¿Por qué dice tantas tonterías? ¿Por qué se queda en puras obviedades? Según su hoja de vida[2], Marcela Meléndez es una persona muy capaz, ha ocupado puestos importantes y es autora de numerosos escritos.
Una lectura detallada de su columna nos puede dar pistas sobre por qué una persona tan capaz escribe cosas tan insustanciales.
Su análisis de la realidad económica y social se queda en las manifestaciones superficiales y evidentes sin un mínimo esfuerzo por entender lo que realmente hay detrás. Aunque afirma que “Abordar lo que está detrás de la forma como se organiza el trabajo en nuestros países es esencial para entrar en una senda de crecimiento sostenible y mejorar la calidad de vida de la gente”, realmente no aborda lo que está detrás. Se queda solamente en la parte de adelante, en el mostrador.
Señala que “La fuerza de trabajo en la región se encuentra desproporcionadamente concentrada en el autoempleo y en negocios muy pequeños, de menos de 5 trabajadores”. Pero en el artículo no hay ningún esfuerzo por explicar por qué se da esta situación. ¿Por qué millones de colombianos se dedican a trabajos por cuenta propia de muy baja productividad? ¿Por qué el trabajo de millones de personas está organizado de esta manera? La columnista no responde estas preguntas seriamente.
A continuación señala que “esto se ha normalizado, pero es atípico y poco saludable”. Sin embargo, en la experiencia colombiana y latinoamericana es algo típico, ha sido así durante décadas. Volvemos a la pregunta anterior: ¿por qué?
Aparentemente esboza una respuesta: “Está asociado con baja probabilidad de adquisición de habilidades en el trabajo, bajos ingresos y desprotección a nivel individual, así como con desigualdad y bajas tasas de crecimiento económico a nivel agregado”.
La manera de exponer el asunto no es muy clara. Vamos por partes. La concentración de la fuerza de trabajo en el autoempleo y en negocios muy pequeños, está asociada con baja probabilidad de adquisición de habilidades en el trabajo; ¿es esto una causa de la situación o una consecuencia? Parece más una consecuencia.
Está asociada con bajos ingresos: esta parece ser una consecuencia, que nos lleva a otra pregunta que Marcela no se hace y no responde: ¿por qué estos trabajadores tienen bajos ingresos?
Está asociada con desigualdad a nivel agregado: ¿Qué significa esto? Que la desigualdad es consecuencia de que la mayoría de la fuerza de trabajo sea autoempleada o trabaje en empresas muy pequeñas? ¿Cuál desigualdad, la desigualdad de ingresos o de propiedad de medios de producción? O ¿no será más bien que la desigualdad en la distribución de la propiedad y la riqueza conduce a que una buena proporción de la población tenga ese tipo de trabajo?
Está asociada con bajo crecimiento: esto qué significa? No es tampoco claro.
En su artículo Marcela Meléndez no aborda el trabajo no asalariado -formal y materialmente- sino el trabajo por cuenta propia o en empresas en las cuales la relación asalariada es precaria y el patrón se encuentra muy cerca del nivel de sus trabajadores y tiene que realizar directamente un conjunto de actividades en su empresa. No ve la situación de conjunto: se trata de una sociedad en la cual predominan las relaciones capitalistas en cuanto a la magnitud del producto y específicamente de las ganancias obtenidas combinadas con relaciones de producción no capitalistas o asalariadas disfrazadas o encubiertas.
Una buena parte de los trabajadores por cuenta propia, formalmente sin relación asalariada, están al servicio de empresas capitalistas que les extraen un excedente y se benefician de su trabajo; por ejemplo, los productores campesinos, explotados por los capitalistas comerciales y financieros, los vendedores ambulantes y los tenderos que comercializan los productos de grandes empresas capitalistas, los trabajadores de reparto de productos, etc.
Tampoco ve que el desarrollo de las relaciones capitalistas en Colombia se ha concentrado principalmente en una parte de la población trabajadora, dejando a la gran mayoría como un ejército de reserva, disponible para cuando la actividad capitalista lo necesite, y condenado a rebuscar diversas formas de actividad para obtener un mínimo ingreso. Se trata de una forma de organización del trabajo en la cual las necesidades de valorización del capital dejan al margen a una proporción enorme de trabajadores; es una organización del trabajo en la cual se despilfarra la fuerza de trabajo. Esta no es escasa, por el contrario abunda y no encuentra quien la compre. Además, tampoco quienes están en el mercado del trabajo asalariado obtienen ingresos muy altos, la gran mayoría está alrededor del salario mínimo.
Para ella no es asunto de interés comprender de fondo la organización del trabajo en la sociedad. Su mirada se limita a ver cómo podría el Estado paliar en algo las tragedias en situaciones de crisis, mejorando la información y procedimientos administrativos, lo cual consiste solamente en pañitos de agua tibia.
Y nuevamente nos regala una frase tonta: “El mundo habría sido distinto si, como ocurre en Estados Unidos y en los países más desarrollados, la mayoría de los trabajadores se hubiera encontrado en empresas sólidas de 10 o más trabajadores y protegida por un seguro de desempleo cuando comenzó la pandemia.” Es decir, el mundo sería distinto…si fuera distinto; el mundo sería mejor…si fuera mejor. Si tuviéramos una sociedad capitalista en la cual la mayoría de los trabajadores estuviera vinculado a empresas grandes y medianas con elevados salarios, no tendríamos una sociedad en la cual la gran mayoría trabaja por su propia cuenta o empresas muy pequeñas. No puede ser más insustancial.
El asunto no es de incapacidad. Es resultado de un enfoque. En la medida en que los economistas se niegan a tratar de entender el capitalismo, pues simplemente se quedan en las explicaciones banales y superficiales que se hacen sus propios agentes de producción, los propios capitalistas. Se convierten en voceros de las ideas espontáneas, acríticas. Es resultado también de un interés: en el fondo de su corazón saben que explicar a fondo el capitalismo es peligroso para sus carreras formales.
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[1] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/marcela-melendez/romperse-por-lo-mas-fragil-columna-de-marcela-melendez-661456
[2] Economista Jefe para América Latina y el Caribe del PNUD. Tiene un Ph.D. en Economía de la Universidad de Yale y es Economista de la Universidad de los Andes. Antes de vincularse al PNUD en 2019, Marcela fue durante 10 años socia y directora de ECONESTUDIO, una firma colombiana de consultoría e investigación económica, reconocida por sus aportes al debate de política pública. Entre 2010 y 2013 codirigió la “Misión de Equidad y Movilidad Social” convocada por el gobierno de Colombia y en 2017 hizo parte de la Comisión de expertos para la revisión del Gasto y la Inversión Pública. Sus actividades de investigación y consultoría se han centrado en el diseño y la evaluación de políticas públicas, y en temas relacionados con la política antimonopolio y la regulación de los servicios de infraestructura. Ahora desde el PNUD lidera la producción de contenido analítico para apoyar a los países de la región en la toma de decisiones.
https://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/es/home/coronavirus/social-protection-to-face-the-pandemic/social-protection-group-participants/marcela-melendez.html
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: https://contextomedia.com/
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