5), sectores al que providencialmente podría unirse el Partido Liberal (15) para un total de 52 curules, contra 55 de la derecha o 56, si pierde Federico Gutiérrez y va como jefe de oposición al senado de la republica o 53 de la oposición democrática si pierde Petro y va al senado como ocurrió en el 2018. Estas sumas son muy inciertas porque la tendencia de los partidos tradicionales una vez se ha definido la figura presidencial buscara acomodarse en el nuevo gobierno y para ello cuentan las prebendas que puedan recibir. Sin embargo, en un escenario de polarización extrema, la correlación no es favorable para el progresismo.
Es importante reconocer que el Partido Liberal quedo en una situación privilegiada en materia de capacidad de incidencia y decisión, es una especie de novia fea que es necesario llevar a la fiesta para que se pueda dar de manera exitosa. Ese partido en manos de Cesar Gaviria es un peligro y una necesidad en términos de apoyos definitorios. Así están las cosas.
Abstención, voto en blanco, votos nulos y fraude.
El sistema electoral colombiano esta cargado de problemas estructurales como la marcada abstención electoral, el mercado de votos y el fraude institucional, ese que se construye con la vieja afirmación del que escruta elige.
No son pocas las demandas por fraude electoral que existen en distintas partes del país y ese fenómeno no dejo de expresarse en las pasadas elecciones del 13 de marzo. De manera absolutamente inconcebible no aparecieron votos del Pacto Histórico en casi el 25% del total de las mesas instaladas, esto es algo mas de 29.500 mesas; se contó el logo y el numero como votos, esto es se duplicaron los votos de algunos candidatos a Senado y Cámara en prácticas irregulares de conteo, se abrió un modelo de compra de votos en distintas regiones del país y se utilizaron distintos mecanismos coercitivos para forzar la intencionalidad del voto ciudadano. Fraude y corrupción rampante que degrada las seguridades del sistema democrático colombiano.
Del total de votos (17.530.841) hubo 1.037.812 votos en blanco y 841.639 votos nulos, esto es 1.879,451 que no decidieron nada y solo fueron a las urnas por su certificado electoral. En términos reales solo participaron de manera efectiva en la elección de senadores y representantes 15. 288. 502 electores.
La abstención estuvo por el orden del 54.7% de la población en capacidad de hacer efectivo el derecho al voto (38.621.981), esto es que más o menos 21.000.000, de esos 38 millones no fue a las urnas. Esa población debe ser objeto de una vigorosa campaña de educación política y pedagogía electoral porque padece de la enfermedad que nos heredo el frente Nacional: El abstencionismo estructural.
Y donde están los Jóvenes…
Gran parte de las expectativas de cambio que reclama el país se debe a las jornadas de protesta de los tres años anteriores (2019-2021) lideradas por jóvenes universitarios y de los sectores populares llamando la atención de la crítica situación que vive la sociedad colombiana en términos de hambre, pobreza, desempleo y violencia.
Esos jóvenes que formaron las primeras líneas y despertaron la solidaridad y la admiración de amplios sectores de la sociedad y, que fueron víctimas de una persecución criminal por parte de la institucionalidad, no se vieron reflejados en las elecciones para congreso, ni en las consultas interpartidistas. Si este país quiere cambiar, los jóvenes tienen que volcarse a las urnas a arrebatarle de manera multitudinaria el poder a quienes los han perseguido y sumido en el abandono, la pobreza y la falta de oportunidades. Tienen que inscribir sus cedulas y seguir el ejemplo de la juventud chilena que de las calles y las barricadas paso al ejercicio del poder político del Estado.
A manera de reflexión final
No es fácil que el progresismo llegue al poder en la primera vuelta, sino suma todo el potencial electoral a fin y, esto tiene que ver con las posibilidades persuadir a fuerzas del centro y la derecha de acompañar este proyecto que se mueve entre ideas progresistas y reformas liberales pendientes.
Si el Pacto Histórico quiere llegar al poder, necesita de algo más de 12 millones de votos y va por un poco más de la mitad, luchando contra una campaña miserable, tramposa y llena de mentiras y odio impulsada por la extrema derecha neopopulista y fascista que se expresara en toda su saña en las próximas diez semanas, antes del 29 de mayo, fecha en la que se realizara la primera vuelta.
Lo ideal sería que el Pacto Histórico, el Centro Esperanza, el Partido Liberal, las fuerzas de los partidos democráticos como Fuerza Ciudadana, el Nuevo Liberalismo, Estamos Listas Colombia, entre otras fuerzas que quieran hacerse participes de esta ruta democrática de cambios necesarios y de refundación de las prácticas políticas e institucionales se sumaran.
A las fuerzas políticas hay necesidad de sumar el movimiento social, las comunidades negras e indígenas, el movimiento campesino, las mujeres, los ambientalistas, los defensores y defensoras de derechos humanos, pero, sobre todo, una juventud vigorosa dispuesta a apostarle a un futuro mejor. Los jóvenes deben cobrar en las urnas la persecución, judicialización y criminalización a la que fueron sometidos por soñar un mejor país.
Carlos Medina Gallego, Docente Investigador, Universidad Nacional de Colombia.
Foto tomada de: Semana.com
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